VALÈNCIA. Una cantante retirada que ha perdido la memoria y su mayor admiradora que, a base de imitarla se ha convertido en una copia exacta. Ellas son Lila (Nawja Nimri) y Violeta (Eva Llorach), dos mujeres diferentes y una sola identidad.
Ese es el punto de partida de la nueva película de Carlos Vermut que vuelve a ratificar su talento después de convertirse en un director de culto gracias a sus dos anteriores películas, la adscrita al low cost Diamond Flash y Magical Girl, con la que ganó la Concha de Oro y la de Plata en el Festival de San Sebastián hace cuatro años.
Pocos directores dentro del cine español actual son poseedores de un universo tan personal como el que tiene Vermut. Sus películas se encuentran a medio camino entre el mundo real y el imaginario, entre el espacio consciente y la pesadilla. Son una puerta de entrada al horror y a la extrañeza y contienen un remolino de ideas que se repiten, de paradojas que se complementan y de imágenes especulares que van configurando un círculo infinito que no se termina nunca.
Tanto a nivel narrativo como visual, el director ha ido poco a poco puliéndose y perfilándose hasta alcanzar un mayor refinamiento. Parece haber un abismo entre tosquedad de Diamond Flash y la exquisitez compositiva de Quién te cantará, pero de alguna manera la mirada a la hora de acercarse a los personajes y los espacios que habitan, a los objetos que los definen, no ha cambiado tanto. En esta ocasión, el director ha optado por dotar a la película de una atmósfera fantasmal, suspendida, a medio camino entre la vida y la muerte y que nos conduce por un espacio de indefinición etérea en el que late el enigma. Es su forma de introducirse en los secretos de sus personajes, en sus torturas internas, en su sentimiento de desorientación dentro del mundo que habitan que se encuentra muy alejado de la realidad material, pero toma sus pulsiones de ella.
Dice el director que concibió la película como una transfusión de identidades. Una se iría convirtiendo en la otra hasta unirse por completo en un ser único. Lila alimentándose primero de Violeta, intentando volver a ser ella mirándose en el espejo de la otra mujer, y Violeta adoptando finalmente la forma deseada, la de su objeto de admiración y deseo. Una sola mujer desdoblada en dos.
Quién te cantará es un retorcido cuento macabro en torno a la fama y a la imagen distorsionada que proyectamos ante los demás. Si Lila es la máscara del éxito, Violeta es lo todo que hay detrás de ella: las frustraciones, las inseguridades, la fragilidad más extrema, el fracaso vital. La diva intocable, inalcanzable y la mujer terrenal sometida a los vaivenes y las penurias de la vida.
Como suele ocurrir en todas sus películas, el fuera de campo resulta fundamental, aquello que no vemos, pero intuimos y toda la batería de sugerencias que propone de manera velada. Pero en este caso, la abstracción es todavía mayor, parece como si nos encontráramos en un estado más mental que físico. Como si todo lo que estamos viendo fuera en realidad un sueño. Quizás, por esa razón, la tensión aparece en esta ocasión más diluida. En Magical Girl los ingredientes de thriller eran más evidentes, pero en Quién te cantará además de explotar de manera más intensa los elementos melodramáticos casi podríamos decir que nos encontramos dentro del terreno del fantástico. Por una parte, tenemos el elemento vampírico y la relación de dependencia que se establece entre Lila y Violeta; por otra, el propio autor la ha definido como una película gótica de fantasmas que se encuentran repitiendo una y otra vez la tragedia que los condujo a un mismo punto en un ciclo infinito de muerte y reencarnación. Pero además de estas referencias también flota en el ambiente el influjo 'almodovariano', las conexiones con Persona de Ingmar Bergman o con Las amargas lágrimas de Petra Von Kant, de Rainer Werner Fassbinder y toda una serie de batería de influencias pop que nos llevan desde las hermanas Goggi a Mina Mazzini pasando por Mocedades.
Carlos Vermut es un poderoso creador de imágenes, pero también un fantástico director de actrices.Espléndido es el trabajo de Nawja Nimri, de naturaleza casi espectral, de Eva Llorach, llena de matices, al mismo tiempo hermética y vulnerable y de Natalia de Molina, que completa el triángulo aportando el contrapunto visceral a esta bella y triste historia de almas perdidas.
Está producida por Fernando Bovaira y se ha hecho con la Concha de Plata a Mejor Interpretación Principal en el Festival de Cine de San Sebastián gracias a Patricia López Arnaiz