La prensa del corazón es una manifestación imprescindible de la cultura popular. No la menospreciemos. Los cotilleos de los famosos y famosillos son el alimento espiritual de millones de amas de casa y de quienes no somos amas de casa. Hay que sacar pecho y admitir que leemos el ‘Hola’ cada miércoles. ¿Pasa algo?
Siempre quise ser periodista del corazón. El destino, sin embargo, hizo que acabara de informador económico. Triste destino. Uno propone y Dios dispone. Dios, en la prensa valenciana de aquella época, era María Consuelo Reyna. Tengo esa espinita clavada en el interior de mi ser. Hubiera dado años de mi vida por perseguir, micrófono en mano, a Isabel Pantoja por los andenes de la estación Santa Justa de Sevilla y ser correspondido con una de sus muecas de desprecio.
Pero no pudo ser, como escribió otro sevillano, el tuberculoso de Bécquer.
Ese vacío profesional lo he intentado corregir siendo un consumidor voraz de papel cuché. Esto me viene de largo. Siendo ya adolescente aguardaba con impaciencia a que mi tía Remedios comprara el Hola para leerlo en su casa. Así me iba enterando de los chascarrillos de las casas reales europeas. Fui fan de Carolina de Mónaco como Boris Izaguirre. Después llegaron los programas de cotilleos a la televisión. Por desgracia, todo adquirió un tono plebeyo y vulgar. Admito, no obstante, que nunca falté a mi cita con Ximo Rovira en Tómbola, aquel extraordinario invento del añorado Carrascosa. ¡Qué jóvenes éramos entonces! Cruzarse de noche, por el centro de Valencia, con Jesús Mariñas era una experiencia indescriptible, para recordar.
A Tómbola le siguió, años después, Sálvame, el alimento espiritual de las amas de casa españolas. Siempre que puedo lo veo porque pienso que antes de pisar el cielo hay que conocer y consumirse en el infierno. Estamos obligados a chapotear en el fango porque Dios hizo al hombre con barro, y del fango brota también la semilla de la flor de nuestro hermoso porvenir.
Lirismos absurdos aparte, hoy es miércoles, mi día grande, porque me acerco al quiosco a comprar las revistas del corazón. El quiosquero tiene un auténtico chollo conmigo. Le saludo cortésmente y adquiero el Hola (me encanta el contacto de la piel con el papel satinado de sus páginas) y la versión barata y reducida de Semana y Diez minutos, a un euro cada una de ellas.
Pero como el Hola no hay nada. La revista del admirado Eduardo Sánchez Junco nos tuvo con el corazón encogido, esperando la exclusiva de la boda de Anita Boyer y el pipiolo de Fernando Verdasco. Hermosísimo y lindísimo el reportaje sobre su boda celebrada en una iglesia de bambú, en la isla caribeña de Mustique, de la que no tenía noticia pues yo suelo veranear en La Manga del Mar Menor. Faltó Julio Iglesias y faltó su hijo Enrique, flamante padre de mellizos. Pero estuvo divina, como siempre, Isabel, acompañada de su actual pareja, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, apodado Viagra Llosa por las malévolas amigas de su primera mujer. No faltaron críticas injustas al vestido de la novia. Leer este reportaje en dos entregas me dio un subidón de la muerte porque el Hola me reconcilia con la existencia. El mundo me parece casi perfecto. Es como un video Ricky Martin, donde sólo sale gente rica y guapa, o como un poema de Jorge Guillén.
Después de probar tan delicioso manjar, la lectura de Semana y Diez Minutos sabe a poco. Son publicaciones pensadas para entretener a la franja modesta de clase media. Sé de lo que hablo porque yo pertenezco a esa pequeña burguesía algo embrutecida.
La portada de Semana estaba dedicada a doña Letizia. Según la revista, la reina de España se ha gastado 130.000 euros en ropa este año. Para entendernos, más de 21 millones de pesetas. No existe mejor indicador de que la crisis está superada. Además, Jorge Javier habla de su depresión, felizmente superada. Cualquier día de estos abandona Sálvame y deja huérfano a medio país. Pepe Navarro, habitual de los juzgados, se ha separado de su segunda mujer. Hay más.
Me queda por hojear Diez Minutos, que dedica uno de sus principales reportajes a una chica falsa, muy falsa, conocida como Paula Echevarría, la smart girl que le rompió el corazón al bueno de Bustamante. Otro protagonista de la prensa rosa es un tal Gustavo González por haberse divorciado después de treinta años de convivencia. Al parecer se la pegaba a su mujer con otra más joven, como suele suceder en estos casos.
Kiko Rivera, aun no siendo necesariamente atractivo, siempre me ha ganado con su sencillez y carácter franco, tan extendido en algunos lugares de Andalucía
Busco y rebusco y no encuentro nada de las Campos. Me imagino que Terelu se estará buscando otro novio semental. Siento una enorme frustración al constatar que en ninguna de las tres revistas aparece Kiko Rivera. El muchachote, aun no siendo necesariamente atractivo, siempre me ha ganado con su sencillez y carácter franco, tan extendido en algunos lugares de Andalucía.
¿A qué se debe la ausencia de Kiko? ¿Tal vez se está gestando otro embarazo? ¿O al hijo de la Pantoja le ha dado por leer a estas alturas de la vida? Dios no lo quiera porque sabemos que la lectura es perjudicial para la salud mental. Pero ¿y si Kiko Rivera ha cogido un libro y ese libro fue escrito, por ejemplo, por Marcel Proust? El novelista francés fue un excelente cronista de sociedad, tal como nos recuerda André Maurois en una hermosa biografía. Proust conocía, como nadie, la atracción del fango. De seguir vivo, tendría el perfil para presentar el futuro Gran Hermano después del pinchazo de Jorge Javier. Telecinco le busca sustituto al periodista de Badalona. ¿Por qué no alguien como Marcel Proust?