ALCOY. La ciudad de Alcoy, que lleva con orgullo el reconocimiento de celebrar la Cabalgata de Reyes más antigua de España, volvió a volcarse este viernes con sus majestades de Oriente en la que se ha convertido en la 133 edición de la celebración, aspirante junto al resto de la 'navidad alcoyana' a Patrimonio de la Unesco. Y que fue, por cierto, una de las más multitudinarias en cuanto a participación, dado que unas 3.000 personas formaron parte de la comitiva.
Sin rastro del mal tiempo que amenazaba a otros desfiles en distintos puntos de España (en algunos de los cuales las cabalgatas incluso se adelantaron al día 4), la 133 Cabalgata de Reyes Magos de Alcoy partió puntual a las 18 horas desde la zona alta de la ciudad, junto al parque de Cantagallet, y recorrió las calles del centro entre muestras de auténtica pasión de los espectadores. Sobre todo cuando llegó el momento de la Adoración en la plaza de España.
Los tres reyes magos, que entraron en la ciudad de los puentes montados sobre camellos, estuvieron acompañados respectivamente por la Unión Alcoyana, la filà Andaluces y el Pista CF para formar sus séquitos y ayudarles a repartir ilusión envuelta en el característico color marrón del papel kraft. Una tarea de la que se encargaron unos 400 'pajes' (de ambos sexos) voluntarios, ajenos a la polémica que colectivos africanos y políticos de izquierdas han intentando encender en las últimas semanas en torno al supuesto racismo que entrañan los personajes.
Porque Alcoy anoche se olvidó de polémicas para disfrutar de una de las noches más mágicas del año. Y es que, si la Cabalgata de Alcoy es la más antigua de España, no es menos destacable la sobriedad con la que se recrea la tradición de los reyes de Oriente, frente a controversias sobre la tematización de carrozas y personajes infantiles que aparecen en otros desfiles, que se han recrudecido especialmente desde los vuelcos electorales en los principales ayuntamientos de España hace dos años.
Los pajes, como cada año, se encaramaron entre aclamaciones a las escaleras de madera pintadas de rojo para llevar los paquetes a las viviendas durante el recorrido del desfile, que tras salir desde El Camí continuó por San Nicolás, la plaza de España (donde los tres reyes adoraron al niño Jesús), Sant Llorenç, País Valencià y Alzamora, donde finalizó a la altura del puente de San Roque, junto al centro comercial.