VALÈNCIA. Hace unos días tuvo lugar en el 'cap i casal' un evento organizado por Andbank España, que tuvo una muy buena aceptación en el Hotel Westin donde se dieron cita más de 200 asistentes. La presentación corrió a cargo de Javier Gómez Ortí, responsable territorial de Levante.
A continuación el consejero delegado de Andbank España, Ignacio Iglesias, ofreció las principales cifras de negocio del grupo, que arrojaron la gran robustez financiera de la firma. Concretamente con un alto crecimiento medio anual de negocio, que les ha llevado a gestionar hoy en día en torno a los 23.000 millones de euros en el territorio nacional.
Y, entre los asistentes, estuvo el economista jefe de la entidad, Álex Fusté -uno de los financieros más reputados del panorama-, por lo que este diario no dejó pasar la oportunidad de entrevistarlo. A continuación, la charla mantenida tras atender amablemente de nuevo a Valencia Plaza.
-En primer lugar, ¿ha pasado ya lo peor en los mercados financieros -tanto de acciones como de bonos- a la vista del comportamiento que están teniendo este año tras el 'annus horribilis' de 2022?
-Bueno parece que sí pero nunca se sabe cuando hay una guerra de por medio, sobre todo cuando este conflicto involucra a agentes económicos en el campo de la energía tan importante como Rusia; y sobre todo cuando este agente económico es capaz de atraer a su órbita otros agentes como China o Arabia Saudita, que pueden convertir finalmente la situación en el campo de la energía en algo similar a los años setenta. Entonces se vivió una grave crisis energética, que provocó un fortísimo desequilibrio en términos de inflación, obligando a los bancos centrales a tomar medidas muy drásticas que hoy no hemos alcanzado todavía. En principio, tal y como decían los antiguos, ceteris paribus, es decir, si al conflicto en Ucrania mantiene esta naturaleza de desgaste sin ir más allá en sanciones u otros aspectos claves para el desarrollo económico, entonces podíamos decir que lo peor ha pasado.
-¿Le gusta el cariz que está tomando este conflicto?
-No nos gusta la naturaleza que ha adquirido esta guerra porque -lejos de las amenazas de una Tercera Guerra Mundial- esto ha quedado desplazado y parece que las dos partes Occidente y Rusia han entendido que la única manera de acabar con la guerra es el desgaste y ver quién aguanta más. Esto nos sitúa en una posición de un conflicto a largo plazo. Estamos ante una guerra de trincheras, lo que de alguna manera se asemeja a la Primera Guerra Mundial donde no había grandes movimientos donde unos avanzan, luego retroceden... Estamos en una situación de punto muerto y eso lo hace muy peligroso, ese alargamiento con elevadísimos costes y no solo financieros sino de vidas humanas.
-Y todavía la cosa puede ir a peor tras el desafío del Grupo Wagner a Vladimir Putin...
-Cada día que pasa en el statu quo actual en Ucrania aumentan las posibilidades de caída del régimen del Kremlin. Sabiendo que hay 21 republicas étnicamente diferentes -muchas insatisfechas y otras muy nacionalistas- puede que la caída del Kremlin derive en conflicto civil. Es probable que el país transite un estadio de anarquía en el que nadie puede garantizar que Rusia exporte nada de lo que hoy exporta. Hay tres commodities esenciales que Rusia vende en grandes cantidades hoy en día como son los fertilizantes, granos y energía.
"Mientras dure el conflicto en Ucrania se multiplican las posibilidades de un shock externo que arrastre a las economías y a los mercados"
-¿Y qué pasaría en el primer día de conflicto civil?
-Los policymakers y empresarios internacionales acometerían la compra de 'precautionary inventories', y los inversores del mundo se pondrían largos del primer contrato de esos commodities esenciales donde sería el único hedge válido). Asimismo implicaría inflación alimenticia y energética inmediata, por lo que la FED y el BCE responderían con nuevas subidas de tipos -igual de agresivas que en 2022- llevándose por delante lo poco que queda de crecimiento y, por supuesto, a todos los mercados tanto de bonos como de acciones. Sería un 2022 bis. Mientras dure el conflicto en Ucrania se multiplican las posibilidades de un shock externo que arrastre a las economías y a los mercados, por lo que todo gestor debe mantener la alerta.
-Y claro todo esto tensiona a las materias primas...
-Un conflicto de esta magnitud es un nido de 'cisnes negros' donde mientras dure la cuestión energética seguirá tensionada: el precio del barril de petróleo está en unos 70/80 dólares, cuando el promedio a largo plazo -20 años- está en 40 dólares. Esto significa que la energía es cara y no es normal en una sociedad donde el progreso hace que las técnicas de extracción abaraten muchísimo el producto final; el petróleo debería estar por debajo de los 40 dólares habida cuenta del tenue crecimiento económico global, y dado que el coste de extracción se ha reducido muchísimo tanto los campos convencionales como en los no convencionales. El hecho de que estemos con un crudo en 75 dólares se debe precisamente a situaciones como la actual de conflicto. Con el gas pasa lo mismo: sí que ha habido una caída importante respecto a 2022 del gas internacional, pero el europeo sigue dos o tres veces por encima del precio histórico normal por la persistencia del conflicto ruso-ucraniano.
