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¡Este libro tiene premio! Minuto y resultado del sector editorial en clave valenciana

27/01/2020 - 

VALÈNCIA. Lectura compulsiva, insomne, colosal; en todos los rincones y en cada franja del reloj. Lectura por y para siempre. Pero para que las yemas de nuestros dedos lleguen a acariciar esas páginas, es necesaria la labor, a menudo invisible, de los editores, profesionales encargados de convertir los manuscritos en objetos de deseo debidamente encuadernados. De los secretos del oficio, la situación del sector y otras cuestiones relacionadas con la tinta y papel hablamos con un puñado de profesionales de esta industria. Pero, ojo, no hemos elegido sus nombres al azar: se trata de los ganadores de los premios concedidos en 2019 por la Generalitat a los libros mejor editados. Algo sabrán de este mundillo de la palabra escrita. 

Empezamos aclarando conceptos: ¿qué condiciones debe reunir una obra que llega a las estanterías para poder decir que cuenta con una edición de calidad? ¿Hay una hoja de ruta, unas directrices que podamos seguir el común de los mortales? ¿O prima el instinto? Al habla los expertos. “Un libro bien editado es aquel que se ha trabajo con cariño y cuidado, con un equipo que cree en lo que hace, como es nuestro caso. Pienso que eso se ve reflejado en el resultado final del libro”, apunta Mercè Pérez, que ganó con Sembra Llibres el premio al libro mejor ilustrado por Al país de l'olivera, (de Aitana Carrasco y Xavi Sarrià), un galardón ex aequo junto a Germans, de Bromera. 

Para Alberto Haller, editor de Barlin Project, la clave en Electroshock (Laurent Garnier y David Brun-Lambert), premiado como libro mejor editado es “el diseño, Rémi Pépin, quien ha hecho un trabajo impecable. Y es posible que el comprador final no lo aprecie tanto, pero un jurado profesional sí que percibe estas cuestiones. Muchos premios se dan a los autores, y en ese sentido, el contenido del libro también es maravilloso, pero aquí estamos hablando de unos galardones en los que se valoran asuntos más técnicos”. “Abecedario en verso del ratón diverso (firmado por Paula Salinas y BYG) tiene un tratamiento muy especial, hemos cuidado muchísimo la ilustración y, en cuanto a la parte técnica, apostamos por un papel muy especial, una portada y contraportada con un tipo de cartón muy potente. En general, prestamos mucha atención a todos los detalles. Ahora se están poniendo en contacto con nosotros autores e ilustradores especializados en el mundo infantil porque han empezado a ver lo que estamos publicando y les interesa nuestra forma de trabajar”, apuntan Antonio Gallego y Paqui Ibáñez, de Malian Editora, que recibieron el Premio al libro infantil mejor editado. 

Para Ricard Peris, de Andana Editorial, las cuestiones fundamentales para lograr un volumen fetén son “contar una materia prima de calidad: sin un buen texto es muy difícil hacer un buen libro. Después, también hay que saber escoger una buena portada y un diseño que mantengan la coherencia con el texto y que entienda sus puntos fuertes. Esta parte, enviar un mensaje coherente, me parece imprescindible. Además, hay que elegir bien los materiales. En cierta manera, una buena edición es aquella que pasa desapercibida y fluye. Es decir, que cuando el lector se pone a leer es capaz de sumergirse en el contenido sin notar cosas extrañas. En cuanto siente que la tipografía es demasiado pequeña o difícil de leer, que el libro no se abre bien, que la página se arruga con mucha facilidad…Todos esos detalles aparecen cuando la laboral editorial no se ha hecho bien”. A lo largo de su década de existencia, Andana ha logrado seis de estos premios en diferentes categorías. En esta ocasión, se han alzado con el galardón al libro juvenil mejor editado con Por o fugirem (que tiene como autores a Francesc Gisbert i Muñoz, Víctor Labrado i Joan Borja).

