Tal y como parece que están las cosas -las cosas son muy de parecer, otro cantar es eso del ser-, el título Hiper-Caos podría pasar perfectamente por un manual de la historia más reciente, por la cabecera de una página de noticias de actualidad política o por un informe sobre las inercias más habituales en las redes sociales, sin embargo es mucho más, y sobre todo, mejor: Hiper-Caos es el primer título del nuevo y rutilante sello Holobionte Ediciones, y también el concepto homónimo definido por el filósofo y profesor de la Sorbona Quentin Meillassoux que da nombre al libro, un concepto y un libro que nos quieren llevar desde los confines del conocimiento posible hasta los crípticos versos de Mallarmé. La manera en que esto ocurrirá será a través de una compilación de ensayos del autor francés que dan testimonio de su cósmico pensamiento y que si bien exigen una lectura activa y esforzada ofrecen a cambio una actualización del programa mente bien arraigada en el hardware cerebro. A la pregunta qué es el Hiper-Caos responderemos nosotros: “El Hiper-Caos es muy diferente de lo que entendemos por «caos». Con este término solemos expresar desorden, aleatoriedad, el eterno devenir de todo. Pero estas no son propiedades del Hiper-Caos: su contingencia es tan radical que que incluso el devenir, el desorden o la aleatoriedad pueden ser destruidos por él”. Al resto de cuestiones que naturalmente habrá suscitado este título, responderá su editor a continuación.
-Uno es uno y sus lecturas: ¿eso también es un holobionte?
-Federico Fernández Giordano, editor de Holobionte Ediciones: Todo empieza con la descomposición del Uno. Nos gusta decir que vivimos en el tiempo del holobionte (el tiempo del Hombre ha acabado, es el tiempo del holobionte) precisamente porque implica un cambio de paradigma. En este cambio de paradigma el ser humano ya no puede seguir considerándose el centro de la existencia, ni una criatura separada de los múltiples “otros” que lo sustentan. Así que, respondiendo a tu pregunta, diría más bien que uno es Otro y sus lecturas -sí, como Rimbaud-. Hay que terminar con la vieja idea del sujeto antropomórfico, indiviso y autónomo. Un sujeto no puede ser igual a uno en un sentido racionalista, sino a una multiplicidad fluctuante de relaciones y “otredades”. Por eso, cuando la bióloga Lynn Margulis bautizó a los superorganismos llamados holobiontes a principios de los 90, en realidad estaba proponiendo un tipo de recolocación de los órdenes clásicos, un tipo de corrimiento radical de la existencia humana. No sabemos si Margulis será recordada en el futuro como una nueva Darwin, pero debería. El holobionte plantea que nuestra configuración “humana” -y todas las ideas sobre identidad, jerarquía y poder que eso conlleva- es más bien una configuración entre muchas otras entidades y relaciones “no humanas” -lo que, en términos generales, es el auténtico reto filosófico y político de nuestro tiempo-.
-La editorial lleva publicados cuatro títulos que son como se suele decir toda una declaración de intenciones. ¿Cuáles son esas intenciones? ¿Qué encontramos y vamos a encontrar en su catálogo?
-Nuestro propósito principal era publicar libros que planteen una forma no-humana de ver el mundo. Y creo que los tres primeros títulos de la editorial -Quentin Meillassoux, Donna Haraway, Nick Land- cumplen perfectamente ese deseo. El cuarto título, Ciberfeminismo, todavía se mueve tangencialmente en el campo de lo posthumano, pero ya con un pie en las vanguardias artísticas y feministas, que era otro punto que queríamos abordar profundamente en Holobionte. La idea de terminar con la viejas estructuras sobre las que se asienta la cultura occidental era un aspecto seminal de las vanguardias del siglo XX, y el cambio de paradigma que vivimos hoy encuentra muchas similitudes con esa vieja aspiración de las vanguardias: la reformulación urgente de todo lo humano (piénsese en el futurismo y el maquinismo, verdaderos “posthumanistas” adelantados). Lo que ocurre es que los clásicos “humanistas” de hoy no han comprendido la promesa radical que se encontraba en las vanguardias: se siguen aferrando a una idea polvorienta de la vanguardia, demasiado asentada en lo humano y en la subjetividad humana. Y la teoría y el arte feministas -desde hace cincuenta años- es donde en realidad se encuentra la vanguardia en nuestros días. La teoría feminista es donde se ha cocinado la filosofía más innovadora y original en las últimas décadas -precisamente, por su insistencia en desmantelar al “sujeto humano”-; quien no quiere ver esto se está cerrando a un mundo entero de posibilidades -y que no tienen que ver exclusivamente con el feminismo, sino también con la teoría natural, la teoría social y política, las ciencias puras...-.
