Más pronto que tarde reconocerán que la inversión con criterios ESG es un elemento crítico que no puede ser ignorado como advierte el experto
MADRID. El coronavirus irrumpió en las salas de negociación justo cuando comenzó a extenderse por todo el mundo, pero su efecto en la inversión sostenible podría ser aún más significativo. En poco más de un mes, el mundo se ha transformado debido a una de las crisis más duras que ha vivido nuestra generación, y tal vez, varias generaciones. La velocidad y la gravedad de la proliferación de la pandemia de la covid-19, la respuesta política y las sucesivas consecuencias económicas no tienen precedentes. Los mercados financieros mundiales han visto con sorpresa sus mejores y peores períodos bursátiles de una década comprimidos en el mismo lapso temporal.
El índice de referencia del mercado de valores estadounidense, el S&P 500 se desplomó un 34% en un mes -la caída más rápida del mercado bajista en la historia de Wall Street-, para recuperarse un 20% tres semanas después. Claramente, la pandemia del coronavirus marca un punto de inflexión para los países, las empresas, las familias y los mercados financieros. Cabe preguntarse si además marcará un punto crucial para la inversión sostenible, o si también tiene como objetivo comprender y contrarrestar muchos otros grandes desafíos sociales como el cambio climático, los daños a la biodiversidad, los abusos de los derechos humanos y laborales, las desigualdades sociales y la buena gestión empresarial.
¿Reconoceremos ahora que los desafíos sociales exigen soluciones masivas de capital público y privado y, como resultado, la inversión sostenible se convierte en una parte esencial del conjunto de herramientas de cualquier inversor? ¿O, ante una pandemia -que casi con toda seguridad dará lugar a una gran recesión a nivel mundial- los criterios ambientales, sociales y de gobernanza son una distracción innecesaria? ¿Perderá ante corrientes más poderosas de supervivencia empresarial a corto plazo y el restablecimiento del crecimiento del statu quo?
Si analizamos las empresas desde el enfoque del riesgo y de la rentabilidad de la inversión en ESG, pronto veremos que la inversión sostenible toca todos los aspectos de la pandemia:
1) Medio ambiente.
Las pruebas sugieren que las amenazas ambientales están en el centro de esta pandemia. La pérdida de la biodiversidad y la degradación de los hábitats naturales están contribuyendo al aumento de las enfermedades que provienen de los animales, como el coronavirus. El potencial de transmisión posterior es devastador debido al mundo tan globalizado en el que vivimos. Pero cuando se trata de nuestra respuesta a la pandemia, las noticias para el medio ambiente pueden ser más positivas, a medida que las empresas se adaptan a las circunstancias. Por ejemplo, el auge del teletrabajo y de la tecnología han conseguido la disminución de los desplazamientos diarios y los numerosos viajes de negocios de millones de personas, reduciendo drásticamente las emisiones de CO2.
En cuestión de semanas, también hemos visto los beneficios ambientales de la ralentización de algunos de los países más contaminantes. Esto nos da una idea de lo que podríamos lograr si realmente ponemos el foco en abandonar el uso de combustibles fósiles y en su lugar, buscamos tecnologías de energía limpia. La investigación en ESG nos está ayudando a entender estas tendencias en términos de inversión en las empresas mejor posicionadas. Me gustaría pensar que cuando esta crisis se calme no volveremos automáticamente a las malas costumbres.
En 2018, un estudio de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Zúrich analizó lo que sucedía cuando las personas tenían acceso gratuito a las bicicletas eléctricas y no podían conducir. El resultado fue interesante: una vez recuperaron sus coches, condujeron mucho menos. Según los investigadores, los beneficios directos para la salud y el bienestar físico de las bicicletas eléctricas resultaron ser un poderoso incentivo para que la gente adoptara una forma alternativa de desplazamiento.
Después de la pandemia, ¿podríamos ver un efecto similar, pero a una escala mucho mayor, a medida que la gente experimenta los beneficios de un aire más limpio? Lo que el coronavirus ha puesto de relieve es la urgente necesidad de unidad política, social y empresarial si queremos resolver un desafío existencial para todos. La necesidad está ahí, con lo que deberíamos ser capaces de enfrentar la crisis climática, y de convertirla en un paradigma de crecimiento positivo.
