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opinión

Tipos de interés negativos, ¿estamos locos o qué?

El catedrático advierte que los tipos negativos han pasado de ser una anomalía a ser considerados como una regularidad empírica con la que hay que convivir

19/07/2019 - 

VALÈNCIA. A igualdad de cantidad y de calidad, todo agente económico prefiere los bienes presentes a los futuros. Esta, o una frase similar, es el principio con el que comienzan los manuales clásicos de la asignatura Matemáticas de las Operaciones Financieras. Pero esto parece que ya no se cumple en la Eurozona, al menos, desde hace un lustro. Efectivamente, en junio del 2014, los tipos de interés con los que el Banco Central Europeo (BCE) remunera a los bancos sus excedentes de liquidez perforó el límite de los tipos cero y se situó, por primera vez en la historia, en los 10 puntos básicos negativos.

Esta medida expansiva, muy poco convencional, fue recibida con cierta sorpresa; pero desde entonces hemos visto como el tipo de interés cobrado por tener el dinero en reposo ha bajado de -10 a -40 puntos básicos. Es más, la aparición de tipos negativos en las subastas de Letras del Tesoro en abril de 2015 -y en la negociación del bono alemán a 10 años en junio de 2016- ha extendido los tipos de interés negativos a los mercados primarios y secundarios de deuda de la Eurozona.

De hecho, transcurridos cinco años, los tipos negativos han pasado de ser una anomalía a ser considerados como una regularidad empírica con la que hay que convivir. Descartando la locura como la principal explicación de la existencia de rentabilidades negativas en la deuda pública y privada, entonces ¿qué es lo que está pasando? ¿cómo es posible que los inversores compren activos de renta fija con una TIR (rentabilidad) negativa?

Una de las primeras razones que se dio para justificar la inversión a tipos negativos fue la búsqueda de activos refugio. Esta actitud es típica cuando el inversor se encuentra inmerso en escenarios de mucha incertidumbre. El problema es que en estos momentos tenemos activos refugio por media Europa. Otra explicación la podemos encontrar en la compra de activos de renta fija a muy corto plazo con tipos negativos, pero superiores al tipo cobrado por el BCE. Es mejor invertir a -30 puntos básicos que a -40 puntos básicos. Puestos a perder, pierdo menos. 


En tercer lugar, se encontraría el papel que jugarían las bajas tasas de inflación que se llevan registrando en la Eurozona en los últimos años. Una tasa de inflación positiva siempre disminuye el tipo de interés nominal, pero la existencia de una tasa de deflación provocaría el efecto contrario, haciendo que la rentabilidad final real fuera superior a la ofrecida por el tipo nominal, pudiendo incluso llegar a ser positiva. 

Otra explicación a la inversión en activos con TIR negativa la tendríamos en el caso de un inversor extranjero que compra deuda denominada en euros. La evolución favorable del tipo de cambio podría compensar la TIR negativa ofreciéndole un resultado positivo. Finalmente, no hay que olvidarse de aquellos inversores que siguen teniendo expectativas bajistas con respecto a la evolución de los tipos de interés. Estos inversores esperarían nuevas bajadas en los tipos, aunque esa bajada se dé en la zona negativa, que traerían como consecuencia subidas en los precios de los bonos. Un segundo bloque de explicaciones lo encontraríamos a nivel institucional. Los fondos de inversión y de pensiones constituyen un público cautivo para la compra de deuda publica. Si su política inversora les obliga a comprar deuda pública de alta calidad crediticia, los fondos tendrán que comprar deuda con un TIR negativa sí o sí. 

El BCE también participa

Por último, tenemos al BCE. Sí, han leído bien, el BCE siguiendo con su política expansiva también participa en la compra de deuda pública y corporativa a tipos negativos, reinvirtiendo el cobro del principal de los activos de renta fija que compró al amparo del programa de compra de deuda que inició en el 2015.

Hasta ahora los tipos negativos han hecho su aparición en el mercado interbancario, en los mercados primarios y secundarios de deuda pública y privada, ¿los veremos en los bancos al depositar nuestros ahorros?

Ángel Pardo es catedrático del Departamento de Economía Financiera y Actuarial de la Universitat de València

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