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¿Qué mal ha hecho Greta?

15/12/2019 - 

Dime cuánto te molesta Greta Thunberg y te diré lo mayor que te has hecho. La colección de ataques a la adolescente sueca que con todo merecimiento ha sido catalogada como la 'Persona del año' por la revista Time oscila entre lo ridículo y lo esperpéntico: que debería estar en el colegio, que está manipulada por sus padres, que es una marioneta de los ecologistas, que por qué no fue a Madrid en bicicleta, que es un futuro juguete roto, que su dramatización de la alarma climática es patética, que debería vivir en un país pobre y entonces sí lloraría de verdad, que no tienen ni idea de lo que habla, que a quienes hay que hacer caso es a los científicos...

Precisamente, la comunidad científica ha salido en su defensa no tanto por lo que dice, que no es una experta, sino porque ha llevado a los más jóvenes el mensaje que ellos venían predicando en el desierto desde hace al menos 50 años. Como Félix Rodríguez de la Fuente en ese programa de TVE de los años setenta en el que alertaba de la incipiente "cultura de la basura" que hoy tratamos de reconducir. "Escuchen a los científicos" es uno de los lemas de Thunberg.

No es preocupante que la ataquen los negacionistas, que son coherentes con sus arremetidas contra la teoría del cambio climático, la diga Agamenón o su porquero, sino aquellos que comparten su preocupación por el futuro del planeta pero no soportan que la lidere ella. La pregunta es qué mal ha hecho.

Lo que más les irrita de Greta es su juventud. Y encima, mujer, por si no querías caldo. A nadie le gusta que una "mocosa" sin experiencia en la vida venga a dar lecciones de lo que tenemos que hacer, porque, para empezar, quedamos en evidencia por lo que no hemos hecho. "Saber y no hacer es, de hecho, no saber", dice un proverbio japonés que viene que ni pintado para muchas de las 25 Cumbres del Clima celebradas.

Cumbre del Clima celebrada las dos últimas semanas en Madrid. Foto: Jesús Hellín/EP

Aquí todos sabemos lo que hay que hacer pero el planeta se va a la mierda y la culpa es de los demás porque quien más quien menos separa la basura casi siempre —no querrán que vaya con la lata en la mano toda la tarde, que pongan más contenedores—; y está a favor del carril bici, pero que Grezzi lo ponga donde no moleste a los coches, no en la avenida Reino de València; y muy a favor de los impuestos medioambientales pero no a nuestras industrias, que lo primero es el empleo; y a favor de que haya menos emisiones pero no querrán que los viajes los haga en catamarán ni que deje de viajar ahora que hay vuelos low cost, y tampoco vamos a hablar mal del turismo porque aquí es un sector fundamental de la economía...

Y poco más, que no querrán que arregle uno el mundo, que eso es cosa de los gobiernos. Los gobiernos que se reúnen cada año desde hace 25 con el resultado de todos conocido —la Cumbre de Chile/Madrid, otro fracaso— porque Roma no se hizo en dos días ni Zamora se ganó en una hora. Pero están en ello. Saben lo que hay que hacer, llevan dos décadas negociando la forma de reducir las emisiones y la contaminación sin que nos cueste más dinero y sin renunciar a nuestro estilo de vida de usar y tirar, a la cultura de la basura de la que hablaba el amigo Félix.

Así que no necesitan que venga esta "niñata" a cantarnos las cuarenta porque lo poco que acordamos no lo cumplimos; a meter prisa con sus sobreactuaciones, how dare you!; a sacar a la calle a adolescentes en todo el mundo, a movilizar a la juventud "que debería estar en el colegio", how dare you! Esto es lo que siempre ha molestado a los carrozas, que los "jóvenes descerebrados" emulen a un líder de su generación en lugar de seguir el ejemplo de los mayores (que cuando eran jóvenes hacían lo mismo, y menos mal, porque si no se pararía el mundo). Lo de "seamos realistas, pidamos lo imposible" tiene más de 50 años y a esa generación pertenece buena parte de los cascarrabias de hoy.

Greta Thunberg en una manifestación en Montreal (Canadá). Foto: CONTACTO

Lo que te molesta, querido carca, es constatar que la nueva generación es mejor que la anterior, que era mejor que la anterior, que era mejor que la tuya. Más solidaria, más comprometida, más justa, más feminista, más ecologista. ¿Qué hacíamos nosotros en los ochenta cuando el icono de las protestas era el 'cojo' Manteca? ¿Te parece mal que los adolescentes tengan como referente a esta chica o a otros jóvenes que han surgido a su vera en distintos países y no a los Sánchez, Casado o Iglesias que se parecen a sus padres? No es culpa nuestra ni suya, es la evolución natural de la especie humana. Por eso, no te sorprendas si tu hija de 16 años te abronca por usar tres algodones desmaquillantes pudiendo usar dos o, mejor aún, algodones reciclables, porque resulta que los algodones desmaquillantes también contaminan. Alégrate porque la revolución ha llegado a tu casa y es gracias a Greta.

Al ecologismo le está pasando como al feminismo, que después de décadas de lucha de muchas minorías dispersas se ha desparramado por el mundo gracias a la globalización y las redes sociales. A los dos movimientos se han apuntado los jóvenes con una precocidad nunca vista. Toda revolución dibuja un movimiento pendular que provoca excesos, injusticias y errores —se corregirán— que sirven de alimento a los inmovilistas, a los enemigos del progreso. El inevitable postureo de los políticos y de las multinacionales que se apuntan a cualquier moda —lo de la sostenibilidad de algunas empresas roza el ridículo— es otra fuente de rechazo de quienes aprovechan cualquier mácula para descalificar todo el movimiento. En este punto también es admirable la tranquilidad de la joven sueca a la hora de enfrentarse a las críticas, las burlas y los memes.

Dejo aquí la explicación de la revista Time sobre la distinción de Greta como 'Persona del año' —con una terrible portada que parece hecha por el enemigo, dicho sea de paso—: "Thunberg no es líder de ningún partido político o grupo de defensa. Ella no es la primera en hacer sonar la alarma sobre la crisis climática ni la más calificada para solucionarlo. Ella no es científica ni política. No tiene acceso a las palancas de influencia tradicionales: no es multimillonaria ni princesa, ni una estrella del pop, ni siquiera una adulta. Es una adolescente ordinaria que, al reunir el coraje para decirle la verdad al poder, se convirtió en el ícono de una generación. Al aclarar un peligro abstracto con indignación penetrante, Thunberg se convirtió en la voz más convincente sobre el tema más importante que enfrenta el planeta". Muy de acuerdo.

Portada del 'Time' publicada esta semana. Foto: Time

A la generación de Greta Thunberg le corresponde, por edad, gobernar el mundo a partir de 2050. Parte con una ventaja respecto a los actuales líderes y es que viene enseñada sobre el problema del cambio climático y la contaminación del planeta. Los de ahora lo han tenido que aprender y a algunos, como Trump o Bolsonaro, no les entra en la cabeza. La agenda feminista inunda ya los discursos y los programas de los partidos políticos; es previsible que ocurra lo mismo con la agenda ecológica y será en parte gracias a Greta. ¿Qué mal ha hecho?

Solo añadir que después de escribir este artículo me siento más joven. Esta vez he logrado entenderlos.

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