VALÈNCIA. El año 2020 ha significado para À Punt el despegue como cadena de televisión autonómica. 2018 fue un periodo de pruebas a todas luces, mientras que 2019, plagado de buenas intenciones y formatos, adolecía de una falta de programación que maximizase cada franja horaria y cada target poblacional. Se rectificaba poco y se reemitía mucho contenido enlatado o antiguo. Tampoco se puede olvidar que todavía coleaban emisiones de formatos que fueron comprados en la primera etapa y no llegaron a cuajar, algunos de ellos con enorme coste y bajísimos resultados en términos de audiencia (como es el caso de la miniserie Parany).
Sin embargo, cuando llegaron los fatídicos meses de marzo y abril del pasado año, la corporación supo aprovechar, como el resto de cadenas, la demanda informativa debida a la covid. Un primer impulso en cierta forma externo. Estos meses coincidieron, además, con la llegada de un nuevo equipo directivo. El viraje de sus informativos, caracterizados por una mayor pluralidad e independencia, con especial atención a la información de corte social (violencia de género, pobreza, etc), además de las ya consabidas noticias de proximidad, dio como resultado una mejora en sus cifras de audiencia y, en consecuencia, su imagen de marca.
Alrededor de 200.000 valencianos conectaron cada día con À Punt durante la emisión del NTC Migdia, mientras 160.000 lo hicieron a lo largo de la edición de la Nit. A esta oferta se sumó el espacio diario NTC Comarques, que inició su andadura en 2020 con una media de 113.000 espectadores. Los contenidos informativos se encuentran así entre lo más visto por el público. La información de proximidad interesa y todavía podría tener más espacio, dado los buenos resultados.
Sirva como ejemplo del pluralismo este breve análisis del noticiario de la noche del pasado 5 de enero (aunque es del 2021, su línea es continuista con respecto a los del segundo semestre del 2020). En él se incluía la noticia sobre la multa al hermano del presidente Ximo Puig por supuesto amaño de precios en un concurso público (con declaraciones de Eva Ortiz por parte del PP); en segundo lugar repasaba el estado de algunas localidades afectadas por la covid, incluyendo pueblos gobernados por los diferentes partidos políticos y sus respectivos alcaldes (Benigànim, gobernado por el PSPV; Xèrica por el PP; Castalla por C’s; Vàlencia, por Compromis con el PSPV; Massanassa, por el PP); también informaba sobre el problema de las aglomeraciones ocurridas en la puerta del Ayuntamiento de Vàlencia con motivo de la llegada de los reyes magos; y, por último, no solo ofrecía la versión oficial del estado de la pandemia de la mano del presidente y la consejera de sanidad, Ana Barceló, sino que dejaba espacio a la versión reivindicativa de los profesionales sanitarios, además de los gremios de hostelería y ocio nocturno. Una escaleta impensable en los tiempos más duros de Camps y Canal 9.
Cuando llegó el verano del 2020, las cifras de audiencia se vieron afectadas por la falta de inversión de contenidos nuevos (algo en cierta forma comprensible al ser los meses de menor consumo televisivo) y por el fracaso de la propuesta de tarde, con el programa La terrassa.
El intento de La terrassa, pese al fiasco en cuanto a sus niveles de audiencia, queda en la historia del ente por ser el primer caso en el que la corporación rectificó rápidamente, cancelando el programa. À Punt demostró en este momento un comportamiento profesional propio de cualquier televisión, tanto pública como privada. El ejercicio de ‘prueba y error' vino para quedarse porque forma parte del ADN de cualquier televisión. Doloroso pero necesario, si lo que se busca es encontrar formatos donde la audiencia no dé la espalda. Lo mismo le han ocurrido a otros programas, como Assumptes Interns y À Punt Directe, que pese a tener una ejecución y calidad correctos, no lograron despuntar lo suficiente. Cuando no se logra un objetivo, es tiempo de probar cosas nuevas.
El último trimestre ha sido el de la consolidación de la tendencia al alza. Por primera vez algunos formatos del prime time superaron la media de la cadena y destacaron entre lo más visto del día. Son dignos de mención los formatos Cartes en joc, No tenim trellat y Tàp Zàping. Además, los tres formatos impulsados por Turismo, El meu lloc al món, Cara o creu y Loving CV, mejoraron los discretos resultados que acumulaba históricamente el prime time. Por tanto, se puede concluir que el repunte en este último trimestre ha sido fruto de un buen trabajo interno, sin el impulso esta vez, como en el caso de marzo y abril, de la demanda de la audiencia.
Otro de los bastiones del 2020 es el formato consolidado de Atrapa’m si pots. El concurso de Eugeni Alemany continúa obteniendo récords y atrapa a un target muy difícil para la televisión tradicional, el de 25 a 44. Y sobre todo, su presentador se consolida con una pieza fundamental para la televisión pública. Cómico, guionista, transformista, improvisador, Eugeni creó su propio formato para Instagram durante el confinamiento, Diari de la quarantena, registrando las mismas (o mayores) cifras de espectadores que conseguía la corporación por la vía tradicional en sus mejores minutos del día. La cadena pública ha sabido aprovechar el tirón digital del presentador, dando mayores alas a sus propuestas creativas.
