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el tintero / OPINIÓN

'Promesas que no valen nada'

Foto: KIKE TABERNER

Empezamos el curso político con el debate que debería ser sobre el estado de la política autonómica y como siempre se convierte en un debate de “promesas que no valen nada” como decían Los Piratas y de enfrentamiento entre gobierno y oposición. Y mientras siguen dimitiendo los ministros valencianos.   

13/09/2018 - 

Esta segunda semana de septiembre se pone en marcha todo y nuestros representantes aprovechan que andamos perdidos entre la vuelta al cole y al trabajo, los problemas cotidianos de la vuelta a la ciudad y otros asuntos rutinarios, para ponerse a debatir sobre los problemas de calado que afectan a nuestra región o autonomía. Uno tiene la sensación que salvo los medios y algunos analistas que en parte por obligación pero también, no lo negaré, por devoción, seguimos la actualidad política, el resto de la sociedad pasa olímpicamente de estos asuntos.

El Molt Honorable Ximo Puig subió al estrado del Palacio de los Borja y anunció “35 medidas para reforzar la recuperación económica”, uno lee este enunciado y podría pensar que es una frase del ex presidente Mariano Rajoy cuando centraba única y exclusivamente su discurso en la recuperación económica. El presidente Puig anuncia esa batería de medidas a medio año de convocar elecciones, y como suele ser habitual en este tipo de listados los verbos que inician cada buena intención son tales como “aprobará, fomentará, reducirá, impulsará, fortalecerá, etc.”; siempre futuribles que nos convertirán en los número uno de Europa y que cuando uno los lee tiene la sensación de que: o no se ha hecho nada de nada o quedan demasiadas cosas por hacer y muy poca legislatura.

Realmente este tipo de debates, sirven para medir el bajo nivel en la oratoria y la telegenia de nuestros gobernantes y encontrarnos con algún rifirrafe feo como cuando el President le espetó a Isabel Bonig de mala manera la cita de Kant, 'Atrévase a pensar', aunque luego se disculpó personalmente, todo sea dicho. En cuanto a las medidas anunciadas, nada nuevo salvo la tranquilidad que nos da a los valencianos saber que el Penyagolosa será adquirido por la Generalitat, la promesa de becas, mejoras en la Justicia, planes estratégicos para el turismo y hasta reducción de las listas de espera. Todo ello podría formar parte de un decálogo de cualquier partido político en los últimos veinte años ante las elecciones.

Mientras la política valenciana intentaba centrarse en los asuntos que en las Cortes se debatían, los medios nacionales se centraban en la antigua consellera de Sanidad, la señora Carmen Montón, que al filo de las nueve y media de la noche de este 11S presentaba su dimisión como Ministra de Sanidad. Hay que contabilizar el segundo ministro valenciano que dimite, no es algo positivo para la imagen de los ministros socialistas valencianos, aunque quizá sea una buena noticia para la sanidad española, pues el constante acoso de la señora Montón a la razonable y saludable colaboración publico privada en nuestra Comunidad, no ha sido una buena y positiva noticia para mejorar nuestro sistema santiario.

Las cosas no son como parecen, o sí. Porque cuando se dice que todos son iguales, que ningún político solventa los problemas de fondo y que al final son cortoplacistas y buscan el interés electoral y también el mantenerse en el poder y en el cargo, podemos comprobarlo y constatarlo estos días leyendo cualquier diario. Recuerden que la Diputación de Valencia ha sido foco de corrupción con PP y PSOE, que los másters con irregularidades afectan ya a ambos partidos y que las eternas promesas como acabar con las listas de espera y los barracones, siguen llenando los discursos parlamentarios y proclamándose como intenciones más que hechos.

El descrédito global de los grandes y tradicionales partidos tiene como consecuencia el avance de la política emocional colectiva que encarnan los nacionalismos más radicales y sectarios y como contrapunto a éstos y a la putrefacción de la vieja política, están emergiendo los partidos conservadores que reclaman valores y actitudes que son criticadas por básicas y primarias, pero olvidamos que al final somos seres humanos, animales racionales y tendemos más de lo que creemos a lo básico, a lo esencial. Así las diferentes elecciones en los países de Europa empiezan a consolidar nuevos partidos que reclaman mayor seguridad a sus nacionales, mayor protección a sus economías y el mantenimiento de los valores de la vieja Europa.

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