VALÈNCIA. Así, de primeras, Antonio Luque es un hombre que impone. Alto, muy alto, de barba cana y semblante serio. Un tipo al que, además, admiro. Válgame Dios. Y, aun así, me atreví. ¿A quién se le ocurre? Me bebí casi una botella entera, diría que de güisqui, de su camerino sin previo aviso.
Ocurrió hace siete años en Cádiz, en la segunda edición de un bello festival que se llamaba Mirador Pop. Los organizadores, que eran amigos, dispuestos y confiados ellos, me santificaron con la pulsera que me permitía el acceso a todas las áreas. Craso error, pues tenía el cuerpo jotero yo aquel día de junio. Y entonces ocurrió: Antonio me echó la bronca descomunal, se encaró conmigo de malos modos con toda la razón. Y, claro, fui expulsado de la zona de artistas. Lo cierto es que yo no recuerdo mucho, me lo contaron. Tanto eso como el resto de una noche fatal.
Al día siguiente tenía resaca, me encontraba como el culo. Ya saben, uno de esos domingos en que lo juras; que esta vez sí, que lo dejas. Llamé a Antonio desde el aeropuerto de Sevilla y, en una conversación cortante y breve, me disculpé. Antes, para armarme de valor y no temblar, claro, me tuve que tomar una cerveza, la última.
Ahora pienso que quizá todo fue una venganza. Patética e inconsciente, pero al fin y al cabo una especie de justicia etílica que me había cobrado.
Me remonto ahora al año 2005. Primer capítulo de Vinilo Valencia Radio. Los nervios a flor de piel ante nuestro estreno en las ondas hertzianas. Primer entrevistado: Antonio Luque, Sr. Chinarro. Lo recuerdo como una experiencia horrible. Yo allí, sudando a mares ante el micro, tartamudeando, y aquel artista sevillano al que yo admiraba respondiendo con monosílabos cada una de mis preparadas preguntas. Ejemplo:
Yo: “Llama la atención la cantidad de grupos de calidad que hay en Andalucía con respecto a otras Comunidades Autónomas”.
Antonio Luque: “Sí, Andalucía es muy grande”.
Por fortuna la vida, a veces, sí pone cada cosa en su sitio. Y, años más tarde, he tenido la ocasión de cruzarme con él en diferentes ocasiones. Mi trabajo como periodista (han sido varias y placenteras las conversaciones), promotor (trabajando en distintos espacios de la ciudad) y una temporada en la que vino muy a menudo por Valencia (cosas del corazón) tienen la culpa. Tanto tiempo pasaba por nuestras tierras, o viceversa, que llegó a tener formación valenciana con Mark Greenwood y Alfonso Luna como subalternos de lujo.
Una irrepetible actuación en el auditorio de Espai Rambleta con los miembros de La Habitación Roja como banda de excepción. La deuda impagable de descubrirnos a nuestro Pablo Maronda, al que apoyó en su estreno en directo en una peregrina actuación doble en Magazine. O ése en el que coincidimos en la misma curva de Electropura a una de esas horas en las que la conversación fluye sincera. Y que mi padre se empeñe en llamarle erróneamente Dr. Chinarro por mucho que merezca el título. También el concierto, tan cercano y perfecto, de Deluxe Pop Club en el que evocó tantos recuerdos en mi cabeza a ritmo de 'Los Ángeles'. Aquel día en el que le observé (él no lo sabe), en la penumbra de Wah Wah, deshacerse en feliz placer mientras escuchaba a Dean Wareham cantar Strange… son algunos de los instantes, las felices anécdotas, que saltan de mi memoria al papel.
Pero si me tengo que quedar con una elijo la comida tras aquel brillante concierto mañanero en el que repasó su repertorio en la Terraza Movistar de Rambleta. Allí, mientras el vino se escampaba, me habló de su hijo ('La canción de G.G. Penningstone') y de cómo ser padre te hace poner los pies en la tierra (entonces no lo entendía del todo, hoy sí); de Los Planetas y su especial amistad con Jota; de su relación de amor odio con Málaga (se siente más boquerón que hispalense), donde reside; la época en la que le pegó fuerte por el running y la alimentación sana; de la forma en que compone esas letras que son puro arte y disfrute de la lengua castellana. Juro que sonrió en repetidas ocasiones, que es en realidad un tipo estupendo, tan irónico y locuaz como sus composiciones apuntan. Ahora, también tiene carácter. Cuando levantó la mano y dijo “para casa”, la banda se cuadró y todos enfilaron sin rechistar hacia la furgoneta. Vuelta al sur.
28 años de carrera y 16 álbumes después, que se dice pronto, acaba de ver la luz Asunción (Mushroom Pillow). 'Quiero hacerlo mejor', el primer adelanto, ya nos puso en alerta sobre la posibilidad de que el mejor Sr.Chinarro, ese poderoso hacedor de pop sin peros, está aquí de nuevo. En realidad, nunca se ha ido, ¡es su octavo disco en diez años! Nuevos músicos, parece ser, que han aportado todavía más brío a la materia prima del maestro. Como siempre, estaremos atentos a la puesta de largo de las canciones en directo.
Moraleja: No metan nunca la mano en el catering líquido de gente a la admiran. Limítense a escuchar y sentir su música. Serán más felices todos.