VALÈNCIA. Cuando en 1993, Fernando Trueba ganó el Óscar a la mejor película de habla no inglesa por Belle Époque, el cineasta español agradeció el galardón a su “verdadero Dios”, Billy Wilder. A la profesora de danza jazz Toñi B. Forascepi le sucede otro tanto con el coreógrafo Bob Fosse. Para la codirectora de la Escuela Off, el autor de Cabaret (1972) no llega al extremo de deidad, pero siempre se encomienda a su genialidad tanto en sus creaciones como en sus enseñanzas. El maestro de maestros la ha acompañado en sus días de confinamiento, como también la certeza de que el centro educativo de artes escénicas que comanda junto a su pareja, Pedro Giménez, debía aspirar a crecer durante este periodo suspendido en la incertidumbre. En septiembre, al alumnado de sus cursos continuos y de sus ciclos formativos en teatro musical y arte dramático le aguardan sorpresas. Una máxima de Fosse rige su empeño profesional: “Si crees que puedes hacerlo mejor, entonces hazlo mejor. No compitas con nadie salvo contigo mismo”.
- Completa la frase, “de esta crisis saldremos más…”?
- Fuertes y valientes, porque si la vida te da limones tienes que hacer limonada. La situación que atravesamos no es nueva, somos un sector que siempre está en crisis, así que hemos de aprovechar este parón para tomar impulso.
- ¿Qué emoticonos te representan estos días y por qué?
- Los que más utilizo son los corazones y la carita que llora de risa, porque en los tiempos que corren hace falta mucho amor y mucha carcajada. No hay nada más curativo.
- ¿Cuánto de nuevo y cuánto de normal quieres que sea nuestro presente?
- Creo que si es nueva, es una contradicción llamarla normalidad. Me suena a una imposición para adaptarnos a lo que venga, una realidad que ni siquiera sabemos si va a ser favorable o lo contrario. Me gustaría pensar que va a haber cambios para mejor, que vamos a dejar de ser el sector más vulnerable y recibir apoyo, que la profesión se va a dignificar a partir de ahora, pero el tiempo dirá. Es una incógnita.
- ¿Qué te sugieren las hashtag #yomequedoencasa, #apagoncultural y #blacklivesmatter?
- Hacía falta que la humanidad hiciera un alto. Los primeros 15 días lo pasé fatal. Sentía que se acababa el mundo por no ser productiva. Por suerte, cambié el chip enseguida y me di cuenta de que sin presión soy incluso más creativa. Cuando estoy sometida a estrés, trabajo en automático, de forma rutinaria. Las ideas surgen cuando no me están empujando. El apagón cultural, en cambio, fue algo con lo que estuve y no de acuerdo, porque es verdad que hacía falta reivindicarnos, pero la cultura era el clavo al que se agarró la gente durante este confinamiento, así que quitarlo me parecía una pena. Black Lives Matter es un tema que me toca cerca. Creo que es muy importante que la gente esté concienciada respecto al racismo. Todos y en todas partes del mundo. En España hay mucho, aunque creamos que no, porque de manera general, no es violento. El nuestro es de tipo incisivo, pequeñito, un racismo que parece inofensivo, pero hace daño. El que existe contra los negros se escribe con mayúsculas. Somos una raza que ha estado machacada por la colonización y por la esclavitud. A la gente negra no sólo se la tiranizó en África, sino que se la sacó del continente y se la llevó a otros países a trabajar. Es un racismo que fue viajando. Debemos luchar contra esas actitudes con firmeza. Y no hablo sólo de gobiernos e instituciones, sino que cada persona ha de revisarse e intentar quitarse, en lo que me incluyo, comportamientos y pensamientos racistas que quizás no se proyecten en los negros, pero sí, por ejemplo, en los gitanos.
- ¿Qué cuentas pendientes has saldado durante el encierro?
- He estado dibujando y pintando. Se me da bien y lo tenía abandonado. He bailado para mí, sin intención de mostrar ni de enseñar nada a nadie. He dormido, cocinado y comido mucho. Y he pasado tiempo con mi familia, nos hemos saciado. Me ha encantado pasear a mi perra sin prisas, disfrutar del silencio, del poco tráfico, de las calles vacías… Lejos de crearme ansiedad, me hacía sentir bien.
- ¿Qué proyectos profesionales ha dejado en suspenso el confinamiento?
