Hoy es 19 de diciembre

'la vida de calabacín'

La película de animación más premiada del año es una fábula sobre la superación del maltrato infantil

La propuesta suiza de stop-motion La vida de calabacín está nominada al Oscar

24/02/2017 - 

BERLÍN. Calabacín no es una hortaliza, sino un valiente niño de nueve años. Su verdadero nombre es Ícaro. Acaba de perder a su madre tras un accidente. No mantenían una buena relación, aunque él ha asumido el alcoholismo, los gritos y los golpes con la normalidad que impone lo cotidiano. Ahora vive en un hogar de acogida, rodeado de otros pequeños víctimas de abuso, maltrato y abandono. Un argumento así parece carne de documental o de drama de ficción, pero cuando el director suizo Claude Barras leyó el libro La vida de calabacín, de Gilles Paris (Ediciones Maeva, 207), entrevió un largometraje de animación en stop-motion. Pagó caro, no tanto en dinero como en tiempo, su atrevimiento. Los productores estaban preocupados por el rango de edad del filme.

“El libro está dirigido a un lector adulto, pero yo iba a realizar una película infantil, así que recelaban del enfoque que daría al tema social que aborda el relato. Quería hacer un proyecto que se dirigiera a niños maltratados como remedio a los abusos que sufren día a día”, explica el autor.

Para convencerles de la idoneidad de trascender edades con su propuesta, Barras filmó un piloto en 2009 de menos de 10 minutos, planteado como un casting para el personaje protagonista. 

Laureles mil

La ópera prima se hizo realidad siete años después. Y participó en la sección Quincena de Realizadores de Cannes. Desde su paso por el festival internacional, la pequeña gema de plastilina ha ido coronándose certamen tras certamen. A saber, mejor largo y del público en Annecy, película en Angulema, premios del público en Melbourne, Varsovia y San Sebastián, cinta animada en los Premios del Cine Europeo y mejor adaptación cinematográfica infantil-juvenil en la Feria del Libro de Frankfurt. Amén de su nominación a los Globos de Oro y a los Oscar, en los que este próximo domingo, 26 de febrero, lidia contra Disney, Universal y el Estudio Ghibli.

“La infancia es un periodo en nuestras vidas en el que somos muy sensibles. Los malos y los buenos momentos se recuerdan de por vida. Me encanta hacer películas que hablen a los niños del presente,  que les expliquen que no siempre es sencillo vivir en este mundo y que les den claves para decodificarlo y poder vivir mejor todos juntos”, se justifica el realizador e ilustrador. 

La ópera prima de Claude Barras llega a nuestros cines hoy, viernes, 24 de febrero, y relata cómo un niño procedente de una familia disfuncional forja un nuevo clan junto a cuidadores y compañeros de infortunios. 

“La película ilustra los nuevos tipos de familia contemporánea. La entidad clásica ha cambiado y ahora tiene como fundamentos la solidaridad y la construcción de estabilidad –defiende el realizador-. Los niños tienen una fuerza diferente a la de los mayores. El mundo adulto es disfuncional y los críos hallan su principal fuente de sustento en la unión: al mantenerse juntos, se protegen”. 

Y entonces se sumó Céline

Barras tenía experiencia previa en el retrato de universos infantiles. Es autor de cortos de animación como Le génie de la boîte de raviolis, de 2006, ganador de numerosos premios en festivales de cine.

En el intervalo hasta que su primer largometraje se hizo realidad, quedó descabalgado del proyecto su coguionista de cabecera, Cédric Louis, que aparcó su carrera en la animación para centrarse en el documental. Fue entonces cuando se sumó al proyecto Céline Sciamma. La directora y guionista francesa está especializada en destilar la complejidad del paso a la edad adulta en honestas coming of age protagonizadas por personajes en los márgenes por cuestiones de género y raza. Ahí están para corroborarlo sus películas Tomboy y Bande de filles

Se necesitan agallas y atrevimiento para convencerte a ti mismo de que la historia de un pequeño niño que mata a su madre alcohólica y que acaba en un orfanato es la opción perfecta de cine familiar. Pero si piensas en los cuentos que se han contado a los niños desde siempre, todos suelen tener premisas muy oscuras, como Pulgarcito o Hansel y Gretel. Los cuentos de hadas son crueles, La vida de Calabacín no lo es”, así aplaude Sciamma la valentía del director.

El libro del que parte la película es episódico y está muy fragmentado. Céline eliminó personajes y dio un arco narrativo a la totalidad de los que permanecieron en la trama. Su contribución aportó arquitectura y sensibilidad a una narración que habla de tolerancia y de camaradería, de reconciliación y de nuevas oportunidades vitales.

Ojos como platos

Lo más llamativo en el dibujo de los personajes son sus ojos, enormes, en unas cabezas desproporcionadas para los pequeños cuerpos que las sostienen. Las miradas resultan vivas y realistas, y contrastan con el aspecto sombrío de los interiores de las casas y de los espacios exteriores. 

“Nuestra intención era distanciarnos lo más posible de las animaciones de Tim Burton. De modo que elegimos utilizar colores brillantes y contrastados. En cada personaje destacan dos -detalla Barras-. El tamaño de los ojos era fundamental porque son el espejo de las emociones. Y los brazos les dan aspecto de monos, ya que son muy largos, pero era inevitable porque los protagonistas han de aprehender muchos objetos y acercar sus dedos al rostro”. 

Claude tiene amigos que trabajan con niños en situaciones de riesgo, tanto en la calle como en instituciones especiales. Comparte que es un trabajo “muy arduo y comprometido”. De hecho, sus conocidos han dedicado entre 10 y 15 años a esta labor social, no más. Después de este tiempo, han necesitado cambiar de trabajo. Esta película es también un homenaje a los cuidadores.

“En el cine contemporáneo, los orfanatos se han representado desde siempre como lugares de abuso, y el mundo exterior como la libertad (Los 400 golpes, Los chicos del coro). En La vida de Calabacín eso se invierte: el abuso se sufre en el exterior y el orfanato es un lugar de apaciguamiento y reconstrucción”. 

Noticias relacionadas

EL CABECICUBO DE DOCUS, SERIES Y TV 

1981, el año de los obreros deprimidos, veteranos mutilados y policías corruptos

Por  - 

En la cartelera de 1981 se pudo ver El Príncipe de la ciudad, El camino de Cutter, Fuego en el cuerpo y Ladrón. Cuatro películas en un solo año que tenían los mismos temas en común: una sociedad con el trabajo degradado tras las crisis del petróleo, policía corrupta campando por sus respetos y gente que intenta salir adelante delinquiendo que justifica sus actos con razonamientos éticos: se puede ser injusto con el injusto

next
x