SEGUNDA JORNADA DEL LOW FESTIVAL, duelo con franz ferdinand POR EL MVP DE LA NOCHE

The Hives dinamitan el Low, los suecos toman Benidorm

30/07/2017 - 

BENIDORM. Segundo día de festival, tercero si tenemos en cuenta la Welcome Party de este año, con alguno de los cabezas de cartel ya mostrando sus cartas, y el evento ya coge la velocidad del Stella Solaris, aquel Crucero del Amor que llenó las pantallas televisivas entre mediados de los años setenta y los ochenta. Aunque la comparación más exacta de esta jornada de sábado en el Low, en términos de serial televisivo, debería ser con un western, por aquello de los encabalgamientos.

A una hora bastante temprana, Ramón Rodríguez y Ricardo Lezón, acompañados del resto de los McEnroe,  se subían a un escenario Matusalem, rodeados de luz y de un nutrido grupo de incondicionales que poblaban la inmensa explanada frente a las tablas. La propuesta en común de The New Raemon y McEnroe se encuentra cada vez más consolidada. “Este ha sido el último concierto con banda de la gira  y tocar en un festival como este, tan profesional técnicamente hablando,  nos sirve para comprobar cómo han crecido las canciones, en este formato de banda completa, diferente de las actuaciones que hemos hecho Ricardo y yo, desnudándolas completamente, sólos con nuestras armonías vocales, y las guitarras como un acompañamiento  muy leve”, comentaba Ramón Rodríguez / New Raemon, ya con la tranquilidad del trabajo realizado, atendiendo a Alicante Plaza, un buen rato después de su actuación, en el cuco interior del remolque Gibson que hacía las veces de sala de prensa, situado en la zona Vip del escenario Estrella Damm.

Escenario “principal” que a hora también temprana acogía a unos a los neoyorkinos Nada Surf, todavía en forma, a pesar de las canas. Rememorando antiguas visitas por tierras alicantinas, donde llegaron a ser asiduos de la sala Camelot, ofrecieron el primer hit para la selección de la noche, un Popular a elección popular, debido al tiempo limitado de las sesiones, algo menos contundente, pero en el que el recitado rap de Matthew Caws adoptada un sentido más litúrgico, en contrapunto a las humorísticas presentaciones del vibrante castellano de Daniel Lorca.

Del Estrella Damm al escenario Wiko, el de las bandas y los músico emergentes, ese escenario donde Las Odio rebentarían los oidos de las últimas filas de saltarines seguidores de la banda indie mainstream del momento, Viva Suecia, con su riot grrl punk de toques fresonrebeldistas. Pero de momento, este escenario entre espacios VIP se encontraba ocupado por la chilena Soledad Vélez, que con su potente chorro de voz se sobreponía a una banda sólida y ruidosa, agazapada tras un teclado que acabaría sorteando para bajar a pie de pista, rodeada de una entusiasta marea de teléfonos móviles grabando. Soledad Vélez dará que hablar, y bien, tal vez con un cambio de lengua en sus composiciones, aunque el inglés actual da bastante juego a su modulación vocal.

De los chicos de Viva Suecia poco se puede decir, más que fueron una de las parados obligatorias de una noche repleta de masivos éxodos. La muchedumbre que acabó ocupando los espacios alrededor de la torre de vigía televisiva del estadio Estrella Damm para escuchar a los Nada Surf, se trasladó en masa aún más compacta para escuchar ese puñado de temas que Rafa Val y el resto de la banda interpretan en directo con una profesionalidad absoluta de stars efímeras en pleno crecimiento hacia algo más, un “algo más” augurado por compañeros de profesión convencidos de que este grupo joven de jóvenes crecerá y madurará de manera tal vez sorprendente. De momento, Bien por ti, Hemos ganado tiempo, A dónde ir o Los años, fueron coreados voz en grito, a pesar de el sonido un tanto opaco de este escenario, con una franja de choque bastante extensa con los crujidos y golpeteos que bajaban desde el escenario Wiko, poblado este año por mucha contundencia y desparpajo, como el de Las Chillers que lo cerrarían, haciendo resonar su propuesta hermana a Las Odio, por encima de los ecos del momentazo de la noche... pero todavía no hemos llegado ahí.

