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tribuna libre / OPINIÓN

A vueltas con la renaturalización artificial del cauce del Vinalopó

23/04/2024 - 

La semana pasada se realizó en Elche un acto sobre la renaturalización del cauce del Vinalopó a su paso por nuestra ciudad. Hay que dar la enhorabuena a los organizadores del acto. Se explicaron y recordaron cuestiones muy interesantes y fundamentales sobre el comportamiento del Vinalopó, sobre todo por los dos ponentes iniciales.

En resumen, lo que proponen los impulsores de dicha idea es eliminar el lecho de hormigón del cauce y, en su lugar, cubrir dicha superficie con vegetación y por eso lo denominan como «renaturalización».

¿Recuerdan esa película de principios de los años 90 titulada «El día de la marmota»? Pues eso, nos encontramos en la misma situación que el actor de la película, seguimos con las mismas propuestas una y otra vez y no salimos de esa situación.

Sorprende la definición que se utiliza del término renaturalización. Renaturalizar debería significar «restituir algo al estado previo en el que se encontraba antes de realizar una actuación».

Pero resulta que ese no es el significado que le dan a ese término siendo sustituido por «crear una naturaleza artificial, en este caso, formada por vegetación donde antes nunca la hubo».

No buscan dejar el cauce del tramo urbano del Vinalopó a su paso por Elche, tal y como estaba hace más de un siglo, cuando no era más que una rambla sin vegetación alguna, surcada por tendidos de telefonía y eléctricos y que se usaba principalmente como vertedero o escombrera dando lugar a los problemas actuales en barrios como Porfidio Pascual. Sólo hay que mirar los grabados del Siglo XIX o las fotografías que hay de principios del Siglo XX.

No, el objetivo es crear un aspecto de pseudo naturaleza artificial quizás pensando más en algo estético o en una moda. Pero una imagen que no se ajusta a cómo era el cauce. Puestos así y si comparamos su estado hace un siglo con el actual, ahora tenemos muchísima más vegetación en todo el tramo urbano, por tanto, aunque sea de un modo artificial, ya lo tenemos renaturalizado y no es necesario gastarnos 30 millones de euros que es lo que costaría la broma.

Tampoco es válida la comparación con el río Tarafa de Aspe. Las aguas de ese río son dulces, mientras que las del Vinalopó siempre han sido saladas debido fundamentalmente al aporte de sales de los terrenos que atraviesa. Tanto es así que la primera conducción de agua dulce a Elche procedía precisamente del río Tarafa. Y el canal del desvío en el embalse de Elche se ejecutó precisamente para salvar el tramo con más aporte de sales al Vinalopó. Así que, no esperemos lograr en Elche un cauce con agua cristalina con peces y cangrejos como se ha logrado en el Tarafa. Y si se logra sería antinatura y por tanto una renaturalización totalmente incongruente.

El ser humano olvida rápidamente los desastres y todo aquello que le es negativo. Por eso, es importante que recordemos lo ocurrido en octubre del año 1982 cuando el agua en algunos puntos superó la cota superior de los muros de hormigón del cauce. Esa situación volverá a producirse porque es lo habitual desde tiempo inmemorial en los cauces formados por ríos rambla como es el del Vinalopó. Y, si se cumple la teoría del cambio climático, esos fenómenos extremos serán más frecuentes. Busquen en Internet porque afortunadamente hay mucho material gráfico disponible de aquel año.

Por ello, ante una propuesta como la que se hace de eliminar el lecho de hormigón del cauce, hay que analizar todas las variables y todas las posibles consecuencias. El argumento que se utiliza de «quitar el hormigón para poner vegetación y que tenga una aspecto más natural» sin aportar un análisis riguroso donde además se explique a la ciudadanía los riesgos que tenemos que asumir ante tal acción, no es más que un brindis al Sol que incluso podríamos llegar a calificar de engaño.

Engaño, porque no se habla de los riesgos. Y tenemos que conocerlos. Y si decidimos quitar el lecho de hormigón, asumir que el día que llegue una avenida como la de 1982, el agua se saldrá de los muros de hormigón e inundará toda la zona adyacente pudiendo generar algún desastre en puntos sensibles como Porfirio Pascual al norte o Santa Teresa o Raval al sur. Y ya el colmo es ver diseños con un carril bici en el fondo del cauce.

No es difícil entender que si ponemos vegetación en lugar del lecho de hormigón, el agua se frenará y, ante una lluvia torrencial, el agua llegará a una mayor altura lo que facilitará que supere la parte superior de los muros laterales del canal. Ante esa situación tenemos dos opciones: asumir que se producirán inundaciones en la zona circundante o aumentar la sección del canal, tal y como ya lo advierte el propio CEDEX en su informe.

Seamos sensatos, utilicemos el sentido común y dejemos de forzar cosas que recuerdan más a seguir una moda y no lo que la lógica nos debería marcar.

* Manuel Romero es Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y presidente del Instituto Ciudad Idea Elche (Icie)

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