ALICANTE. Tras el reciente acto de celebración de su 20 aniversario, con la presentación de una publicación que recoge su trayectoria y actividad a lo largo de estas dos décadas, el Museo de la Universidad de Alicante (MUA) no cesa en su labor cultural, en concreto expositiva. Dos nuevas muestras artísticas se suman a la lista de exposiciones que han pasado por el Museo, uniéndose el jueves 30 de enero la primera de ellas, Industrias, del arquitecto Javier García-Solera, la cual se mantendrá en el espacio cultural hasta el domingo 15 de marzo. La industria concebida en el sentido de la producción constituye el leitmotiv de la que pretende actuar como una exposición didáctica, ya que surge de la iniciativa de la Escuela de Arquitectura de Valencia, por lo que "se enfoca hacia aquellas personas que quieren aprender y conocer la arquitectura de manera accesible", expone su creador. Ilustrada con fotografías, planos, dibujos a mano, dibujos de obra, textos, un vídeo y algunas de las piezas que han servido como prueba antes de construir la obra en sí, Industrias tiene la intención de "demostrar qué es la obra como producción física, porque las personas que nos dedicamos a la arquitectura llegamos a un lugar, montamos la grúa y fundamos una industria, la cual construimos por primera y última vez", resume el proceso.
"Quise incluir el vídeo porque retrata a las personas que me han acompañado en el trabajo de tantos años: obreros, soldadores, carpinteros, cerrajeros... Es decir, los trabajadores sin nombre que están detrás y que ayudan a que las obras se ejecuten", se muestra agradecido García. Dividida en 20 stands, la exposición recoge "las obras más significativas, por su particularidad, que hemos llevado a cabo, a lo largo de 30 años de trayectoria, tanto en la ciudad de Alicante como en algún lugar un poco más alejado", explica. Entre ellas, se incluyen construcciones tan diversas como el edificio de la Diputación (calle Tucumán, 8); el Noray Café Bar, del puerto de Alicante (av. Conde de Vallellano s/n); el edificio de oficinas Marsamar (calle México, 20); el Instituto Bernabeu (av. Albufereta, 31) o las dos estaciones de tram, tanto Luceros como Mercado Central.
Además, cada uno de los stands se encuentra acompañado por un texto que explica de forma breve estas obras dispares y de bastante reconocimiento dentro del contexto de la ciudad, a pesar de que "ninguna ha sido un encargo de la Administración local. Tras 35 años de profesión, me queda el dolor de haber querido trabajar en mi ciudad y no haber tenido jamás una petición de ninguno de los equipos de gobierno que han pasado por el Ayuntamiento de Alicante", se apena el arquitecto, quien desvela que todas las obras que ha realizado han sido "alguna pequeña cosa para particulares y el resto, provenientes de la Generalitat o de concursos públicos".
Con una trayectoria profesional de más de tres décadas, la cantidad de construcciones sobrepasa a las que actualmente se encuentran en el MUA. Es por ello, que las piezas expuestas se han seleccionado a través de criterios "didácticos e ilustrativos", comenta García el carácter de la muestra. E informa de que "se ha buscado un recorrido de 20 obras que cuenten con una singularidad en cuanto a su construcción, su técnica y su concepción, porque las hay de batalla o de trinchera -como yo las llamo-, pero también otras de las básicas y más importantes, como vivienda social pública y centros educacionales públicos".
Por su parte, la otra exposición que habita el espacio artístico del MUA se inauguró el viernes 31 de enero bajo el título Situación Límite, creada por la docente y artista María Dolores Mulá y comisariada por María Marco. La muestra, que se podrá visitar hasta el domingo 1 de marzo, es el reflejo de una experiencia trágica que toca muy de cerca a su creadora, un aneurisma que sufrió su hermano, quien tuvo que someterse a diez horas de operación: "Lo que yo sentí fue de forma colectiva; el dolor de todos. La espera, la vulnerabilidad que te provoca no saber a dónde te llevan o qué está ocurriendo, la intimidad que entregamos en esa situación a los médicos... Fueron la vulnerabilidad y el miedo los sentimientos que me crearon la necesidad de realizar esta obra de arte", desvela.
A partir de la difícil situación y de dos escritos (el texto de una amiga médica anestesista y directora de un hospital sobre cómo debería ser la sanidad pública y el texto de una amiga escritora sobre la existencia y el significado de 'situación límite'), la artista comenzó su proceso de catarsis desarrollando tres instalaciones independientes pero, a su vez, interrelacionadas a través de la vida y la muerte, empleando las técnicas de pintura, dibujo, grabado y tejido. La primera de las piezas consiste en un mural "realizado sobre 120 sobre reciclados que sobraron de unas elecciones al Parlamento Europeo", explica el origen de Punto Rojo, una obra que sitúa el punto como "principio y fin de la vida".
En el centro, una cama blanca de hospital capta todo el protagonismo y "simboliza la cura. Es una obra conceptual con palabras que reposan encima de ella que hablan sobre el dolor, la cicatriz, las arterias, la sangre y vulnerabilidad. Básicamente, trata sobre los sentimientos que se producen en esa circunstancia", aclara. Y es la tercera instalación la que devuelve el color a la sala, con un corazón "bordado con un hilo de seda antiguo -como una especie de talismán, de canto a la vida y a la esperanza- del que rebosan multitud de hilos rojos que representan las arterias", interpreta Mulá, quien apunta que "la idea es resaltar la suerte de poder vivir y de que existan personas que estudian para poder ayudarte en ese trance".