VALÈNCIA.
–¿Cómo recuerdas los veranos de tu niñez?
–La familia de mi madre es de Soria por lo que tenemos una casa familiar en Medinaceli; es una casa antigua de piedra del siglo XVI con un gran jardín y allí pasaba los veranos desde que nací. Mi padre era funcionario del SOIVRE, y como trabajaba durante el mes de julio, mi hermano Jaime y yo pasábamos el verano con mi abuela materna desde que finalizábamos el colegio en junio hasta el inicio en septiembre. Medinaceli es un pueblo pequeño y precioso, que está catalogado como conjunto histórico artístico y que era ideal para pasar el verano por la libertad que teníamos que nos permitía poder hacer excursiones en bicicleta o por los alrededores sin ninguna clase de peligro.
–Algunos recuerdos de esos veraneos castellanos
Enfrente de Medinaceli hay una antigua ciudad celtíbera, denominada Occilis, y solíamos ir a buscar monedas antiguas de la época íbera y romana. Además, cuando llegaba el mes de septiembre hacíamos excursiones a una pinada próxima, la Pedraja, para coger níscalos y otras setas y por supuesto como he dicho no faltaban las excursiones en bicicleta a los pueblos próximos o expediciones a las cuevas de la zona.
–Parece una estampa de otra época esos veranos, ¿hacíais viajes familiares?
–Efectivamente, a partir de los diez años empezamos a hacer viajes por Europa con mis padres, que eran muy aficionados a hacer camping. Recuerdo el primero de ellos a Alemania, antes de la caída del Muro. Fue una verdadera experiencia el poder cruzar el Muro de Berlín en plena guerra fría. Al año siguiente nos llevaron a Italia. Eran viajes eminentemente culturales, en los que no faltaban las visitas a los principales monumentos, así como a los museos de las ciudades que visitábamos, encargándose mis padres de ir instruyéndonos de la historia de todos aquellos sitios. Todavía a día de hoy conservo el diario de estos viajes que escribíamos todas las noches, bien en el camping bien en el hotel donde estuviéramos.
–¿Y algún viaje o campamento? Tan propios de esa edad.
–Los veranos de la preadolescencia nos enviaron mis padres a estudiar inglés durante varias semanas a Inglaterra (Worthing, Salisbury y Ascot). A la vuelta de nuestra estancia en Inglaterra, siempre acabábamos el verano en Medinaceli, hasta que comenzaba el colegio a mitad de septiembre. Recuerdo esos veranos de la adolescencia con mucho cariño ya que hice amistades que han perdurado hasta hoy en día.
–Una persona con una gran inquietud cultural como tú, imagino que los veranos universitarios no serían sólo de descanso.
–Efectivamente, durante esa etapa de mi vida, y después de pasar un año en USA, empecé a irme los veranos a estudiar alemán. Así primero estuve en el Instituto Goethe de Prien am Chiemsee en Baviera y el segundo en Berlín Occidental. Luego estuve en la Universität Wilhelm von Humboldt de Berlín Oriental (DDR), ya que Alemania todavía estaba dividida y el último de los años estuve haciendo un curso de verano en la Universidad de Múnich. Además de estudiar alemán, aproveche estos veranos para cultivar mi gran pasión, la música clásica y la ópera. Recuerdo en Berlín tener la oportunidad de escuchar a Herbert von Karajan en la Philharmonie, o ver mi primer Anillo del Nibelungo representado en la Deutsches Opera dirigido por Jesús López Cobos o asistir al Festival de ópera de Múnich.
–¿Y cuando empieza tu afición y pasión por la música?
–Desde muy pequeño, aunque en mi caso fue fácil, ya que escuchaba música clásica continuamente en casa, al ser mi madre una grandísima aficionada que contaba con una fabulosa colección de discos. Además, los veranos en Medinaceli aprovechaba para escuchar música, ya que en las reuniones familiares nunca faltaba la música clásica y la ópera. En mi familia materna siempre se ha vivido un ambiente muy musical al contar con dos hermanas de mi abuela que eran músicos de carrera y que tocaban el piano y el arpa.
–Veo que siempre te has movido por inquietudes culturales, pero también habrás hecho viajes de verano por ocio o por visitar a la familia.
