VALÈNCIA. Ni a la octava fue la vencida. PSPV, Compromís y Unides Podem-EUPV volvieron a reunirse este martes, a 24 horas de producirse el debate de investidura del socialista Ximo Puig, para tratar de cerrar el reparto de consellerias entre las tres fuerzas que integrarán el Botànic II. O más bien, para resolver el escollo principal que surgió apenas un día antes: quién ostentaría las competencias de Cambio Climático y Transición Energética.
La negociación comenzó en torno a las 10.00 de la mañana. Los representantes de las tres formaciones llegaron convencidos de que alcanzarían un acuerdo sobre la arquitectura del Consell y por la tarde podrían firmar el acuerdo programático. Eso sí, la idea de firmarlo en Alicante que barajaban todos un día antes ya ni siquiera la contemplaban. Dos horas después del inicio del encuentro, las buenas expectativas comenzaron a desmoronarse.
Socialistas, valencianistas y morados retomaban las conversaciones en el mismo punto en que se quedaron el día anterior. La coalición que lidera Mónica Oltra no estaba dispuesta a que Cambio Climático y Transición Energética (dependientes en la legislatura pasada de Compromís) pasara a ser gestionada en este mandato por Unides Podem. No querían que ninguna competencia que tuviera que ver con Medio Ambiente, conselleria que administrarán los valencianistas -todo apunta a que con Mireia Mollà al frente-, estuviera fuera de esta área de gobierno.
Una cerrazón ante la que la formación de Antonio Estañ se plantaba. La mañana del lunes había obtenido luz verde por parte del PSPV -y del Bloc- para ocupar la cartera de Vivienda (cedida por los propios socialistas) junto a Cambio Climático y Transición Energética. Una oferta que incluía la Agencia de Cambio Climático hasta ahora en Presidencia de la Generalitat y la Agencia de Energía. El balance era positivo. Sin embargo, tras la comida que mantuvieron los negociadores de Compromís con Oltra, se dio un paso atrás en las posiciones. Los valencianistas no iban a cederles ninguna competencia que antaño era de ellos y que en la actualidad pretendían mantener. De lo contrario, consideraban que proyectaban la imagen de ser los perdedores de la negociación del nuevo Consell.
La postura se mantuvo este martes y la coalición sólo propuso a Unides Podem-EUPV tener la Conselleria de Vivienda junto a competencias sobre Eficiencia Energética que tuvieran que ver con vivienda. Un ofrecimiento que los morados consideraron inaceptable: "Nos ofrecen gestionar placas solares y cuadros de luces. Esto no es serio. No aceptan su resultado en las urnas". A la hora de comer, Estañ y el resto de integrantes del equipo negociador de Unides Podem abandonaban la sede del PSPV a la espera de que Compromís les brindara una propuesta "proporcional" a su peso dentro del futuro Ejecutivo.
Con todo, valencianistas y socialistas calculaban que a las 17.00 de la tarde se retomarían las negociaciones. Algo que no llegó a ocurrir. La coalición hizo una propuesta vía telefónica a Podem: Vivienda y Eficiencia Energética -la misma invitación que por la mañana- e insertarse en la Agencia de Cambio Climático (por crear, pero que en la legislatura pasada dependía del PSOE) y en la Agencia Valenciana de Energía que dependerán de las consellerias de Medio Ambiente y Economía respectivamente que Compromís liderará. En definitiva, mestizaje en esas dos áreas a través de dos agencias, pero ni rastro de que los morados pudieran ocupar en primera línea una conselleria con estas competencias. La oferta fue denegada. Unides Podem estaba dispuesto a renunciar a Cambio Climático pero quería mantener, al menos, Transición Energética. Un escenario que Compromís no quiso aceptar.
Conforme avanzaba la jornada, las filtraciones traían más mar de fondo: se acusaba a Compromís de llevar dos posiciones en la negociación. Con el PSPV, que dejaran fuera del Gobierno valenciano a Unides Podem. Con los morados, que pidieran la cartera de Urbanismo a los socialistas para que acompañara a Vivienda. Con todo bloqueado y denuncias de este calibre, la confluencia liderada por Rubén Martínez Dalmau envió un comunicado en el que señalaba que la consulta a sus bases que había resultado favorable a la investidura de Puig, iba vinculada a que hubiera acuerdo de gobierno entre las tres patas que firmaran el Botànic II. "Acuerdo que de momento no se ha producido y por el que no garantizamos nuestro voto favorable a la investidura", rezaba el mensaje.
Mientras, los socialistas celebraran una ejecutiva en la que, además de decidir quiénes serían sus senadores territoriales, Ximo Puig debía trasladar el acuerdo al que se había llegado con los valencianistas y morados. Un pacto que no se había cerrado. Difícil de explicar a menos de 12 horas de la investidura.
En este sentido, en Compromís comenzaban a dar por hecho que la votación de la investidura de Puig no se iba a producir este miércoles y que el president de Les Corts, Enric Morera, la retrasaría. Calculaban que el líder socialista pronunciaría su discurso de investidura, pero que el sufragio se aplazaría acto seguido 24 horas; esto es, para el jueves. Explicaban que si Podem no confirmaba el apoyo a Puig, era preferible no hacer peligrar la votación. Una justificación que desde las filas socialistas miraron con recelo; ponían en duda que el motivo para retrasar la votación fuera realmente las dudas de los morados, o si más bien era una vendetta por el adelanto electoral; herida por la que todavía supura Compromís.
Mientras, en la coalición valencianista defendían que habían cedido en la negociación de forma constante y que vienen sufriendo en los últimos días la "pinza" de PSPV y Unides Podem, basada en que los socialistas ofrecieran a los morados competencias que ostentaba Compromís en vez de entregar algunas de las suyas propias. Todo ello mientras, a su juicio, los de Puig hacían pasar por "cesiones" su renuncia a ostentar el área de Cultura -en su lugar gestionarán Patrimonio Cultural- o a crear el Instituto de la Mujer -competencia que ahora mismo es una Dirección General dependiente de la Conselleria de Igualdad- que, finalmente, quedó en "potestad del conseller del rango", según los valencianistas.
Con este escenario, a medianoche Morera no confirmó si su intención era retrasar la votación de investidura. Una medida en la que puede encontrar este miércoles disconformidad en el PSPV, donde ya surgían voces que pedían que la jornada se desarrollara según lo previsto y que fueran el resto de fuerzas las que se retrataran con su voto. Mientras, fuentes de Podem aseguraban que Martínez Dalmau había enviado sendos mensajes a Puig y Oltra para buscar un encuentro a tres que desatascara la negociación sin que al cierre de esta edición se produjera la cita.
Una guerra abierta que, además del indudable motivo del reparto de competencias y las propias reticencias a recibir con los brazos abiertos al nuevo comensal en la mesa, Unides Podem-EUPV, también incluye especialmente cierto sabor a venganza de Compromís por el 'antideportivo' adelanto electoral de Puig.