El club, organizado por los propios estudiantes, lleva a cabo multitud de proyectos como charlas, actividades y fanzines para dar visibilidad a jóvenes artistas
VALÈNCIA. El Club de Còmic de la Facultad de Bellas Artes de la UPV sorprende por la cantidad de proyectos que impulsa. Acceder al mundo del cómic es algo muy complicado, así que desde hace once años, esta iniciativa ha buscado dar visibilidad a jóvenes estudiantes que sienten pasión por esta disciplina. La organización corre a cargo de estudiantes de la universidad, y durante todo este tiempo se han dedicado a hacer actividades, charlas, mesas redondas, etc, que nacen con el objetivo de que los miembros se ayuden unos a otros.
Uno de sus proyectos anuales más ambiciosos es un fanzine que recopila las historias viñeteadas de todos los miembros del club que quieran participar. Cada año, el fanzine tiene una temática distinta, y los únicos requisitos para participar son que la historia esté dibujada en blanco y negro (por motivos de financiación) y que no exceda las cuatro páginas. Por lo demás, los dibujantes tienen total libertad para contar lo que quieran.
El fanzine del año pasado, publicado bajo el nombre Inframundo, no pudo imprimirse debido a la pandemia, de manera que acaba de ser publicado hace escasas semanas. Por su parte, con el de 2019 ocurrió lo mismo por cambios en la coordinación del proyecto. Por ese motivo, este año ven la luz un total de tres fanzines: los dos correspondientes a 2019 y 2020 y el nuevo, bajo el nombre Viajero. El proyecto está financiado por el Programa Generación Espontánea, y aunque la normativa actual del mismo impida que este año se distribuya, desde el club están poniendo sus esfuerzos en que Viajero pueda llegar más lejos de la universidad.
Charlamos con cuatro de los organizadores del Club de Còmic de Bellas Artes. Son Fabián Molinaro, Isa Vicente y Joan Estellés y Violeta García. Hablan de sus fanzines, de cómo gestionan el club siendo estudiantes y de algunos de los proyectos que realizan.
El Club de Còmic nació hace once años porque en aquel momento la carrera de Bellas Artes no tenía ninguna asignatura sobre el tema. Ahora la realidad es distinta, pero el club permanece. Y lo hace con su característica mascota: una pequeña cebra que protagoniza todos los carteles de presentación de los proyectos. Sus fanzines recopilan las historietas bajo un tema concreto. “Escogemos un concepto amplio y cada miembro del club hace una historia libre”, comenta Isa Vicente. La gracia, según explican, está en que cada concepto es interpretado de manera distinta en cada una de las historias. Por ejemplo, Isa Vicente dibujó en Inframundo la historia de una conversación entre los dos guardias de seguridad de las puertas del infierno. Por su parte, Joan Estellés puso como protagonista a un Satanás harto de un inframundo burocratizado y plagado de adoradores de Hitler. Cansado de estar allí, el demonio decide viajar al mundo de los vivos dándose cuenta después de que este es incluso peor que el de los muertos. Fabián Molinaro se ha dedicado durante las últimas dos ediciones al proceso de edición, corrección y maquetación, pero en los ejemplares anteriores (Molinaro es el miembro más antiguo del club) denunció con una de sus historias la debacle de la compañía Rare tras ser adquirida por Microsoft; todo a través de las vivencias humorísticas de un robot.
Molinaro explica que lo interesante del fanzine es que “crea comunidad entre los miembros del club. Cada autor cuenta su propia historia”. “El único límite más allá del tema técnico, es su imaginación”, añade Estellés. No pueden vender los fanzines porque el proyecto forma parte de la UPV, pero han llevado la publicación al Japan Weekend Valencia o al Tenderete Fest, entre otros eventos.
La edición de este año (Viajero) que podrá verse en los próximos meses, da un salto cualitativo con respecto a años anteriores. Molinaro explica que “han querido expandir el concepto y experimentar en la maquetación”. Con este objetivo, la parte interior de la portada y la contraportada del fanzine, incluirá un mapa al estilo de la literatura fantástica en el que cada miembro del club confeccionará una localización: “Un castillo, una montaña…, lo recopilaremos todo en una ilustración conjunta. Hemos querido que con esta edición seamos más piña, más comunidad. Creemos que es mucho más interesante”.
El organizador subraya que en el proyecto no hay ningún tipo de preselección. Quien quiera puede participar. “Si seleccionáramos, estaríamos excluyendo a gente. Como es una iniciativa universitaria, lo importante es que sea de todos. No hay un estilo definido en las historias, ni ningún tabú a la hora de contarlas”.
La actividad del Club de Còmic de Bellas Artes no se limita a este proyecto. A lo largo del año, impulsan otras iniciativas y actividades, e incluso celebran charlas y mesas redondas. Sin ir más lejos, la semana pasada acudió al club la dibujante Cristina Rivas
para hablar sobre su experiencia de trabajo haciendo cómics en Taiwán.
Los proyectos más ambiciosos son, además del fanzine principal, otro “más experimental que va cambiando cada año”, según explica Estellés. El de este año ha consistido en que cada miembro dibujara tres viñetas de una misma historia que se iban interconectando unas con otras. ¿El resultado? Una historia unificada, pero dibujada con distintos estilos y técnicas.
Otra actividad fue la reciente Cadáver Exquisito, en la que los participantes dibujaban muchas figuras a partir de una sola. También han realizado un juego en el que los miembros del club tenían que confeccionar una viñeta en cinco segundos, otra en un minuto y otra en cinco minutos. Los dibujos presentados (muchos de ellos disponibles en la cuenta de Instagram del club) muestran grandes dosis de imaginación por parte de sus autores.
Además, no solo realizan proyectos internos, sino que impulsan y ayudan a otros colectivos. Por ejemplo, el club financió uno de los números de la revista Elles, de temática LGTBIQ+. Lo interesante de todo, según ellos, es poder dar voz a los jóvenes artistas quienes, además, “tienen los mismos intereses, lo cual hace que haya mucha ayuda mutua”, concluye Molinaro.