La nave de los locos / OPINIÓN

Una tarde con Bad Bunny

Mientras se consumaba la investidura gatillazo, dedicaba el tiempo a escuchar a Bad Bunny y a otros príncipes del ‘trap’, que ejercen una influencia principal en los adolescentes. La política ya no me interesa y yo no lo intereso a los políticos. Mutua indiferencia. El parlamentarismo actual es un espectáculo de ínfima calidad. Prefiero a Don Patricio que al aventurero Pedro Sánchez

29/07/2019 - 

En el muladar más conocido de España, el que algunos siguen llamando Congreso de los Diputados, se discute el futuro de un país sin futuro. Mientras el régimen del 78, nacido de la transacción y el miedo, avanza en su imparable declive, yo me dedico al onanismo musical en una tarde de verano.

Una mosca, que presenta los mismos síntomas de asfixia que yo, sobrevuela mi cabeza cuando escucho, tumbado en la cama, a Bad Bunny. Suerte que no es una de esas avispas asiáticas que llegaron en un barco mercante chino. Un viejo ventilador hace lo que puede para aliviar mi calor y el de la mosca. El vecino tiene puesta la radio, que arroja las palabras de unos tahúres en el debate de investidura.

Dedicar una o cien tardes a repasar los temas de un rapero popular es más provechoso que seguir los diálogos trucados de estos políticos sin crédito. De las letras de Bad Banny, Anuel AA y C. Tangana, de esas letras a veces tachadas de machistas, se aprende más del mundo de hoy que de discursos contaminados de falacias, sean pronunciados por el aventurero Sánchez o el niño Albert, cada día que pasa más desdibujado.

Es muy posible que dentro de diez años nadie se acuerde del líder de Ciudadanos, que acabará como directivo de una empresa de vientres de alquiler, ni del comunista Iglesias. Sin embargo, Drake y Rosalía seguirán llenando auditorios.

Si fuera como la gente de mi edad, que lleva a sus hijos hiperactivos al psicólogo y pasa los domingos en casa de los suegros, si fuese como ellos, habría asistido al reciente concierto de Tears for Fears en La Marina de València para curarme de la nostalgia. El dúo británico ha estado de bolos por España, al igual que otras bandas de los ochenta como Inmaculate Fools y Simple Minds.

Pero yo, al menos en gustos musicales, me parezco poco a los de mi generación. Prefiero a Don Patricio, autor de la canción del verano Contando lunares, que al coñazo de Mark Knopfler.

Héroes de los adolescentes

Don Patricio, al igual que C. Tangana, J. Balvin y Romeo Santos, son los héroes de los adolescentes con una música, el trap, que debe mucho a los ritmos latinos y refleja en sus letras simples y pueriles (hablan de emborracharse, de fumar marihuana, de sexo, de desamor y de toda esa quincalla sentimental) el mundo en el que están inmersos los jóvenes, en el que solo hay un presente tatuado de inseguridades y miedos.

¿Cómo llegué a saber de Bad Bunny? Por casualidad. Me lo recomendó un adolescente en Torrevieja. A él y a otros de su edad les había preguntado si habían oído hablar de James Dean. Recibí el silencio por respuesta.

—Pero ¿a que tú no conoces a Bad Bunny?

En efecto, no había oído hablar de ese tal Bad Bunny, pero no tardé en informarme y supe que había nacido en Puerto Rico en 1994. Estudió comunicación audiovisual y trabajó de reponedor en un supermercado antes de triunfar como cantante. Lamenté no haberlo ido a ver a la plaza de toros de València el 5 de julio. No sé si tendré otra oportunidad porque dice que se retira en solidaridad con su pueblo y en contra del sátrapa que lo gobierna, que al final dimitió del cargo. Lo único que no me gusta es su esmalte de uñas cuyo color me parece desacertado.

Dedicar una o cien tardes a repasar los temas de un rapero popular es más provechoso que seguir los diálogos trucados de políticos sin crédito en el Congreso

Desde que descubrí al conejo malo hace más un año, lo escucho con asiduidad. Ahora lo hago en mi casa esta tarde de verano. He empezado con La canción, interpretada con J. Balvin, y sigo con Mía. Luego me espera Callaíta. La verdad es que estaría mejor deleitándome con la música del cantante puertorriqueño en un chiringuito de la playa del Cura de Torrevieja, o en una terraza de la playa de Levante en Benidorm, tan queridas y pateadas por mí.

El canibalismo de la izquierda

A estas horas ha debido de haber terminado la primera sesión de la investidura. Fracasará el candidato a la primera y también a la segunda. No habrá acuerdo entre socialistas y comunistas. La izquierda tiende al canibalismo, para el bien de España.

En otro tiempo muy interesado por la política, ahora me he dado cuenta de que es una pérdida de tiempo. Porque no es política; es un espectáculo de ínfima calidad: unas veces sainete, otras circo, algunas ópera bufa…

Para espectáculos me quedo con el trap de Don Patricio y el mestizaje musical de Rosalía. Con ellos me divierto y me animo en compañía de mi mosca querida. Lo otro, la calderilla verbal de los hombrecillos de poder, me aburre. Y no hay nada peor que aburrirse cuando acabas de comenzar las vacaciones.

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