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MEMORIAS DE ANTICUARIO

Una subasta de arte para la historia. Cuando Leonardo se comió al arte contemporáneo

19/11/2017 - 

VALÈNCIA. La subasta neoyorquina de Christie´s dedicada a arte de la postguerra y contemporáneo comenzaba alrededor de la una de la madrugada, hora española. Como era probable que a esas horas me hallara en brazos de Morfeo, le pedí al también anticuario y amigo, Noel Ribes, al que veía estos días muy puesto en el asunto, que me avisara a través del móvil del comienzo. Sí, algo parecido a aquellos tiempos en que uno se despertaba como un zombi a ver aquel partido de las Olimpiadas cuando, por cosas de los cambios horarios, se celebraban a horas intempestivas, o un play-off de la NBA entre los Pistons y los Blazers. Durante estos días, en nuestro primer café de la mañana, tema recurrente ha sido la cifra podría alcanzar el Salvator Mundi, óleo sobre tabla de Leonardo da Vinci, pintado alrededor del 1500. Hacía tiempo que no había en el mundo del arte tanta expectación. Estaba bastante claro que, si alguien seguía pujando más allá de los cien millones, el cash no iba a ser problema…en principio. “El último Leonardo”, esa es la frase cargada de marketing que ha venido empleando la centenaria casa de subastas londinense para convertir en un hecho excepcional la venta de esta impresionante obra.

Cuidadosamente ha empleado la palabra “último”, y no “único”, con la esperanza de que algún día aparezca “otro Da Vinci” ignoto, rescatado de una ancestral colección nobiliaria europea que lo tuviera por una copia, obra de escuela, o taller del genio florentino. Algunos se han aventurado a afirmar que será el último pero en ningún caso el único que quede. Otro truco inteligente es haber colocado la pieza, literalmente en medio de una subasta dedicada al arte de posguerra y contemporáneo, rodeado de enormes obras aparentemente hostiles. El lote 9b se hacía presente en la sala tras un cuadro de Vilja Celmins vendido por más de cuatro millones y un Basquiat que no alcanzó el precio de reserva, claramente perjudicado al venir seguido de un momento histórico y con una sala en la que todavía resonaban los aplausos. Este hecho inédito de introducir una obra del siglo XVI en una subasta de arte contemporáneo se puede explicar de varias formas más o menos evidentes: trasladar el mensaje de que la sombra de los grandes maestros es alargada y la influencia en el arte actual, aunque no lo parezca, está más presente que nunca. El especialista en arte contemporáneo de Christie´s, Loïc Gouzer, lo explicaba: “La obra de Leonardo es tan influyente para el arte que se crea hoy como fue en los siglos XVI y XVII”. Otro argumento que parece vislumbrarse cada día más es que el retorno del arte antiguo es un hecho. Y el tercero que se me ocurre, un tanto más filosófico, como sería que “el arte, en realidad, es sólo uno y la clasificación por períodos y estilos es cosa de académicos”. La campaña promocional ha venido acompañada de un video dirigido por Nadav Kander, que ha dado la vuelta al mundo, mostrando las emociones más diversas de quienes tuvieron la suerte de visitar la exposición de la obra en el Licoln Center. La música de Max Richter acompaña las expresiones en cámara lenta y en un ambiente tenebrista como la propia obra. Si lo ven, quizás hayan identificado varias caras conocidas entre la gente. Patti Smith aparece en el vídeo con sus gafas de sol y Leonardo DiCaprio, importante coleccionista y gran apasionado del arte. Si se preguntaban qué siente el actor ante Leonardo da Vinci, ya tienen la respuesta. El video dura exactamente 4:14 minutos, en referencia al versículo bíblico de San Juan en el que estaría basado el cuadro.

Dejado a un lado lo estratosférico de las cifras, se mire por donde se mire (o quizás no si tenemos en cuenta que ese cuadro de Leonardo podría producir dinero desde que se lo proponga su nuevo propietario a través de su exhibición pública), me alegra que el arte antiguo, cuando sale una obra de este calibre deje bien claro quién manda y quienes tienen que ganarse ese derecho todavía. El arte antiguo es una mina de la que se ha ido extrayendo el mineral, y cada vez da la sensación de ser más difícil encontrar buenas vetas. Cada vez quedan menos obras de esta importancia en manos privadas que salgan al mercado. Los museos y grandes colecciones sobreviven gracias a sus obras maestras y no se plantean su venta ya que estas suponen sacar una rentabilidad a las colecciones con cesiones temporales, aparte de convertirse un reclamo turístico mundial. El mercado, en las próximas décadas, se verá en la necesidad de poner en valor a artistas menos icónicos para poder sustituir a esos genios universales cuyas obras literalmente ya no se encuentran. Los Leonardo, Velázquez, Rembrandt, Vermeer, Miguel Ángel, Rafael, se sustituirán por otros grandes maestros que ya se encargarán los expertos de loar, y, sucesivamente, los situados de abajo ocuparán el lugar de estos últimos.

La subasta 

La carrera de pujas se inició en 70 millones de dólares, hubo algún momento de duda en torno a los 100 millones, que el subastador Yussi Pylknnen, auténtico virtuoso del mazo, capeó con tranquilidad y humor, convencido de que simplemente se trataba de un tanteo estratégico, ya que en apenas tres minutos ya estábamos en los 200. La intensa batalla, una de las más largas de la historia, dejó la cosa en dos supervivientes en dos teléfonos a pocos metros en la sala, pero a posiblemente a miles de quilómetros en la realidad. La última puja colocó el precio en 400 millones de dólares redondos, emitiendo el claro mensaje de que quería poner punto y final a la guerra. La cifra asusta, pero tratándose de Da Vinci, quien piense que esta es una forma más de derrochar el dinero, que se lo quite de la cabeza. Esa obra ya está generando rentabilidad. Si mañana, si así lo quisiera el comprador (que podría ser una colección pública) ya podría hacer caja de las más diversas formas: exposición, cesiones etc.. hasta el día que decida volver a venderlo, si es que alguna vez se lo plantea.

En cuanto al resto de la subasta, el arte de posguerra, sobretodo el expresionismo abstracto americano, sigue con una enorme fuerza pero, pero hay que tener en cuenta que la mayoría de obras eran de primera. Aun así, se empieza a vislumbrar cierto cansancio a la hora de batir records, e incluso algunas piezas no han no han alcanzado el precio de reserva (que es aquel que los pujadores desconocen, pero que si no se alcanza, la obra no se adjudica). Digamos que el arte contemporáneo vive un proceso de resituación: unos artistas con los años cruzarán el Rubicón y se irán convirtiendo en clásicos intemporales: Rothko, Pollock, Kline, y otros se quedaran varados e incluso bajarán sus cotizaciones hasta alcanzar su suelo natural después de unos años completo despropósito y locura especulativa.

   


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