-¿Qué visión tiene de los mismos de cara a finales de este 2023?
-Hay una narrativa nueva en el mercado que impulsa a los inversores hacia el lado comprador, que bascula en torno a dos ejes: el nuevo camino que se abre en política monetaria para la Reserva Federal americana (FED) es mucho más plano después de haber logrado meter a la inflación dentro de la 'jaula', acompañado de nuevas lecturas que muy probablemente empiecen por un tres; y ver una inflación en EE UU en el 3% es música celestial para los mercados financieros porque nos acerca a pasos agigantados al objetivo del 2%.
-¿Y el segundo eje?
-Tiene que ver con la inteligencia artificial (IA) la revolución tecnológica tan potente asociada a ella y todo el mundo sabe lo que ocurre cuando hay una revolución tecnológica donde hay un salto en cuanto a productividad y salto potencial del PIB.
"Europa tiene un posicionamiento estructural de pérdida permanente de influencia"
-¿Estamos en la Eurozona ante una recesión temporal o estructural?
- Las economías raramente están en recesión permanente. Así que, por naturaleza, todas las recesiones son temporales. Lo positivo de la economía es que se comporta como la vida misma. Por poco que se den las condiciones, florece. Eso se debe a que el ser humano tiene como principal instinto el progreso. Siempre progresamos, cueste lo que cueste. Ese progreso significa avanzar. Es decir, crecer. Lo que pasa es que Europa tiene un posicionamiento estructural de pérdida permanente de influencia. Eso me hace pensar que el euro a la larga acabará cotizando por debajo de la paridad frente al dólar. Europa lidera muchas cosas, pero no lidera en lo más disruptivo. Por ejemplo, como está ocurriendo recientemente en términos de revolución o saltos tecnológicos como la inteligencia artificial. No hay ninguna empresa europea detrás de la creación del nuevo maná que va a aportar soluciones en este sentido. La recesión en Europa, aunque temporal, también se da porque ha perdido algunos motores de impulso, como es el sector exterior, que ya no empuja tanto y eso hace que países como Alemania lleve dos trimestres consecutivos en recesión. Para este año esperamos un crecimiento de la Eurozona que puede estar por debajo del 1% y para el año que viene una ligera recuperación entre el 1% y el 1,5%. No recuperaremos dinamismo hasta 2025 o 2026.
-¿Y en España?
- España está en un dinamismo superior al de la Eurozona, con crecimientos en torno al 1,8-1,9% este año, por la simple razón de que la energía (aún cara) no nos afecta tan negativamente como, por ejemplo, Alemania. En nuestro país, los principales sectores económicos son el turismo y la agricultura, que no son tan intensivos en energía por cada unidad de valor añadido. En cambio, en Alemania, las principales industrias son automoción, ingeniería y maquinaria. Sectores que acusan mucho más el aumento del coste energético. En las actuales circunstancias, muchas de las decisiones de inversión en estas industrias se retrasan. De ahí que Alemania, y Europa, estén acusando mucho más la coyuntura energética desfavorable. Pero en España prevemos una moderación del ritmo económico para 2024 y veremos si en 2025 seguiremos creciendo menos que en 2023.
-¿Qué balance hace de las últimas reuniones del BCE y la FED?
-Lo que me llega es que muchos miembros de la FED piensan que están ganando la partida a la inflación y evitando el temido 'hard landing'. Si no hay un aterrizaje brusco de la economía es muy bueno para los mercados porque no hay un impacto en ventas y beneficios.
-¿Y sobre el BCE?
-Lo importante de la última reunión, a diferencia de lo que piensa la gente que puso el foco en la subida de 0,25 puntos, en el fin de la reinversión de los bonos y la aceleración del Quantitative Tightening (reducción de balance), fue ver como el BCE levantó su proyección de inflación subyacente. Y lo hizo de forma significativa porque para 2023 tenía un objetivo del 4,6% y en la última reunión lo levantó al 5,1% reconociendo que se equivocó. Es importante que el BCE haya planteado una previsión realista porque ahora ya es muy difícil que hayan sorpresas por el lado negativo. Nada le gusta más al mercado financiero y a los inversores que la ausencia de sorpresas, y una política monetaria realista, es decir, previsibilidad.
"Hemos atravesado una década que yo la denomino como la 'eutanasia del rentista' y los rentistas han despertado con vigor"
-¿Para cuándo atisba que la inflación ronde su histórico objetivo del 2% a ambos lados del charco?
-En EE UU están más cerca pero no va a ser inmediato, no este año pero sí el que viene. En Europa va a tardar más por la inflación subyacente, que puede generar efectos de segunda ronda. Además, el BCE va mucho más lento y no creo que la veamos en 2024 como tampoco bajadas de tipos de interés en la Eurozona el año que viene.
-Que los españoles se lancen en masa a comprar Letras del Tesoro en lugar de invertir en otros activos, ¿es querencia del sesgo conservador del que siempre hemos hecho gala?
-No, no lo creo. Aquí como en todos los países del mundo hay una porción de los inversores que son compradores de Letras. Estos han aparecido ahora porque antes no pagaban nada, es algo así como la 'revancha' del ahorrador rentista. Hemos atravesado una década que yo la denomino como la 'eutanasia del rentista' y los rentistas han despertado con vigor. Esto es algo normal.