- Muchos. Demasiados. Hemos tenido que cancelar todas las muestras de final de curso con nuestros alumnos. Es una barbaridad, porque tenemos más de 400, así que su trabajo ha quedado pospuesto. Y toda la programación de la sala desde marzo hasta ahora. Teníamos un infantil, Lara Jones, y un proyecto de dance in progress, de Tonet Ferrer, La vida empieza hoy. Pero ya que nos hemos visto obligados a parar hemos decidido aprovechar el momento y hacer una serie de cambios para ofrecer mayor calidad y comodidad a nuestros espectadores y alumnos. Cuando la gente vuelva en septiembre, no va a reconocer la escuela.
- ¿Cuántas teorías de la conspiración has desmontado en tus grupos de Whatsapp?
- Desmontar, ninguna, pero porque no he querido entrar, participar ni expandir. La mayoría son bulos que corren y desinforman. Cuando recibía alguno me ponía nerviosa. No he compartido nada. Recuerdo al principio, cuando te decían que si podías aguantar la respiración durante 10 minutos, no tenías el COVID. Ese tipo de cosas corrieron como la espuma. Ahora mismo los 5G, los nanobots, los chips… Lo malo es que la realidad siempre supera a la ficción, así que no me atrevo a decir que todo sea una locura, pero tampoco son informaciones que se puedan lanzar, porque no hay ninguna prueba y corremos el riesgo de hacerlas virales.
- ¿Qué piezas de teatro musical grabadas has curioseado?
- Ninguna. A mí me gusta ver teatro y danza, pero necesito tener a los actores cerca, me gusta poder oler su sudor, alargar la mano y casi poder tocarlos. Esa proximidad es la que le aporta todo el sentido a la experiencia teatral. He preferido ver series, pero sin engancharme.
- ¿Cómo se teleforma educando en casa?
- Es algo en lo que no creo: soy profe de danza y no puedo enseñar a distancia, necesito tocar a mis alumnos. Somos escuela y sala, y el modo online no nos convencía en ninguna de nuestras dos variantes. A través de una pantalla se pierden muchos matices. Y el actor necesita cercanía, jugar con la mirada... De modo que no he impartido clases, he aprovechado para mandar a mis alumnos material teórico, historia de la danza jazz, terminología…, del que en otras circunstancias les enviaría mucho menos.
- ¿Qué liturgia le espera a los alumnos al llegar a clase?
- Vamos a aplicar todo el protocolo: mascarillas, termómetros, gel hidroalcohólico, limpieza de los zapatos, reducción del ratio de alumnos, desinfección entre clase y clase... Intentaremos tomar todas las medidas de seguridad posibles para velar por la salud de los alumnos y de los profes.
- ¿Cuánta terapia vais a incorporar a vuestros cursos?
- Las clases en sí ya son una terapia, porque cuando los chavales se apuntan a la escuela es porque tienen una gran vocación y han renunciado a muchas cosas. Algunos, por ejemplo, se dejan su carrera de ingeniería y se ponen en contra de sus padres. Así que en el momento en que entran por la puerta ya están haciendo terapia
- ¿Vais a convertir la cantina en aula?
- De momento seguirá siendo el espacio de dispersión. Pero todo puede cambiar.
- ¿Qué clase de Frankenstein es un curso que combine las clases presenciales con las online?
- A lo mejor nos toca reciclarnos, porque vivimos en la era tecnológica. Yo me estoy quedando antigua, pero si no queda otra, y a pesar de ser algo en lo que no creo, me tendré que preparar para dar clases virtuales. De hecho, ya me he preparado alguna clasecita online, por si tuviéramos que combinar, pero me cuesta hasta pensar en ello. No sé cómo voy a enseñar a alguien a hacer una diagonal si esa persona no tiene espacio en su casa para hacer un desplazamiento. También depende de lo que se esté estudiando. En teatro musical, el solfeo sí se puede hacer online. También funcionaría un Zoom con el profesor para las clases de técnica vocal, porque es una formación muy personalizada, pero en la interpretación resulta extraño, porque los actores están todo el día abrazándose, y hay mucha energía que se perdería.
- ¿Qué es lo que más te ilusiona hacer cuando la actividad escénica se reactive?
- Llevar a mis hijos a ver algo infantil, porque están acostumbrados a ir al teatro casi todas las semanas. Y ver un musical, el que sea. Quizás Dreamgirls.
- ¿Qué oportunidades brindan las mascarillas a un oficio que arrancó en Grecia con máscaras?
- Nos lo hemos planteado. De hecho estamos diseñando unas mascarillas tipo commedia dell’arte. Ya que con la cara cubierta no se puede trabajar la expresión, buscamos darle juego a la mascarilla.