VALÈNCIA. El verano acaba cuando volvemos a la rutina y el año empieza el primer lunes de septiembre. Eso es así. Septiembre además de ser el mes de las promesas y buenos propósitos, es el enero del mundo de la moda, el momento en el cual el cronómetro se pone a 0 y el tiempo comienza de nuevo a contar. Es la oportunidad de estrenar y poner en práctica las tendencias que vimos hace seis meses sobre las pasarelas y también de ver, durante las Semanas de la Moda que ahora comienzan, lo que llevaremos la próxima primavera-verano. Vamos, que no nos hemos quitado todavía el bikini como quien dice, y ya estamos pensando en el verano que viene mientras que, a su vez, nos morimos por enfundarnos un nuevo abrigo. Y es que la moda tiene un ritmo totalmente esquizofrénico.
A pocos días del comienzo del otoño y con la melancolía que esto supone para muchos, debemos ser positivos y pensar que tenemos una página -de moda- en blanco para llenar de buenos propósitos que nos ayuden a superar el cambio de estación. Además, es la mejor ocasión para dejar atrás muchas de aquellas tendencias del verano que será mejor olvidar y quizás, con un poco de suerte, el viento de otoño se lleve otras tantas que no queremos soportar una temporada más.
El calor es el peor enemigo de la elegancia y, por tanto, el verano es un campo de batalla peligroso lleno de trampas mortales. Sobrevivir a los mojitos de fresa, a Maluma, los shorts y los posados de las influencers en Instagram, por poner algunos ejemplos, es muy complicado. Posiblemente olvidarnos una temporada de todo esto sea lo único positivo de la llegada del fin del verano. Siempre hay que ver el lado bueno de las cosas, que diría -argh- un coach.
La nueva estación se llevará consigo los posados de l@s influencers en las playas del mundo, desde Formentera a Thailandia pasando por Xàbia. Por cierto, ¿queda alguien que no haya visitado Thailandia este verano? No cabe un influencer más en Instagram, dicho sea de paso. No han dejado momento sin retransmitir ni un rincón sin fotografiar. Tampoco casi ningún rincón de sus cuerpos porque parece ser que “el destape” en Instagram está de moda y son muchas las que se han lanzado a enseñar cachete-pechito-ombligo a cambio de ganar likes. No se dejen engañar, lo que más vende en las redes sociales no son los atardeceres maravillosos, los platos de los foodies ni los gatitos, desgraciadamente, lo que más vende es la piel, y cuantos más centímetros queden al descubierto mejor. Curiosamente, en la época del #metoo, el empoderamiento femenino y el girl power , las influencers insisten en buscar llamar la atención enseñando con más o menos disimulo lo que ya imaginan por la rima fácil. El otoño las volverá a cubrir con el abrigo de turno de Zara y la parka militar, que ya está bien.
También nos olvidaremos de los famosos desafíos o challenges como los llaman, que pasan el nivel del absurdo y a los que hemos asistido en las redes sociales como aquel de bailar fuera de un coche en marcha ('In my feelings challenge'), el del movimiento espasmódico de cintura y brazos o el de hacerse una especie de monóculo con los dedos de la mano ('Dele Alli challenge'). Sin embargo, entre todos ellos hay uno que se ha convertido en éxito musical más allá de las canciones del verano. No es otro que el video que se grabó -dicen que después de beber demasiada agua con misterio o a saber el qué- la cantante Thalia en su cuenta de Instagram y que de video viral pasó a ser su último single. “¿Están ahí, mis vidas?, ¿me escuchan?, ¿me sienten?”, se preguntaba la mexicana mirando la cámara frontal de su móvil. Aquí estamos Thalia, intentando sobrevivir .
Otro momento que podremos borrar de nuestra mente, es la boda, el bodorrio parque temático, de la instagramer italiana Chiara Ferragni. Eso si nos lo permiten en algún momento los miles de artículos que circulan en internet sobre el tema y que no dejan de aparecer. Las wedding planners se frotan las manos pensando en toda la inspiración que les va a aportar para organizar sus bodas cuquis.
Y en el polo opuesto de lo cuqui y el universo Pinterest, encontramos la moda inspirada en el feismo de los 90s que no hay forma de que nos la quitemos de encima. Esta temporada muchos diseñadores proponen, una vez más, que nos calcemos las zapatillas de deporte más horribles que hayamos podido ver jamás. Ni siquiera en los pies de tu padre cuando desempolva las Fila que se compró en 1992. Somos la resistencia, no nos rendiremos ante ellas por mucho que Gucci, Louis Vuitton y Balenciaga insistan. Confiamos en que la nueva temporada nos haga volver a creer en la moda y en que hay algo más allá de la modernor.
Todo lo que está por llegar
Es hora de volver a empezar y todavía hay esperanza y muchas tendencias y novedades que estamos deseando estrenar.
Las tendencias de este otoño-invierno pueden ser cualquier cosa menos aburridas o minimalistas. Me consta que muchas “señoras del Ensanche” y otras pititas están encantadas con el retorno al exceso de finales de los 80s y principios de los 90s.
El animal print en forma de estampado de leopardo, tigre, cebra o serpiente está de moda y para complicarlo todavía más se lleva mezclando todos los animales de la selva en un mismo look. Aviso que estas combinaciones quedan muy bien en las editoriales de moda, otra cosa es en el día a día y podemos acabar convirtiéndonos en el flanco perfecto de un cazador porque nuestro estilismo no se merezca otra cosa que un tiro certero y mortal. Lo dicho, esta temporada los rugidos de escaparán al abrir el armario de muchas. Y porque más siempre es más, otro de los estampados más repetidos será el clásico estampado de “pañuelo de señora mayor”. Véase: cadenas doradas, motivos ecuestres o marineros a tamaño grande. Imaginen el Versace de los 90s y habrán acertado de pleno.
Y seguimos para bingo porque uno de los colores de moda es el verde Flubber o blandiblú que nada tiene de discreto pero Prada propone y luego pasa lo que pasa. Manéjese con precaución.
Si tienen dudas en si lo que llevan puesto es demasiado excesivo piensen si se lo hubiera puesto Madonna en su reciente cumpleaños en Marrakech. Si la respuesta es sí, vuelvan a casa a cambiarse inmediatamente.
Los clásicos, por fortuna, nunca mueren. Los cuadros tartán nos harán volver al cole, los pantalones vaqueros se renuevan con ese desteñido “nevadito” de los 90s y aumentando el ancho de la pernera. El marrón chocolate y el negro siempre estarán de nuestro lado.
Entre los nombres de la moda de los que más escucharemos hablar, el de Hedi Slimane está el primero en la lista. El diseñador es el nuevo director creativo de Celine, firma francesa que de momento con Slimane ha perdido, la tilde de la primera e. Dicen que también Lady Gaga casi pierde, además, el bolso, el primero diseñado por Slimane para la firma porque según comentan parece tener una de las asas rotas en la fotografía publicada por la cantante. El 28 de septiembre en su desfile veremos que más ha perdido Celine con la llegada de Slimane.
Los cambios continúan en la moda con la incorporación de Riccardo Tisci (ex-Givenchy) que ha cambiado por primera vez el logo de Burberry. Otra cita apuntada en el calendario de la moda es el lanzamiento de la colección de Moschino para H&M, diseñada por Jeremy Scott que tendrá lugar el 8 de noviembre. El polémico diseñador rematará así -nunca mejor dicho- el legado de la firma italiana en versión low cost.
Todo esto, de momento, solo como un avance para empezar con ganas el otoño. Seguiremos informando.