ALICANTE. "El orgullo y el mensaje de la diversidad hay que creérselo", empieza contando Toño Abad. El secretario general de Diversitat está embarcado en una de las semanas más intensas del año para su organización, la del Orgullo de Alicante. En su repaso a las actuaciones de los distintos gobiernos municipales que ha tenido la ciudad en esta legislatura, lamenta que "por desgracia, muchas veces dependen de las personas que se hagan por políticas no por ideología".
Las elecciones de 2015 venían a marcar un punto de inflexión. Es entonces cuando por primera vez "en Alicante se nos abren las puertas de Ayuntamiento para colgar la bandera". Aquel gesto, subraya, "no es suficiente". Abad pide que se hagan "políticas públicas y hay que poner recursos encima de la mesa, y más cuando en Diversitat hace mucho trabajo que debería de hacer la Administración". Por eso enumera su labor en atención a víctimas de delitos de odio, formación en centros educativos, programas de atención a personas con VIH y acompañamientos a menores trans.
"Aquí en Alicante no se ha apostado, desde el ámbito municipal y de una manera decidida, por la diversidad", denuncia. Tanto es así que sostiene que "los gobiernos del cambio a los que les dimos la confianza para que revirtieran esa falta de implicación de la Administración han sido una completa decepción, al menos en Alicante". Abad se muestra contundente cuando señala a continuación que "lo primero que hay que decir es que la lgtbifobia no es patrimonio de la derecha".
El secretario destaca que "hay muchas organizaciones de izquierdas que todavía no han aceptado que la diversidad es una realidad". Por eso, cuando en Alicante se vuelve a tener un gobierno popular tras el tripartito y el socialista, dice que "le pedimos que lo poco que hemos conseguido, como lo simbólico de la izada de bandera o el apoyo del Orgullo que debería ser mayor, que lo mantenga y que lo potencie".
De momento, lo que se ha encontrado por parte del ejecutivo de Luis Barcala es que "hay muy buena sintonía". Asegura que "han puesto en bandeja todos los recursos posibles". Es más, "el Partido Popular ha puesto más recursos que el tripartito en los años que ha estado, las cosas hay que decirlas como son. Es la verdad". Abad reconoce su sorpresa cuando vio la respuesta municipal, más al compararlo con los anteriores ejecutivos de izquierdas. "Esperaba que la llegada de los gobiernos del cambio, con el tripartito concretamente, que se hiciera una apuesta por la diversidad y que entrara en sus planes".
Este desencanto o decepción considera que tiene una base local. Ampliando el foco de las acciones, señala que en València es "contundente el apoyo que tienen las asociaciones Lgtbi, no solo en el Orgullo sino en la planificación de actividades". Abad reitera ese apartado para recordar que la acción de las asociaciones dedicadas al colectivo Lgtbi va más allá de las jornadas dedicadas en junio y julio a la reivindicación pública "porque tenemos mucha realidades de exclusión".
Si en València hay un apoyo municipal, en Alicante "eso no ha sucedido". Y pone de ejemplo que "aquí hemos tocado con dos concejalas la puerta del ayuntamiento para poner en marcha, por ejemplo, el plan de atención a centros educativos que está impartiéndose en toda la provincia. Y en Alicante no hemos entrado a ningún centro". Con lo que asegura es una clara diferencia, Abad sentencia que "en Alicante no ha habido una apuesta por la diversidad, ha sido un apoyo cosmético en todo caso".
El discurso con el que se cerrará este año la manifestación alicantina se centrará en "la visibilidad de las personas trans que, históricamente, han sufrido una discriminación brutal". Abad apunta al carácter federado de la entidad presente para transmitir el mismo mensaje a nivel nacional, "creemos que hay que reeducar a la sociedad en el respeto a las identidades trans, tenemos que hacer un esfuerzo porque sea una realidad.
El ascenso de lo discursos de odio "en Europa en general nos preocupa muchísimo". Una situación de la que ve un ejemplo reciente "en los censos de gitanos en Italia y las expulsiones en Francia". Estos hechos considera que son indicadores de que "lo conquistado está en peligro y que queda mucho por hacer". Por eso dice que "una de las demandas es que se ponga fin a ese discurso y al ascenso de la ultraderecha que pone en peligro nuestros derechos".
Si la situación europea le preocupa, en la española también hay aspectos que le preocupa. Pese a que destaca que el país "ha dado un salto cualitativo en respeto a la diversidad en términos generales, hay asuntos que están muy invisibilizados". Entre ellos está el que en "la violencia hay una tendencia a no dar cifras o que las estadísticas no lo reflejen las situaciones odio que sufrimos las personas en el tema Lgtb".
Abad denuncia la falta de recursos que se dedican a ese apartado, ya que "las encuestas la hacemos las propias entidades, para conocer el mapa de la discriminación tenemos que poner medios para averiguar la incidencia". En 2017, Diversitat puso en marcha el Observatorio Valenciano contra la Lgtbifobia "y en un año recogimos 79 incidentes y delitos de odio en la Comunitat Valenciana". Esa cifra le parece especialmente preocupante porque "sabemos que la Agencia Europea de Derechos Fundamentales dice que solo nos llega el 10 de lo que sucede, por lo que estamos hablando de dos agresiones diarias al año. Eso es gravísimo".
Otro problema que afecta precisamente a que estas situaciones se escapen del radar es que "el colectivo lgtbi, las personas que sufrimos la violencia, tenemos asumido como normal que nos acosen, que nos insulten, que se hagan chistes, esa lgbtifobia de fondo". Si en el feminismo se habla del micromachismo como la serie de actitudes cotidianas que atacan la igualdad, Abad prefiere denominarlo "continuo lgtbfóbico". Un concepto con el que denuncia que "siempre hay un nivel presente de falta de respeto a la diversidad que en conjunto no es una micro discriminación es macro porque si sumas que en tu centro de trabajo se refieren a las personas gays como maricones, que en las escuelas el insulto más habitual es bollera o marimacho y que en las calles no podemos darnos la mano con nuestra pareja porque tenemos miedo, miedo, a las reacciones de los demás eso es un continuo".
La solución para combatir este "ciclo de la violencia y la discriminación" es "denunciar cada situación para evitar la impunidad y visibilizar una realidad que está ocurriendo". Frente a las personas que dicen que "está todo conseguido", la respuesta, insiste, es "visibilizar la discriminación". Por ello concluye que el discurso hay que cambiarlo desde la empatía haciendo ver al otro cual es nuestra situación, desde las alianzas porque si queremos tener éxito hay que sumar todas las sinergias posibles de todas las asociaciones y ciudadanos y, por otro lado, visibilizando y señalando que aquí hay discriminación y aquí ocurre algo que no es correcto, obligando a los demás a que tomen una posición sobre lo que ocurre".
El capitalismo ha encontrado un filón en el mundo gay. Siempre hábil para satisfacer las nuevas necesidades de la sociedad, el mercado ha lanzado una amplia cartera de servicios y bienes para los consumidores del sector LGTBI. El Día del Orgullo supone, como la Navidad y las Fallas, una considerable fuente de ingresos para el comercio y la hostelería