El especial Campanades À Punt, seguido por 321.000 personas, y A la merda 2020, con 272.000, ambos creados por el equipo más próximo de Eugeni Alemany, y con guiños al formato de Instagram, fueron el último gran hito del año, logrando el día 31 de diciembre una media de audiencia del día de 6,1%. Este resultado demuestra que la cadena pública no ha encontrado su techo y podría alcanzar todavía mejores resultados de audiencia.
El éxito de estos programas especiales también apuntan hacia otras conclusiones: el humor de difícil clasificación, delirante, bizarro, irónico a veces, otros satírico, en ocasiones improvisado, del creativo y presentador, atrae sobremanera a la audiencia. Existe otro tipo de humor que también debe y puede tener cabida, sin duda, pero la realidad ha demostrado que este humor particular y único ha sido el que mejor ha funcionado hasta la fecha en À Punt, además del ‘tono APM?’ de Tàp Zàping.
La tercera conclusión tiene que ver con la química de sus protagonistas. Carolina Ferré y Eugeni Alemany se confirman como una brillante y desternillante pareja cómica. Una reflexión a tener en cuenta, puesto que deja entrever que existe una oportunidad que podría ser explotada durante más horas de televisión al año que únicamente durante las clásicas campanadas.
Por último, en estos momentos de crisis sanitaria, de ánimos bajos y con la población más metida en casa que nunca, se comprueba que el humor y el entretenimiento también tienen características de servicio público. No solo deben considerarse, por tanto, servicio público los informativos, los programas culturales y los contenidos de ficción. Hacer reír a los valencianos, hacerles pasar un buen rato y olvidar los problemas de hoy día forma parte de lo que se espera de la corporación pública de comunicación.
No se debe olvidar otro de los grandes éxitos del 2020: el estreno del largometraje de producción propia La mort de Guillem, visto por 201.000 espectadores. Más allá de su contenido, de tratar un asunto enquistado de la historia reciente de la Comunitat Valenciana, se puede concluir que la ficción de corte local es capaz de atraer especialmente al público interno y, por supuesto, que es posible realizar, con éxito, contenidos en coproducción con TV3 e IB3.
Sin embargo, el caso de esta ficción para cine y televisión ha supuesto una rara avis en la programación del 2020. Del millón y medio de euros que, según informa el ente, se ha invertido en ficción, es el único título de producción propia, siendo el resto compras de producción ajena, es decir, latas que nada aportan a la industria interior (Escola d’infermeria, Merlín, Nit i Dia o Dalia, La modista). Una conclusión que revela que todavía queda bastante margen de mejora.
La pandemia nos ha traído nuevos planteamientos estéticos: se han normalizado las entrevistas vía conexión por internet, sin necesidad de enlaces. Una característica que reduce costes significativamente y admite, por primera vez, que la calidad broadband puede convivir con la calidad broadcast.
El uso de las mascarillas por parte de los reporteros también se ha asentado a lo largo del ejercicio, no solo como síntoma de los tiempos que corren sino porque ha servido (y sirve) como referente ante una ciudadanía que ha tenido que asumir su uso diario ante cualquier circunstancia.
Más allá del acompañamiento en redes sociales de los programas e informativos de la cadena pública, la vía digital continúa estando poco explotada, en especial Youtube (y ahora que somos conscientes del éxito de Ibai en Campanadas, también en Twitch), cuando la inexistencia de límites territoriales de este tipo de canales significan una oportunidad única, una ventana al mundo. Se han visto algunos gestos con buenos resultados, como son el vídeo musical de Resistiré, con más de 80.000 espectadores, lanzado el 26 de abril. Gracias al vídeo, la semana del 24 al 30 de abril se logró cifra récord de visionados, con más de 102.000 reproducciones.
El resto de iniciativas de contenido inédito (Vides en estat d’alarma, 69 raons, A tu que t’importa, À Punt… i acció) han pasado desapercibidas, a excepción del formato digital, basado en el original de Betevé, 69 raons, un programa divulgativo sobre sexo y educación afectiva, con una media de 3000 reproducciones aproximadamente. El resto de contenidos son únicamente volcados de formatos de la televisión tradicional, que, en algunos casos, ni siquiera están etiquetados de la forma adecuada para las búsquedas orgánicas de Youtube. Se sigue sin entender, además, que el lenguaje de Youtube no es el mismo que la televisión tradicional, que no es necesario que salgan reporteros en exteriores haciendo paseíllos (A tu que t’importa). El lenguaje de Youtube es mucho más simple y más conceptual.
En resumen, un buen año para celebrar los éxitos, reflexionar sobre lo aprendido y tomar nota de lo que queda por hacer.
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El momento más visto fue la bajada de la Senyera con un 20,4% de cuota de pantalla, donde À Punt lideró la audiencia por delante del resto de cadenas.