ALICANTE. Una radiografía de la economía de la provincia de Alicante al cierre del ejercicio actual no puede sustraerse al impacto que la pandemia del coronavirus ha tenido a todos los niveles. Cierto es que la pandemia ha tenido un impacto global, y que los problemas de Alicante no son diferentes a los de otros territorios en España y fuera de ella. Pero también lo es que varios indicadores apuntan que, quizá porque la situación de partida era más débil que en otros casos, o porque el 'músculo' alicantino estaba en los sectores que implican interacción social (precisamente lo que ha prohibido el virus), la covid-19 se ha cebado más con la economía de la Costa Blanca que con la de otras zonas equiparables.
Tanto que, según el indicador Ineca (el índice creado por el Instituto de Estudios Económicos de Alicante para resumir el estado de salud de las principales variables socioeconómicas) la provincia ha llegado a la recta final de 2020 en el mismo punto que estaba al finalizar 2015. Un año en el que, por fin, los datos macroeconómicos comenzaban a despegar tras la doble crisis de 2008 y 2011. Es decir, el nivel de empleo, producción industrial y transacciones económicas ha vuelto este año al mismo punto en el que estaba cuando la provincia comenzó a salir de la última crisis. El coronavirus, así, habría borrado el crecimiento de los últimos cinco años para devolvernos al punto de partida.
En el tercer trimestre, eso sí, Alicante ha mostrado una evolución más favorable tras tocar suelo en junio, pero la vuelta a la normalidad se antoja aún lejana. El turismo y sus actividades complementarias, principamente, todavía no ha podido sacudirse las trabas de la pandemia. La provincia ha comenzado, no sin sacrificios, la recuperación en forma de 'V', pero esta no es homogénea (ni sectorial ni geográfica), y en el caso de la provincia el lado más amargo se centra en las actividades del turismo y la comarca de la Marina Baixa. El indicador Ineca todavía presenta un valor negativo (-5,3) por lo que aún queda mucho esfuerzo para poder pasar a la zona positiva del indicador.
El dato más alarmante de cuantos componen la foto fija de Alicante en diciembre de 2020 es el de la brutal caída del Producto Interior Bruto (PIB) de la provincia, que la Cámara de Comercio de Alicante estima en 28,7 puntos al segundo trimestre del año. Se trata de una estimación, dado que el dato real del PIB no se conoce hasta dos años después, cuando lo publica el INE (en 2017, último dato conocido, la provincia producía 35.000 millones de euros al año), pero da una idea del desastre provocado por el confinamiento. En el mismo periodo, se estima que el PIB español cayó un 21%, ocho puntos menos. En el caso de la provincia, la creación de riqueza se vio lastrada por el comportamiento del sector servicios, dado el peso de turismo y hostelería, con una caída del 33%, según el Indicador Sintético de Actividad de la Provincia (ISPA) de la Cámara.
Cabe suponer que el dato del tercer trimestre será mucho más alagüeño, dado que Contabilidad Nacional apunta un ‘rebote’ del 16,7% para la economía española (que no obstante se sigue dejando cinco puntos respecto al PIB precovid). El segundo trimestre marcó el suelo de la crisis, tras dos meses y medio de parón obligado, y desde entones algunas variables han comenzado a remontar. Pero la brecha entre la economía alicantina postpandemia y la de principios de marzo está lejos de cerrarse.
Saliendo del terreno de las estimaciones y entrando en el de los datos registrados, sin duda el indicador más aproximado a la realidad (y por tanto, preocupante) es el del paro. En este sentido, tanto el paro registrado como los resultados de la Encuesta de Población Activa (EPA) muestran un importante retroceso en septiembre respecto al mismo mes del año anterior. También sucede en el dato de afiliados a la Seguridad Social, aunque el incremento de autónomos lo camufla en cierta medida. Y sin olvidar que aún hay miles de personas incluidas en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) por fuerza mayor, que siguen figurando como afiliados pero en realidad no están trabajando.
La provincia cerró el tercer trimestre con 179.045 parados, lo que supone un incremento del 23,3% en el paro registrado respecto al tercer trimestre de 2019. Y hay que tener en cuenta que, pese a todo, el empleo se recuperó ligeramente en los meses anteriores tras la debacle de abril y mayo. El paro registrado en España creció en el mismo periodo un punto menos, el 22,6%. “Son incrementos muy elevados y en la misma línea se presenta el paro según la EPA, donde en Alicante el repunte en el tercer trimestre es del 42,1% respecto al dato del año anterior, muy superior al dato nacional donde el ascenso es del 16,8%”, explican desde Ineca. Así en la provincia se ha pasado del 13,6% del paro EPA en septiembre de 2019 al actual del 19,3%.
