VALÈNCIA. “¿Que como es una sala de guión? Básicamente es gente con cara de desesperación, encerrada muchas horas en una habitación muy fea”. Adolfo Valor contesta a nuestra pregunta con un chiste que encierra algo de verdad, pero que al mismo tiempo es lo suficientemente hiperbólico como para hacernos sonreír de forma automática. Curtido en todas las trincheras de la comedia (stand-up comedy, televisión, ficción cinematográfica), Valor escribe estos días junto a su socio Cristóbal Garrido los últimos capítulos de Cuerpo de Élite, serie de “polis” protagonizada entre otros por una mossa d’esquadra, un ertzaina y un miembro de los Tédax valenciano. Basada en la película homónima de 2016, esta nueva producción que estrenará Antena 3 en las próximas semanas es solo uno de los hitos profesionales conseguidos por este guionista benidormense afincado en Madrid desde hace más de una década.
“Siempre tuve muy claro que tenía una sensibilidad especial para el humor. En el colegio y en casa siempre intentaba hacer reír a mis amigos y a mis padres”, recuerda. “Sin embargo, la aproximación profesional al humor es muy distinta. Esto al fin y al cabo es un oficio en el que hay que hacer mucha prueba y error. Con los años desarrollas un músculo y sabes más o menos qué cosas funcionan y qué no”.
Después de trabajar varios años en el equipo de guionistas de El Intermedio (La Sexta), Adolfo establece claramente las ventajas y los inconvenientes del pulso diario de la televisión en contraste con la ficción. “Tanto en la tele como en los monólogos tenemos una capacidad de reacción que no existe en el cine ni en las series. En los primeros el feedback es inmediato, de modo que si un tipo de chiste no funciona, al día siguiente cambias de tercio. En la ficción te lo juegas todo a una sola carta. Y hay cosas que pensabas que funcionarían, y de repente no lo hacen”.
Provocar la risa de los demás tiene más de arte que de ciencia, de modo que a los guionistas no les queda otra que hacer tests con ellos mismos. “En comedia es bueno trabajar en equipo y no enamorarte nunca de una idea. Tu chiste no sobrevivirá si no hace reír al compañero. Y no debe hacer discusiones al respecto. Trabajar en equipo también es bueno porque las cosas toman forma más fácilmente. A lo mejor uno piensa una premisa, a otro se le ocurre un giro y a un tercero le viene a la cabeza un buen remate”.
Raúl Navarro, guionista del programa Leit Motiv (#0) coincide en la importancia de trabajar en equipo, y particularmente en la conveniencia de formar parejas en las que se alcance un nivel de confianza suficiente como para que uno le diga al otro que su idea no tiene gracia sin que nadie se moleste. “Esto es algo muy importante, porque garantiza que el guión que se presenta ha pasado ya un filtro muy duro”. Navarro nació en Albacete pero inició su trayectoria profesional en València, ciudad a la que se había trasladado para estudiar Informática. Después de abandonar la carrera estudió un curso de guión y acabó escribiendo sketches para la serie Autoindefinits de Canal 9. “Fue un poco friki, porque yo no hablaba ni una palabra de valenciano, así que traducía mis escaletas con el Salt. Hasta que un día me llamaron de la productora y me dijeron que no sabían si mis guiones eran buenos o malos, porque no entendían nada. Al final tuve que contratar a una traductora de verdad”. El golpe de suerte definitivo le llegó a través de su amigo Alberto González Vázquez, responsable de los videos manipulados de El Intermedio. “Me dijo que estaban haciendo pruebas de guión, y me presenté sin mandar mi currículum para que no supieran que no tenía ninguna experiencia en un trabajo de ese tipo. Conseguí el puesto, pero el primer año fue muy duro. Pensaba todo el tiempo que iban a despedirme, porque era algo totalmente nuevo para mí y el ritmo de trabajo era frenético”. Al final, se quedó ocho temporadas.
Preguntamos a Navarro por el sistema de trabajo en uno de los programas de mayor éxito de la parrilla televisiva, en el que trabaja un equipo de 16 humoristas. “Se convoca una reunión sobre las diez u once de la mañana en la que se hace un volcado de prensa y se eligen las seis noticias sobre las que se va a trabajar ese día. Se dedica el resto de la mañana a tareas de documentación y hemeroteca, pidiendo ayuda a los redactores para que nos busquen recursos. Debemos documentarnos muy bien para no hacer el ridículo (al fin y al cabo no somos periodistas). Después de comer es cuando comienza el trabajo creativo puro y duro. El programa empieza a las nueve y media, y a veces a las 21,10 estás todavía dándole vueltas a la cabeza porque te falta un chiste sobre refugiados, por ejemplo. A veces llega a ser un poco estresante, claro”.
“En Leit Motiv el sistema es diferente, porque el peso del guión se concentra sobre todo en el monólogo de 12 o 13 minutos del inicio. En general es un programa donde hay mucha más improvisación. La capacidad de Broncano o Buenfuente para salirse del guión, sacarse de la manga cuatro chistes y volver al papel de forma natural es increíble. Allí hacemos un brainstorming por la mañana en el que sacamos los temas principales de los que constará el monólogo. Nos los repartimos por bloques y trabajamos por separado. Marcos Mas, un guionista que lleva diez años trabajando para Buenafuente y domina su tono, ensambla todos los bloques. A la hora de comer ya tiene que entregarse todo, y la tarde se dedica a avanzar el trabajo de las próximas semanas, desarrollando personajes, sketches y proponiendo nuevas secciones de contenido”.
