VALÈNCIA. ¿Cómo recuerdas los veranos de tu infancia?
Como todos los niños de la época la llegada de las vacaciones era una alegría que disfrutábamos más de tres meses. Mi primer veraneo fue en Chiva, porque mi abuelo fue allí por razones profesionales, era topógrafo, y tenía que hacer unas mediciones. Mis padres lo adoptaron como lugar de veraneo y hasta casi los 20 años veranee allí.
Veraneo de interior, ¿qué recuerdos?
Excursiones a parajes maravillosos de aquella zona como la Umbría o el Enebro; se hacía mucha vida en las calles del pueblo, muy pintoresco entonces. Nos bañábamos en una piscina que, en realidad, era una balsa de riego con el agua helada porque la cambiaban diariamente. Más tarde solíamos ir al Parque Club, uno de cuyos fundadores fue mi padre, y organizábamos torneos de frontenis. También muchos paseos en bicicletas. Y nos divertíamos en las típicas fiestas del Torico de cuerda, a mediados de agosto. Pese a no tener familia allí, hice un buen grupo de amigos. Otro recuerdo de mi adolescencia es que en el mes de septiembre siempre hacíamos viajes culturales con mis padres y hermanos. Visitamos El Escorial, el Palacio Real, El Museo del Prado, el retiro, era una época perfecta para recorrer y conocer Madrid. Otros años íbamos por el sur: Granada y su Alambra, Málaga, Marbella, Mijas, Torremolinos, visitábamos iglesias, conventos, monumentos, recuerdo que mi padre era un apasionado de conocer y explicarnos las historias más peculiares de muchos lugares, como gran periodista que era.
En la adolescencia y juventud es habitual empezar a hacer viajes con amigos y a veces los veranos cambian.
Así es, en la etapa universitaria comencé a ir a las Baleares con amigos y tambien a Xàbia, donde alquilamos una casa 15 días, frente al Parador, Villa Pepita que se convertía en centro de quedadas y luego íbamos a La Sal por las noches. Y durante el día íbamos a calas como el Portichol o la Granadella.
Unos años más tarde, alquilamos Villa Pepita, una casa frente a la isla del Portichol con vistas espectaculares, donde junto a buenos amigos organizábamos fiestas y ahí conocí a mi mujer. Eran los años en que subíamos a la discoteca La Hacienda, bajábamos cuando ya era de día y desayunábamos en la casa frente a la isla del Portichol viendo el amanecer de España.
¿Algún verano especial de aquellos años de juventud?
El verano del 77 me fui con un amigo 16 días a Ibiza, luego a Mallorca, luego a Ibiza y vuelta a Valencia, y con muy poco dinero. Mi amigo se llevó su Vespa, con la que se pasaba haciendo viajes para transportarnos a cuatro amigos desde una alquería del interior hasta las zonas más concurridas de la costa. Dormíamos como podíamos, entre los horarios inexistentes. El tocadiscos de la casa sólo tenía un disco, el de ‘La Internacional', con cuya sintonía nos despertábamos todos los días.
Y desde siempre has veraneado en Xàbia, ¿tanto te cautivó?
Sí, este año será el número 44 de veranos en Xàbia. Casi todos nuestros amigos están allí y algunos de nuestra juventud, los tiempos han cambiado pero la esencia es la misma. Creo que la costa de Xàbia es la más bonita de todo el Mediterráneo y además el pueblo mantiene, afortunadamente, mucho encanto, los diferentes ayuntamientos lo han conservado muy bien. Hace años tuve algún barco (siempre con amigos), un llaud llamado Soledad y un velero llamado Panchito, salíamos a navegar y a disfrutar de calas recónditas y acantilados espectaculares.
Veo que eres una persona tradicional y fiel a su lugar de veraneo. ¿Qué es lo más te gusta de Xàbia?
Xàbia es un paraíso. Bañarme debajo de mi casa, en las rocas del II Montañar donde hay un agua cristalina maravillosa, verte los pies mientras te bañas, bucear entre bandadas de peces es un auténtico placer. También realizar excursiones a parajes espectaculares, por ejemplo, entre Xàbia y Benitatxell o Xàbia y Dénia. Y visitar pueblos entrañables como Xaló, Gata de Gorgos o Moraira.
¿Tu familia siempre ha querido estar en Xàbia o has tenido que dividir los veranos?
Gracias a Dios no, porque mi mujer ya veraneaba desde muy pequeña en Xàbia, ambos teníamos claro que queríamos ir allí y luego nuestro hijo también es un apasionado de Xàbia y siempre ha estado muy feliz.
Como amante del Mediterráneo, imagino que también habrás estado por las Baleares.
No hay año que no pasemos unos días en Ibiza o Formentera. Durante años íbamos en el barco de un amigo, que ya no está con nosotros, con el que dábamos la vuelta a Ibiza, conociendo muchas de sus calas. Pasábamos el día en el mar y por la noche cena y copas, disfrutando del ambiente propio de las islas.
¿Cómo es un día perfecto de verano para ti?
En verano puede haber muchos días perfectos, y no hay un día igual que otro. Un buen desayuno viendo el mar, un baño en las rocas, una comida en casa con amigos… o salir al mar buscar alguna cala, y pasar por allí el día…. Por la noche, cenar en alguno de los múltiples restaurantes de Xàbia, típicos como el Trinquete o algunos del pueblo o de los alrededores. Dénia tiene buena oferta gastronómica.
De entre la variada oferta gastronómica que hay en Xàbia, ¿cuál es tu preferido?
El Tangó es un lugar privilegiado desde donde se divisa toda la bahía y ofrecen los mejores productos de la tierra. Voy muy a menudo y es imposible cansarse de las vistas maravillosas, de un lugar así, tanto por su privilegiada ubicación y su excelente producto, como por la cordialidad de sus propietarios Jaume y Pere. También restaurantes de siempre como Mezquida o la Trastienda o como Massena, Le Gourmand, Bacchus o Malabrasa, sin olvidar a Talassa, el más reciente, muy cerca de mi casa.
¿Algún viaje de verano?
En verano no me gusta viajar demasiado porque entre el calor, las colas, gente por todas partes. Aunque si puedo hago una escapada a las islas o en alguna ocasión, como el año pasado, hemos viajado a Sangenjo, lugar distinto al mediterráneo, pero con un encanto muy especial, y años antes a Asturias, con un grupo de amigos y nuestros hijos.
¿Tus planes preferidos para ir en verano en Xàbia cuáles son?
Tomar el aperitivo en Mongo di Bongo, una copa vespertina en la Siesta, pasear por el paseo marítimo y tomar algo en la Esquina. A veces, nos vamos a Altea a cenar, la zona antigua es preciosa y tiene muchísima vida siempre, especialmente en las noches de verano.
Olores, sabores y colores que te recuerden al verano.
El olor a pino y el verde intenso del pino en contraste con el azul del mar, lo veo siempre en el camino que hago cuando voy desde mi casa hasta la Cruz del Portichol, me sigue impactando mucho. Pero también, al caer el día, el aroma del jazmín o del galán de noche me hace sentir el verano. Respecto a los sabores, el café granizado y la mistela después de cenar.