El propio Barroso ha confesado que planteó el proceso de trabajo de El día de mañana como el de una película. ¿Nos encontramos ante un momento en el que las fronteras entre ambos formatos se están difuminando? Así lo cree el responsable de Kasbah (2000), quien señala que “quizás lo que separa a un formato de otro es el tiempo delimitado: cuánto es capaz de aguantar uno sentado en una butaca. Hace unos días vi una película de dos hora y veinte minutos y pensé que si hubiese durado media hora menos me habría encantado, pero antes esa era la duración habitual de los grandes títulos. Nuestra capacidad de resistencia cada vez es más pequeña, si a los cinco minutos no nos gusta algo, nos ponemos a zapear”.
La Mostra, una "celebración del cine" en clave local
La visita de Barroso a la capital del Túria coincide con la 33 edición de la Mostra,de València, el festival de cine que vuelve a celebrarse tras varios años de ausencia institucional. Y para él, que una ciudad cuente con su propio certamen fílmico es, ante todo, una buena noticia: “la celebración del cine siempre es algo positivo para el sector, es una fiesta. Estos festivales son el lugar en el que el público se encuentra con las cintas”. Destaca aquí la vertiente de proximidad: "Si fuera planetaria no tendría tanto interés como tiene a nivel local: el festival de San Sebastián, el de Valladolid… Es un lugar de conexión total con la población de cada urbe". Aunque reconoce que no ha podido consultar a fondo la programación de la renovada iniciativa valenciana, el realizador respalda la apuesta de la Mostra por una entrega sin grandes estrellas invitadas y con fuerte presencia de las producciones mediterráneas: “Cada festival tiene que buscar su nicho, hay targets y targets… Está Berlín, Cannes, Venezia, Toronto... Lo importante es que las películas seleccionadas sean buenas y haya en ellas algo bueno por descubrir. Como espectador -que es lo que uno nunca quiere dejar de ser-, creo que los festivales son la mejor manera de ver cine, porque cada película es un mundo y desde una misma sala puedes adentrarte en universos completamente distintos en función de la película que veas”.
En un año en el que el movimiento feminista ha alzado la voz tanto en el contexto de Hollywood como en los grandes festivales internacionales, parece inevitable preguntarse cómo se afronta el reto de la paridad en la industria cinematográfica patria. Barroso lo tiene claro: “es el momento de hacer cambios”. A ese respecto, señala que la Academia “acaba de firmar la Carta que favorece la igualdad y somos conscientes de que en el mundo del cine hay situaciones que es necesario corregir”. Entre ellas, destaca la necesidad de aumentar la presencia femenina en los distintos escalafones del universo fílmico -de hecho, según un estudio publicado en septiembre por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), éstas únicamente participaron en el 24% de las películas realizadas en 2017. Más mujeres en todas partes y, especialmente, en la entidad que encabeza: “Hace unos días me dijeron que en la judicatura el 60% de los jueces son mujeres y algo semejante sucede con la Medicina. Entonces, ¿por qué entre los miembros de la Academia hay aproximadamente solo un 25%? Es algo que tenemos que plantearnos y actuar en consecuencia”.
Durante años, la gran reivindicación, el reclamo constante por parte de los profesionales del sector era cristalino: si había algo que se exigía unánimemente era la bajada del IVA cultural. Sin embargo, la materialización de ese descenso tributario se tradujo en el nacimiento de una nueva polémica: y es que, según difundieron entidades como Facua, algunos exhibidores no repercutieron esa disminución en el precio final de las entradas amparándose en su libertad para fijar los precios. Planteada la cuestión, Barroso trata de descafeinar la magnitud del embrollo: “En las principales ciudades -asegura- el 90% de las salas han repercutido el IVA, algo que celebramos”, aunque también admite que “hay algunas que no lo han hecho y nosotros les invitamos e insistimos en que lo hagan porque al final puede afectarles negativamente, no es una medida muy inteligente”.