Paralelamente, Navarro escribe sus propios monólogos. “Ahí el nivel de autoexigencia es mayor, sobre todo porque ahí sí que no puedes echarle la culpa a nadie si el guión no funciona. Tú eres responsable al 100% de cómo suene el texto al interpretarlo en voz alta”.
Una de las humoristas más destacadas del país en el género de monólogos es María Juan, actriz nacida en Ontinyent que también ha desarrollado gran parte de su carrera en Madrid. Dio sus primeros pasos en el circuito de Café Teatro de València, pero fue un monólogo estrenado en su pueblo el que le abrió el camino de la stand up comedy en el que continúa diez años después. La localizamos en el teléfono móvil, en una furgoneta cargada de humoristas que vuelve a València después de rodar “un programa sobre malnoms”, con formato de entrevistas callejeras, que se emitirá en la primera temporada de Àpunt. “Actuar directamente frente al público tiene la ventaja de que puedes ir moldeando el guión dependiendo de la ciudad donde estés y el tipo de espectadores a los que te enfrentes. No tienen el mismo humor en Madrid que en Cataluña, ni unos señores mayores en una terraza de pueblo que gente que paga una entrada por ir a verte al teatro”.
Los monólogos de María Juan suelen tener acento feminista y apostar por temas como la maternidad. “El hecho de ser mujer te obliga a ganarte al público mucho más, porque está todavía demasiado establecido que las mujeres somos menos graciosas y que siempre hablamos de lo mismo. Y lo cierto es que en este país tenemos humoristas con un discurso potente y muy atrevido, que no se conocen todo lo que merecen, como Eva Cabezas, Raquel Sastre, Maru Candel o Patricia Sornosa, que también es valenciana”.
Óscar Bernácer, cofundador de la productora Nakamura Films (Bikini, El hombre que embotelló el sol) junto a Jordi Llorca y Joana M. Ortueta, lleva años moviéndose entre géneros. Su faceta como guionista de comedia ha tenido como punto álgido el cortometraje Apollo 81, que ha recorrido cerca de 500 festivales de todo el mundo, ha obtenido 160 premios y fue adquirido por HBO para su emisión en Estados Unidos.
“Creo que en documental y en el drama es más fácil conseguir el hilo por el que tirar, pero en la comedia, al menos en mi caso, necesito entender que la historia cuenta algo más, y no se limita a ser graciosa. Me gustan los personajes que despiertan la sonrisa, pero no porque pretendan ser graciosos, sino porque generan empatía. Te reconoces en ellos y te ríes”.
Bernácer –cuyo primer largometraje, Ofelia, será precisamente una comedia- pone un ejemplo paradigmático del tipo de humor que admira: las películas de los hermanos Cohen. “Para mí son maestros porque crean personajes son universos tan complicados y diferentes, pero a la vez tan verosímiles, que te atrapan irremediablemente”.
“La comedia –reflexiona- se nutre de elementos universales, pero cada uno tiene un sentido del humor distinto. Cuando eres capaz de dar en la diana y hacer reír a todos, entonces es que eres un crack”.
El guionista y director de cine valenciano César Sabater coincide con Bernácer en que la dificultad añadida de la comedia reside en que “el tipo de humor varía totalmente dependiendo de la edad, la procedencia, la sensibilidad o el tipo de cultura de una persona. Creo que es el género más difícil que hay, entre otras cosas porque los festivales y la crítica se lo toman menos en serio”. El humor escatológico tiene mucho éxito en un sector de público y absolutamente ninguno en otro. Lo mismo ocurre con el humor que traspasa con creces la barrera de lo políticamente correcto o el que juega con la sutilidad y la presunción de inteligencia del público. Poco tienen que ver entre sí los Morancos, Benny Hill y Louis C. K.
“Para mí, el cénit de la comedia es El Apartamento de Billy Wilder, por su capacidad de sumar comedia, drama y moraleja”, comenta Sabater, cuyo primer largometraje, Paella Today , se estrena el 23 de marzo en salas de todo el país. “Hicimos un primer pase en Albacete hace poco y funcionó muy bien. Pero creo que es en la Comunitat Valenciana donde se entenderá mejor. De hecho, el 50% de las copias que se han distribuido se proyectarán en las tres provincias”. “Para mí ha sido muy importante contar con Juanjo Moscardó para la reescritura del guión. Me ayudó a quitarme las ínfulas de autor, que son una gilipollez y al final no te llevan a ningún sitio. Para que funcionase había que hacerla más popular, y quitarle un poco de valencianía para que también le hiciese gracia a un gallego. Creo que ha ganado mucho”.
No es el único proyecto de humor que tiene entre manos. En estos momentos está desarrollando una webserie para Àpunt llamada El sindicat de la fam(a). Trece capítulos de 10-15 minutos inspirados en el estilo de falso documental de The Office. “Es una especie de coña sobre Canal 9 en la que Ferran Gadea Torrent se interpreta a sí mismo como un actor que quiere alejarse de su personaje en L’Alqueria Blanca. También aparecen otros personajes (todos haciendo de sí mismos), como Ximo Solano, Mencheta y yo mismo”.
Al final, el humor suele reducirse a eso mismo: la capacidad de reírse de uno mismo y aquello que se supone que nos representa.