2) Social
El aporte vital del capital humano en algunos de nuestros sectores corporativos más críticos, como la salud, el suministro de alimentos y la venta minorista, ha sido evidente, aunque hasta ahora han recibido menos atención. Es probable que la inversión en salud y seguridad se convierta en una prioridad. Lo mismo ocurre con la importancia de una buena gestión de la cadena de suministro. La pandemia está poniendo al descubierto la fragilidad de algunos vínculos y de las relaciones comerciales mundiales. Estas cuestiones han estado en el radar de los inversores sostenibles durante décadas: Creo que tendrán más importancia después de la crisis.
3) Gobernanza
Las preguntas son numerosas. ¿Cuán resistentes son las empresas a la tensión social y económica? ¿Qué tan efectivos son sus planes de emergencia y continuidad empresarial cuando hay problemas? ¿Cómo de rigurosos son sus procesos y qué tan motivados están sus empleados para apoyar a la compañía en tiempos difíciles? ¿Es la empresa lo suficientemente ágil como para proteger los mercados existentes y para adaptarse a las nuevas prioridades y oportunidades? ¿La marca de la empresa es sólida, y puede seguir siéndolo en una crisis? Estas son preguntas que los inversores expertos en sostenibilidad suelen hacer, junto con la evaluación financiera básica. Esto resalta la importancia de una de nuestras creencias más arraigadas: El compromiso con los criterios ESG y el voto proxy deben estar integrados en el proceso para evaluar la resiliencia y la rentabilidad de las empresas. Este enfoque en la buena gobernanza es absolutamente crucial si queremos salvaguardar los intereses de nuestros clientes.
Todo ello ha puesto de manifiesto la relevancia de los factores ESG durante la crisis del coronavirus. Creo que es una de las demostraciones más claras que hay de la importancia de integrar los factores de sostenibilidad en el proceso de inversión. Y, según los indicadores iniciales de las últimas semanas, las empresas en manos de inversores sostenibles parecen tener una mejor rentabilidad en la pandemia. Hemos visto que los índices ESG, como los índices MSCI SRI global y ACWI, han superado a los índices tradicionales en un 10% en los últimos tres a cinco años. Muchas empresas ven la crisis como una oportunidad para demostrar su papel positivo en la sociedad.
Los bancos están proporcionando un mecanismo de financiación para las pequeñas empresas; las firmas industriales y de consumo están adaptando la producción para fabricar equipos médicos con el fin de hacer frente a la crisis. También hay numerosas pruebas de que las empresas mejor gestionadas tienden a obtener una buena puntuación en los criterios de ESG, además de batir al mercado en el largo plazo.
Cabe preguntarse ¿Por qué? En realidad, el proceso de inversión sostenible minimiza el riesgo bajista al evitar aquellas compañías que muestran comportamientos más arriesgados. También identifica las empresas que pueden aprovechar las tendencias de sostenibilidad a largo plazo (muchas de las cuales son evidentes en la crisis del coronavirus). Sin duda, exigirá alteraciones en la forma en que abordamos la integración de los datos ESG en nuestras estrategias de sostenibilidad. La reciente atención a los factores ambientales puede, al menos a corto plazo, dar paso a un mayor énfasis a los factores sociales. Tal vez veamos una ponderación más equitativa entre el E, la S y la G. La inversión es, después de todo, una disciplina dinámica.
Pero lo más importante, lejos de ser una distracción, tras de la crisis de la covid-19 la tendencia hacia la inversión sostenible se acelerará aún más. En los últimos 18 a 36 meses ya hemos visto una notable transformación en la forma como los mayores gestores de activos están asignando capital y su enfoque en cuestiones de sostenibilidad. Los mercados reconocerán que la inversión con criterios ESG es un elemento crítico que no puede ser ignorado. Los inversores probablemente tendrán aún menos tolerancia hacia las malas praxis corporativas, pues la financiación de estas empresas se volverá costosa y el capital será escaso. Creo firmemente que los mercados son el mecanismo de transmisión más poderoso para promover la sostenibilidad corporativa a nivel mundial y para resolver nuestros problemas de hoy para un futuro mejor.
Michael Baldinger es responsable de Compromiso Estratégico, Inversión Sostenible y de Impacto de UBS AM