Por comarcas, donde más crece el paro al tercer trimestre es en la Marina Baixa, cuyo modelo económico, con Benidorm a la cabeza, está volcado en el turismo y los servicios auxiliares. También es la Marina Baixa donde más cae la afiliación respecto a 2019, un -12,6% (muy por encima de la media provincial, que es del -2,3%). En el resto de comarcas, el paro crece desde el 11,5% del Vinalopó Mitjà hasta el 26,6% de l’Alacantí. Por sectores, el más afectado es el sector servicios, con un paro de casi el 35%, mientras el que mejor resiste es la industria, que se queda en el 15%. Y no hay que perder de vista que en la provincia llegó a haber 160.000 trabajadores incluidos en un ERTE por la pandemia, de los que se han reincorporado más de la mitad, sin tener en cuenta el efecto de los ERTE por rebrote.
La provincia de Alicante acumula siete meses consecutivos, desde marzo, con variaciones anuales negativas en el IPC, lo que Ineca interpreta como “un síntoma claro de debilidad en la demanda de particulares, por reducción del consumo”. De hecho, en la misma línea, la recaudación por IRPF en la provincia se ha reducido en el acumulado del año un 5,1%, cuando por ejemplo en España es apenas del 0,1%. Entre enero y septiembre, Hacienda ha recaudado en la provincia 2.260 millones de euros, un 7,4% menos que en los nueve primeros meses de 2019. La caída en la recaudación, consecuencia del hundimiento en el segundo trimestre (el del confinamiento), rompe una tendencia de varios al alza en los que los ingresos del fisco por la actividad económica de la provincia no paraban de crecer.
La brecha ha comenzado a cerrarse después del verano, ya que la diferencia al segundo trimestre llegó a ser de 8,5 puntos. El impuesto que más ha caído es el de sociedades, con un -17,7% respecto al mismo periodo de 2019. En cambio, el IRPF y el IVA han caído menos, y los impuestos especiales (los que se aplican al alcohol y el tabaco, así como al carburante) se han disparado al cierre del tercer trimestre con un incremento del 75%. "Sin duda Alicante está sufriendo más las consecuencias de la pandemia que la media del territorio nacional", señala Ineca. Y es que no solo el turismo afecta a estas cifras, "las empresas industriales también se están viendo afectadas de manera clara, bien por ser empresas con vínculos con el turismo y la hostelería en general, o bien por la reducción del consumo que incide de forma clara en uno de los sectores, como es el del calzado, en la provincia de Alicante".
La afección de la pandemia y del cierre de actividad sobre los sectores tradicionales de la provincia queda de manifiesto en la evolución de las exportaciones, que obviamente también presentan un comportamiento general negativo. Las ventas al exterior de nuestras empresas no escapan al proceso de ajuste, y el retroceso en las exportaciones de la provincia es del 6,9%, un dato que sin embargo es mejor que la media nacional, donde el ajuste se eleva hasta el 12,6%. Lo mismo sucede en el lado de las importaciones, que se ajustan un 14,7%, "un síntoma claro de que las industrias de Alicante no están produciendo al mismo nivel que estaban hace un año" y, por tanto, importan menos materia prima. Por productos, se aprecia que el mayor ajuste lo tienen el calzado (que pierde 222 millones de euros de ventas) y las pieles y cueros (que se dejan 32,7 millones de euros respecto al tercer trimestre del año pasado).
Pero la balanza comercial de Alicante también ofrece noticias positivas. Por ejemplo, con importantes mejoras en las ventas a terceros países de vehículos automóviles (que facturan 77 millones de euros más), frutas (38 millones adicionales) materiales plásticos (26,4 millones más que en 2019) y legumbres y conservas (23,7 millones extra). No obstante, todos estos avances no compensan la reducción de la industria del calzado, que es la que peor parada sale, pero no la única que sufre. En términos relativos, han acumulado caídas superiores al 20% en lo que llevamos de año productos tan importantes en la exportación alicantina como las pieles, los cueros, el agodón, el caucho, la sal, el yeso, las piedras sin trabajar y las manufacturas de piedra, además del sector zapatero.
Si se observa el detalle por países, hay algunos mercados que han incrementado sus compras a la provincia, Por países, hasta agosto, los que más aumentan sus compras de productos alicantinos son Portugal (11,8%), Alemania (11,5%), Suiza (11,1%), Polonia (10,9%) y Arabia Saudí (6,7%). Por el contrario, hay otros mercados clásicos de la provincia donde se contabiliza un descenso respecto el año anterior, como son Reino Unido (-11,5%;), Marruecos (-12,3%), Canadá (-13,1%), Estados Unidos (-20,9%), Méxicos (-25,8%), Argelia (-27,9%) y China (-36,8%), según los datos facilitados por Ineca en base a la contabilidad oficial.
