el sur del sur / OPINIÓN

Alicante, el eterno 'impasse'

22/05/2019 - 

Quien en los últimos tiempos haya viajado a ciudades de parecido entorno demográfico o peso institucional al de Alicante, podrá deducir con toda facilidad que nuestra ciudad se encuentra en un evidente plano de inferioridad. Alicante, capital de la cuarta provincia de España, y a 100.000 habitantes de serlo de la tercera, es una ciudad sin norte y sin sur. Quien conozca, siquiera superficialmente, lo que hoy son ciudades como Bilbao, Valladolid o Málaga descubre, de inmediato, que Alicante es una ciudad que lleva 30 años relamiéndose en su decadencia, sobresaliendo siempre solo en lo negativo: la suciedad de sus calles o la marginalidad de algunos de sus barrios. Alicante lleva treinta años no solo sin saber qué ciudad quiere ser, sino sin ser capaz, siquiera, de formularse la pregunta, impotente para diagnosticarse como ciudad.

Treinta años son muchos años, por eso, quienes nos asomamos a la presente contienda electoral por el gobierno municipal, lo hacemos con cierta indolencia y mucha prevención. La pregunta que deberían haberse hecho los candidatos al gobierno de la ciudad debería haber sido: ¿Por dónde empezar? Tantos años sin proyecto ni dirección han tenido como consecuencia negativa, entre otras, que los espacios de decisión han sido ocupados por el primero que llegó, por el más listo de la clase, por el más rápido en disparar.

Así, y sin tener un plan o modelo de turismo para una ciudad en la que este sector es tan vital, nos hemos dejado invadir por hordas de cruceristas o hemos colmado las vías públicas del centro histórico de sombrillas y sillas de plástico pensadas para el cliente de borrachera low-cost o el de atronante despedida de soltero. Todo por pura inercia, como les decía, desencadenada por el primero que vio el hueco. Si leemos estos días las declaraciones de los candidatos electorales sobre el llamado “tardeo”, todas van en una misma dirección: “sí, pero no”, “no, pero sí”. En una cuestión en la que se ha cruzado el interés de la ciudad y sus vecinos con el de los hosteleros y sus negocios, las instituciones han llegado tarde y mal. Con la hoguera en su máximo esplendor es difícil apagar el fuego sin que nadie quede a salvo de las pavesas. Ya les digo: “sí, pero no”, “no, pero sí”, “vamos a buscar la convivencia…”.

La ciudad no es que no se haya preguntado por el rumbo a tomar, es que navega a la deriva. Sin puerto en el horizonte. Instalada en un permanente impasse. Demos un somero vistazo a los grandes “debates” en los que se ha visto inmersa en los últimos tiempos: los horarios comerciales de los domingos; si ponemos, o no, una tienda de muebles; el botellón adolescente a propósito de una romería religiosa o el esperpéntico debate surgido a raíz del chirimbolo que debía albergar la oficina de turismo de la ciudad. Ya ven, el nivel roza el de comunidad de propietarios de urbanización grande. Y si observan la mecánica interna de todos ellos es idéntica: dejar que un problema nazca, crezca, se desarrolle y, cuando está fuera de control, poner un parche que se vende como un gran éxito. ¿Cuándo se intentó un remedio al “botellón” de la Santa Faz? Cuando en los noticieros nacionales asomó el escándalo de las niñas en coma etílico tiradas en la arena u orinando en las piscinas de la playa de San Juan. Agradezcamos que, en ocasiones, llegue el parche, que en otras, ni eso. ¿Cuántos años lleva el Ayuntamiento intentando desalojar, con nulo éxito, a los simpáticos, inocentes y desarmados caravanistas que acampan ilegalmente junto a Urbanova? El sábado pasado allí estaban, inaugurando la temporada primaveral. Se imaginan algo parecido en una ciudad de la misma población que Alicante como, por poner una comparación, Bilbao. ¿Y en una ciudad europea? ¿Ustedes han intentado acampar en un espacio urbano prohibido de Suiza, Alemania o Dinamarca? ¿Qué sucederá cuando quienes no pueden con los de las roulottes nos tengan que defender ante un apuro mayor? Recuerden: esto es Alicante.

En estas condiciones: ¿qué se puede razonablemente esperar del futuro gobierno municipal? Desde mi punto de vista muy poca cosa por la sencilla razón de que esa prolongada situación de parálisis municipal, entre otras causas, ha evaporado el escaso peso político que la ciudad tenía en el lugar donde primariamente hay que tenerlo, en el centro político de la Comunidad. Valencia capital, donde se cocina el impulso político y económico de la Comunidad Autónoma, es hoy un lugar donde Alicante ejerce un poder político, económico, cultural y social absolutamente residual. A día de hoy la Comunidad Valenciana, a efectos de poder político, puro y duro, acaba en los túneles del Mascarat.

Por todo ello, yo solo espero de los candidatos que salgan de las urnas el 26 de mayo que no descuiden el nivel del líquido del gotero, que mantengan las constantes vitales, que la ciudad pueda seguir dormitando feliz, sin terremotos que aceleren su deterioro. Les ruego que no se pongan a imaginar que ya sabemos lo que pasa cuando nuestros representantes se ponen ingeniosos: que si un puente que une San Gabriel con el Postiguet por aquí o un palacio de congresos en la falda del Benacantil por allá. Por favor, cosas más sencillas, simples, elementales y necesarias. Por ejemplo, cerrar de una vez el Catálogo de edificios protegidos que impida que la ciudad se desangre en lo poquito que le queda de identidad urbana, que impida que la piqueta se lleve edificios tan interesantes como el del chaflán de Pérez Galdós con José María Py, triste y recientemente derribado. Por ejemplo, evitar que el edificio del antiguo cine Ideal desaparezca o se convierta en una tienda de lencería o de teléfonos móviles.

Todos estos candidatos nos declaran a diario su alicantinismo visceral, su adoración incondicional a la ciudad. Dentro de unos días les veremos, sonrientes y felices, a la hora de la mascletà, volver a golpearse el pecho al sol de Luceros y a recitar su ínclito amor a la terreta, a sus fiestas y a sus esencias más profundas. Sin embargo, quien quiera estudiar el pasado o investigar lo realmente nuestro, tangible y auténtica prueba de amor alicantino, se encontrará con la sala de investigadores del Archivo Histórico Provincial de Alicante (AHPA) cerrada por falta de personal. Ahí es, sin fotitos ni cervecitas, donde me gustaría encontrar a nuestros candidatos comprometerse con la ciudad.

Manuel Menéndez Alzamora es profesor de Estudios Jurídicos del Estado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Alicante.

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