-Aproximando: ¿qué inquietudes deben desvelarte por la noche o dejarte con la mirada perdida durante el día para disfrutar de los títulos de este sello como corresponde?
-Eso mismo me pregunto yo [risas]. Pero ahora en serio: solo tienes que sentir algo de curiosidad por saber qué hay un poco “más afuera”; un poco más allá de “tu” mirada y “tu” manera de ver el mundo. En definitiva, deberías tener una fuerte predisposición para saltar de los esquemas y convenciones humanas.
-¿Qué ocurre con corrientes de pensamiento como el realismo especulativo, por qué son tan desconocidas todavía -pese a que algunas ya se han dado incluso por muertas-? ¿Por qué no se estudian como merecen?
-Hemos hablado de esto, durante una de las presentaciones de Hiper-Caos, y también Jorge Fernández Gonzalo, traductor de Hiper-Caos, lo señala en su prólogo: se tiene la noción de que el realismo especulativo fue “superado”, pero a mí no me parece que haya habido ninguna “superación” real en ese sentido. Antes al contrario: el realismo especulativo, y toda una serie de escuelas que le son coetáneas, aceleracionismo, xenofeminismo, nuevos materialismos, feminismo material, realismo agencial… posthumanidades en general, se mantienen ahora más vivos que nunca. Lo bueno de las escuelas como el realismo especulativo, y las otras que he mencionado, es que proliferan en todo un ecosistema de disciplinas no solo teóricas, sino también estéticas, literarias, musicales, performativas, experimentales… de manera que esto no ha hecho más que estallar en nuestras narices.
-¿Llegarán vuestros libros a bibliografía universitaria? O quizás ya lo hayan hecho.
-Hmmm. Tengo una relación bipolar con la universidad. Por un lado, la universidad es otra de las tantas instituciones que tradicionalmente han mantenido el statu quo: la escuela, para ser más exactos, es una máquina de hacer “seres humanos” y de consolidar sus estructuras más peligrosas -y me refiero a estructuras eurocéntricas, xenofóbicas, jerárquicas, clasistas y sexistas, etc-. Pero, por otra parte, la universidad en nuestro país ha gozado de una gran salud política y progresista, y eso es algo que admiramos. Universidad sí, desde luego, siempre y cuando sea para cambiar lo que se entiende por universidad clásica. Por ejemplo, la aparición en escena de las políticas feministas, poscoloniales y ecologistas es un gran avance en términos posthumanistas, porque resitúan a los sujetos desempoderados de la historia en un lugar visible, pero, si nos descuidamos un poco, parece que toda esa visibilidad alcanzada resulta un picor en el culo para muchos que se dicen a sí mismos humanistas.
-¿Alguna pista sobre títulos venideros?
-Estamos cerca de anunciar un próximo título, en el que aparecerá Lovecraft. También venimos trabajando estrechamente con Sandy Stone, para publicar una compilación de sus textos que aparecerá pronto. Luego, también habrá una o dos antologías más, en la línea retro-futurista que hemos abierto con Ciberfeminismo (“from the futurepast”, como dice VNS Matrix). Y por supuesto, la tan esperada colección de ficción.
-Una editorial es una editorial y sus lectores. Por último: ¿es buena época para el pensamiento de vanguardia?
-Es la mejor. No sé si lo será en términos editoriales -afirmarlo sería una presunción y una quimera-, pero desde luego que sí en términos globales. En Holobionte estamos convencidos de que vivimos un momento histórico crucial, y por tanto apasionante, a pesar de sus muchas y evidentes sombras. Un momento que necesita una urgente renovación y reformulación de todo lo que dábamos por sentado. Y en ese sentido las humanidades deben hacer mucho. Las humanidades deben empezar por realizar un esfuerzo titánico, por cuanto que necesario, hacia las posthumanidades.