El sector económico por antonomasia de la provincia de Alicante merece análisis aparte. Sin duda, es el que más está sufriendo la crisis de demanda que ha generado la pandemia, al impedir o limitar los desplazamientos. Las cifras del sector son elocuentes. Al tercer trimestre de 2020, las pernoctaciones hoteleras habían caído más de un 80% respecto al mismo periodo de 2019. Algo lógico si se tiene en cuenta que los hoteles cerraron entre Semana Santa y el mes de julio, y que en verano solo han podido recibir algo de turismo nacional (los visitantes extranjeros han caído un 77% los nueve primeros meses). Así, la patronal hotelera Hosbec contabiliza 730.700 pernoctaciones hasta septiembre de 2020, frente a las 3,8 millones del año anterior. La rentabilidad de las habitaciones ha caído un 60% (36 euros de ingreso por habitación disponible frente a 86 euros en 2019), los establecimientos abiertos se han reducido a menos de la mitad (49,6%) y el personal empleado ha caído un 54%.
En el sector del turismo rural, el efecto no ha sido tan pronunciado, pero aun así la reducción en Alicante se eleva al 40% cuando la media nacional solo ha reducido un 25% el número de pernoctaciones. “Se abre una buena oportunidad para este sector en Alicante:”, consideran desde Ineca, ya que “tiene los recursos y el paisaje para ganar cuota de mercado en este segmento del mercado turístico”.
Otro sector fundamental para la provincia es el inmobiliario, y especialmente lo que se ha venido en llamar turismo residencial. Es decir, la venta de viviendas a residentes extranjeros que se asientan en la Costa Blanca para pasar la mayor parte del año y que se convierten en consumidores y contribuyentes de la provincia. Al cierre del primer semestre de 2020 (los datos del tercer trimestre se conocerán a finales de año), la facturación y el número de operaciones del sector inmobiliario en la Costa Blanca se había hundido un 40% respecto al año pasado: las compraventas movieron 1.730 millones de euros hasta junio, frente a los 2.697 que se generaron en el primer semestre de 2019. Hay que tener en cuenta que el mes de junio arrojará probablemente los peores datos de todo el año, por el confinamiento entre marzo y mayo, pero tampoco hay que olvidar que el sector ya ofrecía síntomas de ralentizamiento un año antes de estallar la pandemia.
El freno a la actividad inmobiliaria se ha trasladado también, lógicamente, a la construcción de viviendas. En este caso, la estadística (del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Alicante) llega hasta el tercer trimestre, y recoge por tanto un ligero repunte en la actividad de las promotoras. Sin embargo, la caída acumulada hasta septiembre pese a la reactivación de los últimos meses es del 30%. En términos absolutos, este año se ha iniciado hasta el mes de septiembre 3.952 nuevas viviendas, mientras que en 2019 fueron 5.680 las iniciadas, según la estadística de visados. Por zonas, la que mejor resiste es Alicante, con una caída de solo el 10% en el acumulado del año (y un repunte del 40% en el tercer trimestre), mientras Elche aguanta la caída y la actividad se desploma en el resto de la costa y el interior de Alicante.
La constitución de nuevas sociedades en Alicante ha seguido una tendencia irregular este año, viéndose afectada como todas las demás variables por la pandemia, pero arrojando algunos datos llamativos pese a ella. Así, hasta septiembre la constitución de empresas cae de forma notable en el acumulado, pero curiosamente los meses de julio, agosto y septiembre han mejorado el dato de 2019, quizá porque acudieron a inscribirse las nuevas empresas que no habían podido hacerlo en abril y mayo. De hecho, en estos dos meses la curva toca fondo, y en mayo la creación de sociedades mercantiles cayó más de un 40%, mientras que en junio el retroceso aún era superior al 20%, según los datos de Ineca.
Entrando en las variables de actividad, la evolución como es previsible es negativa. El consumo de carburante presenta el mismo ajuste en Alicante que en el conjunto de España, lo que se traduce en un retroceso del 19,3%. “La mayoría de las caídas del consumo se mueven en esta horquilla, en la que el 20% puede ser un pilar central y que se extendería de forma global al resto de sectores y actividades”, indican desde Ineca, “aunque el comportamiento de la venta de turismos, donde en Alicante juegan un papel muy importante las empresas de rent a car, el ajuste es del 54,6%, muy por encima del dato nacional que es un negativo del 37,8%”.
En el caso de los pasajeros del aeropuerto, auténtica puerta de entrada a la provincia del turismo internacional gracias a sus múltiples conexiones con Europa, y por tanto uno de los motores de la economía alicantina, la pandemia ha terminado con la imparable línea ascendente que venía siguiendo desde que se inauguró la ampliación de la terminal (en 2019 alcanzó el récord de 15 millones de pasajeros). Hasta el tercer trimestre, el aeropuerto de Alicante-Elche contabiliza 8,5 millones de pasajeros menos que hace un año, un ajuste del 72,5% que está ligeramente por encima del dato nacional, que es del 70%.