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La compraventa siembra la incertidumbre entre los 2.300 empleados valencianos de ambas firmas

Santander y Popular se solapan en el 98% de su red en la Comunitat

8/06/2017 - 

VALÈNCIA/ALICANTE. La compra por un euro del Banco Popular por parte del Banco Santander zanjó a primera hora de este miércoles un largo periodo de rumores e incertidumbre sobre qué entidad absorbería finalmente a la maltrecha firma. Misterio resuelto: el líder del sector en España se llevó el gato al agua este miércoles en una apresurada operación bendecida por Europa, todo tras un agónico martes en el que el Popu estuvo al borde del abismo.

Pero, resuelta la incógnita sobre quién lo absorbería, el banco afronta ahora la del cómo. Y aquí subyace una honda preocupación sobre la estructura y la plantilla de la entidad resultante de la operación. Fuentes de UGT consultadas por este diario advierten de que Santander y Popular, una vez hechos los ajustes que ambos llevaron a cabo para afrontar la crisis económica, "coinciden en el 98% de las 'plazas' de la Comunitat en las que operan". "Aunque cada uno tiene su tamaño y sus peculiaridades, son dos bancos que han competido por el mismo espacio", explican.

El solapamiento de sus redes en la Comunitat Valenciana llega hasta el punto de que son varias las calles donde ambas firmas ocupan inmuebles vecinos, sin ir más lejos la céntrica calle Barcas de València, donde la oficina del Popular ubicada en número 3 comparte vía con la sede central del Santander. Existen incluso casos de vecindad 'pared con pared', como en la Gran Vía Fernando el Católico -a la altura del número 25- o en la Avenida Mayor de la localidad de Massamagrell.

En la provincia de Alicante se repite el esquema. Sin ir más lejos, Santander y Popular tienen oficinas a escasos metros de distancia en La Rambla de Méndez Núñez de la capital alicantina, y de nuevo la cercanía se produce en el caso de la oficina del Banco Popular en la avenida de Maisonnave y la que el Santander tiene abierta en la calle París, a solo una manzana. Otras dos oficinas de las dos entidades se encuentran a solo dos calles de distancia en el barrio de Benalúa. Y en la ciudad de Elche, las oficinas de los dos bancos se solapan hasta en tres ocasiones en el centro y el casco antiguo.

Tal circunstancia y el devenir de los acontecimientos sembró este miércoles la incertidumbre en ambas plantillas. Santander cuenta con alrededor de 1.520 empleados en la Comunitat (870 en Valencia, 480 en Alicante y 170 en Castellón) mientras que Popular tiene unos 750 (400 en Valencia, 300 en Alicante y 50 en Castellón). En total se trata de cerca de 2.300 personas -aproximadamente-.

Por lo que respecta a oficinas, Santander tiene alrededor de 300 en la Comunitat -según estiman fuentes del sector-, mientras que Banco Popular cerró el primer trimestre de este año con 122.

Resulta evidente que la entidad que preside Ana Patricia Botín aprovechará de algún modo las sinergias de la compraventa para reducir costes, y es aquí donde reside el temor de unas plantillas que llegan a este complejo proceso con la herida laboral aún abierta tras los ajustes que la banca aplicó durante la crisis económica y financiera.

"Hay negocios dobles y todo va a depender de para qué nos hayan comprado. Estamos a la espera de averiguarlo", explican desde la organización sindical. Todo parece en el aire hasta que la empresa vaya perfilando su hoja de ruta. La única información de la que disponen hasta la fecha es el mensaje de bienvenida que les mandó este miércoles su nueva presidenta, quien les animó a continuar trabajando con la habitual "normalidad y profesionalidad".

Fuentes sindicales reclaman que no se repita con la absorción del Popular "lo ocurrido con los procesos de integración de otras entidades financieras". En este sentido denuncian que, a nivel nacional, ya se perdieron cerca de 4.400 empleos con la integración de Banesto y Banif en Santander; o que, tomando el ejemplo de otra entidad financiera, La Caixa solo integró 1.200 empleados de los 4.600 que trabajaban en Barclays.

Otro caso de esta práctica -según las mismas fuentes de UGT- fue la plantilla de Banco de Valencia que terminó incorporándose a Caixabank: solo el 40% de los alrededor de 1.600 que formaban su plantilla "y porque se trataba de un banco intervenido", apuntan.

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