Por su parte, el director literario de Bromera, Gonçal López-Pampló, resalta que un punto esencial en Germans “son las ilustraciones de Rocío Bonilla, inteligentes y que emocionan visualmente. Nosotros, como editorial, supimos captar bien el espíritu del proyecto”. Panteras Negras (Bruno y David Cénou) hizo a Desfiladero Ediciones ganar el Premio al cómic mejor editado. Como explica Pablo Herraz, responsable de la empresa, “aplicamos varias modificaciones respecto a la edición de otros países y creo que han sido fundamentales. Por una parte, optamos por un cambio de papel según el tipo de imagen registrado: uno para el cómic en blanco y negro y otro para el reportaje fotográfico que va después. Eso ha mejorado mucho el resultado final. También hemos cuidado mucho la rotulación de los textos, la tipografía y contamos con una traducción muy respetuosa con el original. Además, siempre incluimos un prólogo y un epílogo, en este caso de Amnistía Internacional, lo cual permite ampliar los conocimientos del lector más allá del cómic. En general, nos dicen que nuestros libros están muy bien encuadernados ya que ‘aguantan mucho tute’”. 

Panteras Negras.

Viaje al centro de la edición

Es hora ya de esbozar una radiografía de la industria editorial valenciana, sus virtudes, carencias, vicios y potencialidades. Según señala Gallego, “el sector está en un momento positivo e importante, hay bastantes editoriales y con buena penetración en el mercado nacional y que están sacando obras muy interesantes”. Y si hay que redactar una lista de deseos para mejorar el ahora, en Malian no titubean: “Hace falta que políticos e instituciones se den cuenta de lo importante que es la lectura y se involucren más. A ver, el sector, más hundido de lo que estaba hace unos años, no puede estar, nos encontramos en un momento de crecimiento”. En cambio, para Mercè Pérez, la situación “es complicada, pero como la de cualquier otra industria cultural. Creo que los diferentes agentes del sector del libro deberíamos estar más unidos. También debemos conseguir que haya más lectores y aumentar la inversión pública, porque sin la lectura y los libros seremos una sociedad cada vez más perdida. Sembra Llibres nace de un contexto muy concreto: hacer libros en valenciano desde València ciudad. Además, somos una cooperativa, un modelo poco común en esta industria. Apostamos por generar libros que aporten algo a la sociedad”.

“Actualmente la gran industria editorial está concentrada en Madrid y Barcelona, en el caso valenciano, existen algunos proyectos muy interesantes, como Pre-Textos, pero creo que una carencia que tenemos es la ausencia de puentes con iniciativas de otros territorios. Por ejemplo, me alucina la industria editorial de Asturias, que, sin abandonar sus raíces, consigue tener conexiones con el resto del Estado. Y aquí a veces echo de menos ese espíritu”, señala Haller. En opinión de Gonçal López-Pampló a la galaxia del papel encuadernado “todavía le queda mucho recorrido, son pocas las editoriales que, como Bromera, han conseguido consolidar un proyecto con una dimensión empresarial importante.  Los hay, pero, en general, sigue siendo una industria con compañías pequeñas que tienen retos muy importantes por delante, como la internacionalización y la capacidad de ampliar la oferta ante la competencia de los grandes grupos editoriales”. “En los últimos años, el cambio gubernamental ha dado más aire al mundo de la edición valenciana, hay más interés. Pero creo que al sector le hace falta que haya más industria editorial, más tejido empresarial y más propuestas de internacionalización. Hemos de crear estructuras que nos permitan obtener beneficios y encontrar nuestro lugar más allá del binomio Madrid-Barcelona”, señala Peris.

Germans.