Todavía tocaba entrar a presenciar uno de los más sólidos directos que se pueda ver en un escenario ahora mismo, el de las hordas escocesas de Alex Kapranos, unos Franz Ferdinand tan seguros de sí mismos que no dudaron en lanzar uno de sus hits ya en los primeros compases de la actuación, un Do you want to potentísimo con ese ritmo tan característico de la banda, deudor de los Rolling más gamberros, que hizo estallar al público en pie que empezaba a llenar hasta las gradas en un “You lucky, lucky, You're so lucky!... lucky, lucky, lucky” estremecedor. A partir de aquí, un sin fin de ritmo y buen rollo desde Glasgow, hasta que, poco antes de acabar, una vez más con tanta claridad de que su show es perfecto que les importaba un pimiento no coronar en lo más alto, lanzaban ese Take me out que los catapultó desde el indie al estrellato mayoritario.

Como no podía ser de otra manera, había que correr, incluso prescindir de algún que otro tema escuchado en plena huída, si se quería catar alguna otra de las propuestas sabatinas. Además una de las propuestas más especiales, por la que Alicante Plaza había apostado de manera clara en su itinerario recomendado. La DJ, productora y percusionista Izaskun González, conocida como RRUCCULLA, que cuando todavía resonaban los últimos rasgueos de los chicos de Glasgow, al otro lado de las gradas del estadio, se adueñó de los platos y las baquetas del espacio Jägermeister, único reservado este año para las propuestas electrónicas, notoriamente ausentes del resto de los escenarios. Un set que empezó con poco público, de manera dubitativa –no por RRUCCULLA, sino por lo atrevido de la propuesta en un mar de mainstream- y que acabó, en palabras de un buen amigo, como “una puta locura”. 

Con Izaskun habíamos estado hablando un rato antes de empezar a preparar su actuación, paseando entre backstages, buscando imposibles lugares tranquilos para charlar, y ya nos había expresado su extrañeza, “todavía me sorprende que me acojan en estos festivales, porque es como una corriente de música diferente a todo esto y la verdad es que estoy contenta de estar aquí, yo he adaptado mi set para este festival, pensando en el público que viene aquí, tocaré cosas más vivas, no tanto free-jazz, por ejemplo”. Esa vitalidad de la apuesta RRUCCULLA acabó rebentando el pequeño espacio de baile ante los platos y la iluminación que escondía totalmente la silueta de esta artista con el deseo de saltarse todas las fronteras posibles, las musicales y las administrativas, con una decidida apuesta por la internacionalización de su sonido ecléctico, bien nutrido de múltiples referencias, como si hubieran sometido a electroshock a los Tortoise.

Todavía rehaciéndonos de los efectos del electrochock, junto con el resto de la marea fuimos ocupando un lugar más cercano al escenario Estrella Damm, ya con el cansancio acumulado de muchas horas de sonidos, todo el mundo ya con un pequeño bajón de energía. Pero de repente, un foco direccional señaló el espacio central del escenario, las baquetas de Christian Grahn calleron como mazas sobre los tambores y, “señores y señoritas”, la hipnótica personalidad de Pelle Almqvist apareció sobre las tablas, bien arropadito por las guitarras y el bajo de Nicholaus Arson, Johan Gustafsson y Mikael Karlsson, todos ataviados con sus perfectos trajes en blanco y negro, como un puñado de arlequines demoníacos. Sólo hay un grupo que ataviado con trajes de hechura perfecta puede destrozar los oidos de manera similar a The Hives, The Presidents of the United States of America.

Hate to Say I Told You So, Walk Idiot Walk, A Little More For Little You, Go Right Ahead, hasta llegar al clímax de un Tick, Tick, Boom que, eternas presentaciones a parte, con el amigo Pelle interactuando con las primeras filas de público, les concedió sin lugar a dudas ese MVP de la noche que a priori se preveía para los escoceses Franz Ferdinand.

Suecia ganó el festival Low de Benidorm en la noche del sábado.

Para bajar un poco las revoluciones, y poder dormir un rato al llegar a casa, nada mejor que acabar visitando de nuevo el escenario Matusalem, donde los Delorean empezaban a desplegar su repertorio house amable poblado de loops y guitarras. Desde Zarautz, el sonido amable y bailable servía para bajar el ritmo cardíaco, sin dejar de bailar.

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