SAN VICENTE DEL RASPEIG. "La responsabilidad nunca es de las víctimas, sino de los agresores". Una frase que pretende llamar la atención, entrar en la cabeza y quedarse a vivir en ella para siempre. Tantas veces defendida -y otras tantas cuestionada-, esta realidad se encuentra impresa en una de las páginas que componen la guía de prevención de la violencia de género en edad temprana que se ha elaborado desde la concejalía de Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig. Una herramienta orientada al target adolescente y propuesta como documento para leer y trabajar en los centros educativos.
"Por la covid-19, este año va a ser más difícil realizar los talleres que se hacían en los institutos para la prevención temprana de la violencia de género. Con esto se propone una alternativa, una especie de autotaller", explica Juan Lillo, sociólogo especialista en igualdad que ha elaborado la guía. En este sentido, la herramienta educativa está destinada a servir como una especie de consejera, motivo por el cual adquiere una voz tutora, para distinguir entre las conductas sanas y tóxicas en las relaciones afectivo-sexuales, sobre todo en las primeras edades.
Por su "vocación de enseñar o de ayudar a descubrir", esta especie de manual incluye seis actividades, algunas de las cuales "se podrían aprovechar mejor en el centro escolar si son dirigidas por los tutores y tutoras del alumnado; no son difíciles, porque están pensadas como juegos y dinámicas de descubrimiento", introduce. Y distingue que "otras, en cambio, tienen un formato autoaplicable, porque son cuestionarios o actividades que incitan a la lectura y a la reflexión". Como adicional, la última actividad rinde homenaje al 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia de Género.
La idea de introducir en la edad adolescente la educación afectivo-sexual y la detección de posibles signos de violencia de género o violencia machista surgió como una "prueba piloto por la incertidumbre de cómo se enfocará la docencia en los institutos por la covid-19", cuenta Isabel Candela (PSOE), concejala de Igualdad y Bienestar Social. "Queríamos ir a donde creemos que debemos empezar, que es la edad adolescente", sentencia, aunque reconoce que "aún se puede empezar desde más abajo educando en igualdad y fuera del ámbito de la violencia de género".
La guía proporciona pinceladas para saber identificar la violencia de género y la violencia machista sin centrarse únicamente en el asesinato. "Parece que este sea el fin último, pero no; hay muchas más cosas por en medio que tenemos que aprender a ver y a detectar", aclara la edil. Violencia psicológica, micromachismos y todas las cuestiones que se puedan dar dentro de la violencia hacia las mujeres quedan retratadas en este documento que también ha formado al profesorado a través de un webinar, pues desempeñan el papel de "agentes que deben ayudar en ese tema para que la juventud también entienda qué es la violencia de género y empezar por prevenir", insiste Candela.
Además de didáctico, el manual arroja datos como que "desde el año 2003 más de 1.050 mujeres han sido asesinadas por violencia de género" o que "es probable que al menos el 12% de las mujeres españolas mayores de 16 años hayan sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja". Situaciones que podrían reducirse o, en el mejor de los casos, dejar de producirse si "las nuevas generaciones de muchachos son educados en el principio de igualdad entre los sexos y el respeto a la diversidad afectivo-sexual y familiar, lo que conseguiría atenuar mucho e incluso remediar el problema de la violencia de género", ofrece la solución Lillo.
"Lo más importante es educar a los varones jóvenes y también a los adultos en una nueva ética del cuidado", recalca el experto. E insiste, además, en la necesidad de "sustituir una ética de la competencia y las actitudes de posesión, dominación y control por una ética del cuidado y las actitudes de libertad, igualdad y respeto en las relaciones. Pero esto tendría que convertirse en un objetivo prioritario del sistema educativo, no en una cuestión secundaria o carente de importancia, porque a todos y todas nos va la convivencia en ello, pero a muchas mujeres les va la vida en ello", lamenta.
La industria pornográfica como educadora sexual es otro de los actores que se mencionan en las páginas. Un sector audiovisual del que "los chicos son, en mayor grado, los consumidores, educándose así con unas expectativas de técnicas sexuales que la mayoría de chicas no estarán dispuestas a realizar. Cuando se encuentran con la negativa, la frustración que provoca en los varones puede llevar a forzar las relaciones sexuales". Por ello concluye que "la pornografía incita a la violencia sexual y, probablemente, al consumo de la prostitución, razón por la que una adecuada educación afectivo-sexual es imprescindible para poner freno a este círculo vicioso entre prostitución, violencia sexual y pornografía".
En este sentido, critica al sistema educativo español por "no actuar de manera eficaz ni en la prevención de la violencia de género ni en la prevención de la violencia sexual contra las mujeres". Una situación que se ha generado "porque son temas muy mediatizados y politizados, de los cuales se ha hecho una bandera de lucha partidista con ejercicios poco comprensibles como el pin parental", ejemplifica. En esta línea, culpa a la "moral atrasada" de España con respecto a otros países de Europa y garantiza que "tanto la coeducación como la educación afectivo-sexual son un bien para el alumnado, para los chicos y las chicas, algo que cuando reciben les resulta provechoso y les ayuda a llevar una vida más plena y más feliz. La ignorancia en estos temas aboca al riesgo y el riesgo acaba en la agresión o en el dolor".