vals para hormigas  / OPINIÓN

Ahora que ya se han ido

6/09/2023 - 

Creo que ya lo he contado alguna vez. Cada vez que veo un turista en Alicante me pregunto quién le ha engañado. Últimamente la respuesta es más sencilla, pero permitan que no cite ninguna aerolínea porque los irlandeses nos respetamos mucho cuando estamos lejos de Innisfree. Ahora que parece que la capital está ganando posiciones en el sector dentro de la provincia, olvídense del escalafón nacional, cada vez me encuentro más pasajeros tratando de descifrar dónde están con el móvil en la mano. Cuando buscamos el rótulo de una calle y nos aseguramos del nombre en la pantalla del móvil siempre da la impresión de que hayamos sacado una foto y la estemos comparando con la realidad. Que es lo que tiendo a pensar, lo de que estén comparando la realidad con su reflejo, cuando ya han recorrido las tres imágenes de postal con las que cuenta esta ciudad en apenas medio día. Al igual que los de la aerolínea de antes, que venden el aeródromo de San Javier como Alicante Sur, siempre me da la impresión de que los turistas buscan en Alicante las playas de Benidorm, las montañas del Valle del Pop o ese verde tan irlandés, perdonen que me repita, de los posters promocionales de la isla de Tabarca. A los pobres nadie les dice que en esta ciudad se vive bien cuando las administraciones públicas y los centros de enseñanza están abiertos. Es un punto de encuentro perfecto para Erasmus.

Ahora que ya se han ido, al menos el arreón principal de verano, dan ganas de preguntarle a Barcala dónde está el tesoro, para que no sigamos excavando en la zona en la que ni siquiera los romanos tuvieron interés de plantar Lucentum. La yincana –juro que la RAE lo transcribe así, lo he buscado- a la que hemos sometido este verano con las obras del centro a los cuatro despistados y los cuatro mil cruceristas que nos han visitado (y sí, me estoy inventando las cifras) dan la medida de la idea turística que tiene el Ayuntamiento. No ha habido más posibilidad que constreñirse en las zonas de ocio y hostelería a consumir; no ha habido más posibilidad que desembarcar en el Puerto para visitar el Casco Antiguo. Es todo lo que da de sí esta ciudad. Más el MACA y el Marq. Y el Castillo, siempre que dispongas de un transporte más fiable y más en sombra que el ascensor. Cuando acaben las obras, será lo mismo, pero ya no tendremos el peligro de que venga una DANA, inunde las zanjas y los de mar adentro y los ecologistas nos acusen de disponer de demasiadas piscinas y campos de golf.

Parcheada o no, intransitable o no, Alicante es una ciudad sucia e incómoda para familias, de escaso interés para amantes de la arquitectura monumental y tan verde como un campo de amapolas en medio de un trigal. Lo digo porque los alicantinos, que somos tan de quejarnos, despotricamos porque apenas nos codeamos en el ámbito turístico con otros emplazamientos que venden sol, playa y lingotazos desde media tarde. Con el consecuente caos que desemboca en las paradas de taxis cercanas a las zonas de bares. Lo sé porque me di un paseo por el entorno de la Plaza del Mar y las quejas de los comerciantes eran de tamaño homérico. No es que no quepan los jóvenes con ganas de fiesta en un ordenamiento turístico. Ahí está Benidorm para demostrarlo, donde hasta la opción más descabellada encuentra su horario. Pero si no queremos que ese sea el único trozo del pastel que nos comamos, junto al de los cruceristas, de los que también cuentan maravillas en el Barrio, tenemos que abrir el abanico de la oferta. Ser imaginativos. Ser diferentes. Tener un plan. Salvo en metros cuadrados excavados por cabeza y en trámites burocráticos por cumplir, Alicante no le gana en nada a nadie. Vender otra cosa es, de momento, engañar a los turistas como una aerolínea irlandesa.

@Faroimpostor


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