VALENCIA. Son las tres de la mañana y aún no he dormido nada. En el backstage de la discoteca La3 (C/ Pare Porta, 3) se preparan Wendi Superstar y Liz Dust, entre otras drags, para dar la campaná prenavideña en la fiesta ‘Que trabaje Rita’. Petardeo asegurado. Entre laca y pelucas, entra ella, la más discreta del lugar. En vaqueros, menuda y cargada con una maletilla ocupa su lugar y comienza a prepararse para la que va a ser su tercera actuación del día. Pero no viene sola, su pareja desde hace más de medio siglo la acompaña. Ella es María Jesús; él, su acordeón.
Nacida en Cáceres, María Jesús Grados Ventura se mudó bien chiquita a Valencia y a los ocho años ya tocaba en la playa por unas monedas. El destino quiso que se cruzara con el quiosco donde actuaba cuando trataba de buscar aparcamiento. La de esa noche no era una actuación cualquiera. En una discoteca y rodeada de jóvenes dj’s el ambiente no podía estar más alejado de su bar en Benidorm. La demanda existe.
A punto estuvo de tener otra suerte. Los pajaritos, franquicia multimillonaria versionada por Romina y Albano o J. J. Lionel, pudieron acabar formando parte del repertorio de Parchís. Al final, la del acordeón se hizo con el tema convirtiéndose en la one hit wonder por antonomasia y vendiendo millones de copias en todo el mundo, como después harían Los del Río o Las Ketchup. Ella ha perfeccionado el arte de subsistir a base de un solo éxito. A sus casi 60 años, todavía sigue facturando gracias al popular baile.
Su bar se ha convertido en un clásico moderno de Benidorm. Cuando Britney y J.Lo se pelean por sustituir a Cher y Céline en Las Vegas, parece que no hay otro artista dispuesto a tomar el trono en la costa blanca. Cada noche canta su gran éxito en su local, plaza fija que combina con sus actuaciones de la mano de '¡Qué trabaje Rita!' y otros compromisos publicitarios que, recientemente, la llevaron a ser imagen de Low Cost Festival. Pero la de María Jesús no es una carrera cualquiera, conocida en sus inicios como ‘La niña de la Malvarrosa’, también ha sido concejala en La Nucía por el Partido Popular. Los pajaritos siguen piando.
- Tal y como está el patio, ¿volvería a la política?
-No. Nunca se puede decir de este agua no beberé, pero creo que no. La experiencia fue muy enriquecedora, tuve la suerte de ser concejal con gente a la que podía ayudar, como la tercera edad o la mujer. No volvería por una razón: con la música consigo ayudar mil veces más. Mi padre decía que no se puede servir a dos señores a la vez, y la política te lleva mucho tiempo, mucha dedicación y, también, muchos sinsabores, porque no puedes hacer todo lo que quieres.
- Joaquín Reyes decía cuando la imitó para La Hora Chanante que usted llegó “a los 80, una época muy bajonera, a llenarlo todo de alegría”...
- Gracias a Dios yo me siento feliz, el mejor escenario del mundo puede ser la calle siempre que tenga un público alrededor y yo pueda hacerles olvidar los problemas de la vida. Con eso me siento pagada. Es maravilloso estar esta noche aquí y que los jóvenes me griten ‘guapa’. Yo le pido a Dios que me acepten, sería muy doloroso salir y que no fuera así. Cuando las cosas se hacen de corazón, tanto si cocinas, conduces o pones una bombilla, eso lleva una recompensa.
- Han pasado tres décadas de Los pajaritos y sigue viviendo de su éxito, si tuviera delante a alguna cantante joven, como Rita Ora o Ariana Grande, ¿qué consejo les daría?
-No me siento con facultades para dar consejo a nadie, ni mucho menos, porque además hoy los jóvenes tienen la suerte de tener mucha información y de un día para otro se hacen famosos. Humildemente, el consejo que les daría es que sean constantes, que sigan teniendo ilusión y ganas de luchar. Todo en la vida no es de color de rosa. Yo he pisado los escenarios más bonitos del mundo, pero hay que tener los pies muy bien puestos en el suelo. Estás en todo el mundo recibiendo premios y siendo portada de revistas, pero eso después pasa y tienes que tener presente que es un regalo. Yo tengo la suerte de poder seguir disfrutándolo, pero hay que hacerlo cada día.
-En 2012 Paloma San Basilio se atrevió con la electrónica en Amolap, ¿se lanzaría al ruedo?
- No, este es mi repertorio, ¿quién no ha escuchado Los pajaritos? Yo no puedo ahora hacer música tecno. Una paella valenciana tiene que tener arroz, es la base. María Jesús es Los pajaritos. Tengo la suerte de que, como esta noche, los jóvenes escuchan la música que yo interpreto, aunque sea un pasodoble. Son grandes entendidos en música.
Precisamente esta noche se enfrenta a un reto muy diferente al que acostumbra. En una discoteca, a las 4 de la mañana y custodiada por ejercito de drag queens, María Jesús abandona los vaqueros y sale a escenario embutida en un body de animal print para ofrecer una versión reducida de su espectáculo. Un popurrí de canciones populares, entre los que figura La chica ye-ye o Si yo tuviera una escoba. Por supuesto el show acaba con Los pajaritos, la canción que la acompaña cada noche.
“Soy atrevida y por eso tengo la suerte de estar aquí”, afirma. Atrevida es. En 2013 se convirtió en la imagen del Low Cost Festival, para el que versionó Dramas y comedias de Fangoria, "una experiencia fantástica". De la playa a La3, ha sabido que para mantenerse hay que ir allá donde se la quiera, no importa el dónde ni el quién, ya sea un grupo de jubilados o de gafapastas. "Yo soy un verdadero músico ambulante, no he sido una artista a la que le ha venido el éxito regalado. Me siento una privilegiada". Antes de irme, una pregunta que no quiero que se me quede en el tintero.
-MªJesús, ¿con qué emoticono resumiría su carrera?
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