Entre las primarias podemizadas del PSOE y los carriles bus vacíos, la opinión pública local no ha reparado mucho en este preocupante asunto. La vicepresidenta lleva dos años y le debemos reclamar más gestión y menos televisión
Corría el año 2015 cuando la actual vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, se subía a la tribuna de Les Corts cargada con varios archivadores y destripaba varios casos de valoraciones a dependientes, enfatizando lo que ella denominaba “curació miraculosa” al cambiar los grados de dependencia. Denunciaba que todas ellas llevaran la firma de la entonces directora general y en la misma fecha. Lo cual es un perfecto ejercicio de manipulación porque ni la firma del cargo de turno ni la fecha significan que las revisiones las haga el cargo público y no técnicos, ni que se hayan realizado en el mismo día todas ellas. Otra cosa es si las valoraciones eran irregulares, lo cual sería gravísimo.
Dos años y medios después, aquella fuerza dialéctica, aquellas expresiones grandilocuentes y aquellas múltiples apariciones en La Sexta han cambiado radicalmente (bueno a esta TV le sigue dando titulares). Ahora la señora Oltra es una política que viste sus mejores galas, acepta las invitaciones a glamurosos eventos y televisiones conservadoras y engatusa a la audiencia con un tono suave y moderado. Como bien recordaba el pasado domingo Javier Alfonso: “La Oltra de las camisetas habría pedido la inmediata dimisión de la vicepresidenta y consellera, pero como es más fácil buscar culpables que asumir responsabilidades, la ahora número dos del Consell los encuentra por doquier.”
Estamos ante un asunto que afecta a uno de los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad, los menores tutelados por la Generalitat, niños y niñas en situación de “desamparo”, como así lo definió la propia vicepresidenta. Por cierto, y permítanme que haga este recordatorio, el término ‘desamparados’ está íntimamente vinculado a nuestra tierra, como así lo explica el profesor López-Ibor en su artículo La fundación en Valencia del primer hospital psiquiátrico del mundo y donde el prestigioso Catedrático de Psiquiatría detalla: “En Valencia se produjo un hecho que transformó para siempre el destino de los enfermos mentales en el mundo cuando fray Joan Gilabert Jofré, un religioso mercedario, pidió a sus feligreses protección y cuidados para los «locos e inocentes». La respuesta fue la creación del primer hospital psiquiátrico del mundo y, curiosamente, el primer paso para que la Virgen de los Desamparados se convirtiera en la Patrona de la ciudad y de las tres provincias del Reino de Valencia.” Ya en el siglo XV los religiosos se preocupaban por el cuidado y hospitalidad a los más desfavorecidos.
Con este escenario, es realmente grave lo sucedido la semana pasada en la presentación del nuevo modelo de acogimiento infantil para “desinstitucionalizar” a los menores, es decir, que estén con familias y no en centros y así darles una atención más “personalizada e individualizada”, como si en un centro no pudiera haber un buen trato, además de una organización y disciplina muy positivas en el proceso educativo de un menor. Al mismo tiempo, la señora Oltra volvió a demostrar su habilidad política para tapar el escándalo del centro 100% público de Monteolivete y sus deficientes infraestructuras, vertiendo toda clase de dudas y maledicencias sobre el Centro La Resurrección de Segorbe gestionado por las Hermanas Terciarias Capuchinas.
El asunto supuso el traslado de los menores del centro que gestionaban las religiosas en Segorbe a otros puntos de Castellón. Frente a las acusaciones realizadas por la portavoz del Consell, esto es lo que han dicho quienes allí pasaron su infancia, familias de acogida y educadores del centro. Violeta Donate en declaraciones a Las Provincias manifestó que el máximo castigo fue “rebajarles la paga que les daban las monjas”, incluso le dejaban que con 15 años los fines de semana fuera a casa de su novio y la “queja” por el agua era que salía “casi hirviendo”. Una de las madres de acogida recordaba como la joven Lorena –quien tras vivir en el Centro estuvo en su casa– le dijo ahora que iba a ser madre: “Ojalá pueda transmitirles a mis hijos una pequeña parte del cariño y el amor que he recibido de las Hermanas Terciarias”. Y David, uno de los educadores recordaba que la comida “¡Era la misma que comíamos nosotros!” y se siente “indefenso” antes tales acusaciones por parte del Consell.
La triste y cruel realidad de estos tiempos de tuits y noticias enlatadas la resumió a la perfección el comunicado emitido por las Hermanas del Centro de Acogida de Menores Nuestra Señora de la Resurrección: “Tras casi 120 años de trabajo continuado atendiendo a menores en situación de riesgo y exclusión social, una rueda de prensa de 30 minutos puede ser suficiente para destruir todo lo que se ha construido desde 1885 hasta 2017”. Como tantas veces se dice, es muy difícil construir algo y muy fácil aniquilarlo, especialmente cuando tienes fácil acceso a los medios de comunicación. Porque la señora Oltra lleva dos años de vicepresidenta –como celebrará este sábado– y tanto el centro de Monteolivete y la conocida como ‘ratonera’ de Buñol –donde van a trasladar a los menores– presentan todo tipo de desperfectos, deficiencias e informes negativos. La política mediática es muy útil en la oposición para alcanzar el gobierno, pero la gestión política es más dura e ingrata y debe hacerse sin focos y priorizando a los más vulnerables e indefensos.