Una nueva encuesta destaca los riesgos que los conductores jóvenes asumen al volante del vehículo familiar
ALICANTE. Los conductores jóvenes asumen conductas de riesgo al volante del coche de sus padres, que muchos toman prestado sin preguntarles. Estas conductas incluyen superar los límites de velocidad, utilizar teléfonos móviles mientras conducen y conducir bajo los efectos del alcohol.
Estas son las conclusiones de una nueva encuesta encargada por Ford que destaca la necesidad de formación específica para conductores en Europa, continente donde los accidentes de tráfico son la principal causa de muerte entre conductores jóvenes y existen presiones económicas que hacen que los jóvenes permanezcan en el hogar paterno más tiempo.
Un 82 por ciento de los encuestados afirmó conducir el coche de la familia, un 39 por ciento admitió haber superado el límite de velocidad, un 35 por ciento aseguró haber cogido el coche sin preguntar y un 27 por ciento haber utilizado su smartphone para realizar llamadas, enviar mensajes o hacerse selfies mientras conducía. Hasta un 6 por ciento confiesa haber conducido bajo los efectos del alcohol.
“Volver al hogar familiar, o no haberlo abandonado nunca, puede crear tensiones entre padres e hijos que han dejado de ser niños”, afirma Jim Graham, gerente de Ford Driving Skills for Life (Ford, Conduce tu vida en España). “Los jóvenes pueden ver el coche familiar como una puerta hacia su libertad, una base de sus actividades sociales. Pero por su seguridad y la de otros conductores, especialmente si conducen un coche más potente de lo que están acostumbrados, necesitan asegurarse de que conducen de manera responsable”.
En Europa, cerca de la mitad de los jóvenes de entre 18 y 29 años viven en casa con sus padres, cifra que en España alcanza el 80 por ciento. Los altos niveles de desempleo juvenil, la subida de los alquileres (que en España aumentó en un 15,9 por ciento en 2016† ) y la dificultad para acceder a una hipoteca son factores que contribuyen a ello. Los estudiantes universitarios suelen volver a casa de sus padres al concluir sus estudios, el llamado “efecto bumerang”.
Entre los encuestados, el 74 por ciento cuenta con su propio coche, pero sigue conduciendo el coche familiar. Algunos lo hacen para ahorrar dinero o impresionar a sus amigos. Para los padres, supone un importante desembolso. Algunos estudios cifran en 4.300 euros al año el coste de tener a un joven en casa. Los costes asociados al coche incluyen gastos adicionales de seguro, combustible y reparaciones.