–Así es, de hecho una de las etapas de las que guardo un gran recuerdo es cuando íbamos a Asturias, en concreto a Colunga, a la casa familiar de mi tío abuelo, Francisco Grande Covián, uno de los científicos de más prestigio que hemos tenido en España, que a su vez era una persona muy entendida en ópera, al igual que lo es su hijo Pachi, que me traía las grabaciones en vivo que tomaba durante el año del Metropolitan Opera House y que escuchábamos hasta altas horas en su maravillosa casa de Colunga. Igualmente, de esta época recuerdo los grandes viajes por el mundo como Perú, India y Nepal, Jordania, Tailandia, México, Escocia y Turquía, así como el verano que pasé en el apartamento de mi tío Pachi en Greenwich Village en Nueva York.
–Y cuando llega el matrimonio, ¿los veranos de viajes exóticos continúan?
–La verdad es que seguimos haciendo viajes, pero de duración más corta, al quedarse los niños con mis padres o mis suegros. Arantza es una apasionada del arte y de los viajes, por lo que he encontrado en ella una magnífica compañera de viaje con gustos comunes. Es la época de los viajes a Rusia, Italia, Baviera, Austria y República Dominicana. Este mismo verano hemos estado una semana en Sicilia. En todos nuestros viajes intentamos compaginar la visita de museos y lugares históricos con ratos de asueto y descanso buscando una buena playa, una cala o unas montañas maravillosas. También tengo un recuerdo precioso de los viajes por Francia con mis hijos, con los que hemos viajado desde que han sido muy pequeños, y de los dos cruceros que hicimos por el Mediterráneo con ellos.
–Entre los viajes y los veranos en el mar, alguna anécdota que recuerdes de manera especial
–En México, en la zona de Oaxaca, nos paró la policía militar para un control antidroga, y nos hicieron salir del coche y nos pidieron a todos la documentación y pasamos unos momentos de tensión, pero finalmente todo acabó bien. En la India, iba junto con un muy buen amigo en un coche con chófer circulando por esas carreteras casi imposibles de transitar y tuvimos que recoger a dos militares que nos pidieron que los bajáramos un puerto de montaña, entrando en el coche con sus fusiles; lógicamente la situación era muy insegura y es algo que no te ocurriría en España.
–Entre Soria y los viajes, echo en falta veranos en la Comunidad Valenciana, pero me consta que eres un apasionado de nuestro territorio.
–Soy un verdadero enamorado de Jávea, desde pequeño que me traían mis padres a pasar unos días y luego durante los años de la Universidad que venía a casa de un íntimo amigo, lo que hizo que en 2001 compráramos una casa y desde entonces aquí tenemos nuestra residencia estival. Es un privilegio poder veranear en Jávea, al ser uno de los sitios más bonitos y cuidados de la Comunitat Valenciana, por haber sabido respetar el medio ambiente, con unas playas y calas literalmente de ensueño. Además, se da la circunstancia que muchos de nuestros amigos, tanto de Valencia como de Madrid, tienen casa en Jávea, por ello tanto mi mujer y yo como mis hijos estamos muy a gusto porque aquí siempre hay un plan interesante que hacer.
–Y aún así no has dejado de viajar, ¿verdad?
–Efectivamente, Arantza y yo hacemos viajes cortos todos los veranos, principalmente vinculados a festivales de ópera, como el Festival Wagner en Bayreuth, en el que he estado ya tres veces y el Festival Rossini en Pesaro y durante el año también hacemos algunos viajes para disfrutar de la ópera en cualquier parte del mundo. También otro destinto que me encanta es ir a Luxemburgo, donde unos íntimos amigos tienen una casa, y aprovechamos para visitar lugares vinculados a algo que me apasiona, la historia militar y de las guerras mundiales pudiendo visitar los escenarios de la batalla de Verdun y de las Ardenas.
–Hobbies, aficiones de verano
–Por supuesto además de escuchar mucha música, aprovecho para leer las grandes novelas y ensayos que durante el curso no tengo tiempo de leer, al menos de forma más continuada y también aprovecho para hacer algo de deporte, en especial snorkel en la bahía y las calas de Jávea
–Como presidente del Patronato de Les Arts, veo que tu actividad social y musical no descansa.
–Es mi primer año como presidente, lógicamente mantengo el contacto continuado con la secretaria autonómica de Cultura, Raquel Tamarit, y con el director general, José Carlos Monforte y el director artístico, Jesús Iglesias de Les Arts así como un contacto continuo con los patronos representantes de la sociedad civil. Además, evidentemente siempre me muevo en un entorno con gente muy vinculada al mundo de la música, como mi íntimo amigo Jorge Culla, que también veranea en Jávea y que dirige los Teatros del Canal de Madrid y con el que durante el verano tenemos la oportunidad de hablar de las próximas temporadas.