“Hay una parte de nuestra profesión que me parece que no es muy conocida: sacar adelante libros adecuados a un catálogo y tener un proyecto coherente a lo largo del tiempo.  Eso va más allá de elegir un libro concreto, corregirlo o escribir una contraportada…”, subraya López-Pampló. ¿Y cómo iluminar esos fragmentos de las rutinas productivas editoriales? Para el representante de Bromera se trata de “ser más pedagógicos y explicar más nuestro oficio”. Según Peris, vista desde ojos ajenos, la tarea del editor queda reducida “a elegir una imprenta. Parece que te llega un texto escrito, tú lo publicas tal cual y de ahí aterriza directamente en el lector”. “Creo que la figura del editor no es vista de una forma muy benévola, algunos nos consideran fundamentalmente financieros, cuando, en realidad, la mayoría somos personas con un componente vocacional muy fuerte, ya que aquí no vas a amasar una gran fortuna.”, resume Herraz. 

Los claroscuros

Entrados ya en la harina del trabajo diario, toca identificar tanto los momentos más luminosos del desempeño editorial como sus rincones menos apetecibles. “Lo más complicado es convencer a las familias de que compren libros a sus hijos. Y lo más gratificante, que algún padre nos cuente que a sus hijos le ha encantado el libro y que piden que se lo lea todas las noches antes de irse a dormir”, comenta Gallego. Por su parte, Haller señala como el mayor escollo “conseguir un catálogo con variedad de títulos para que vayan funcionando poco a poco, más allá de su lanzamiento, y no tener que vivir solamente de la rueda loca de las novedades constantes”. Y en el lado contrario del espectro, la gran satisfacción radica en “poder hablar con los lectores sobre mis libros, y conocer su feedback…Por eso me gusta tanto ir a ferias”, apunta el impulsor de Barlin. En cambio, la gran bestia parda de López-Pampló es “gestionar el correo electrónico, me resulta imposible atender como toca los más de 50 mails importantes que recibo cada día”. Esta era la cruz, ahora es el turno de la cara “constatar que los lectores reales existen. Y no hablo solamente de los éxitos de ventas, sino de saber que la gente disfruta con tus títulos y que han significado algo para ellos”.  

De trofeos y parné

Casi todos los estudios concluyen que aquellos que presumen de que no les hace ilusión ganar premios por sus creaciones, o mienten o están muertos por dentro. En este caso, preguntamos a los editores qué supone alzarse con un galardón de la Generalitat, pero también introducimos otra derivada: durante un tiempo, estas condecoraciones contaban con una dotación económica, pero hace aproximadamente 8 años esa ayuda se evaporó. La cosa va de trofeos y parné.  “Las obras ganadoras se envían a los Institutos Cervantes y eso ayuda a su proyección, pero al no contar con una remuneración, el reconocimiento es, sobre todo, simbólico, algo que se debería reconsiderar, especialmente cuando recaen en empresas pequeñas que para las que sería muy importante contar con ese empujón”, señala el López-Pampló. “Para nosotros supuso un subidón muy grande, ya que era el segundo libro que sacábamos, así que nos da ganas de seguir trabajando”, explica Antonio Gallego.  Para Mercè Pérez, “es un buen motivo para hablar de libros y para seguir publicándolos, pero también nos ayudaría un respaldo económico. A las empresas pequeñas, como la nuestra, nos hace falta más apoyo”, indican desde Sembra Llibres. “Recibir el premio al libro mejor editado nos parece un gran espaldarazo a nuestro trabajo. Además, aporta también una visibilidad que es muy importante, porque puedes tener el mejor libro del mundo, pero si no lo sabes comunicar y no lo sabes hacer llegar al posible lector es como si no tuvieras nada”, apunta Haller.

Panteras Negras.

La nota ligeramente discordante la pone Ricard Peris: “Para mí es más importante que tenga más difusión y llegue a más gente a que se entregue al editor un importe concreto: preferiría que ese dinero se invirtiera en una buena promoción por parte de la Administración, porque a veces el éxito de ventas va aparejado a la buena edición, pero no siempre es así. Y ya que no hay dotación económica, estamos luchando para que la Generalitat dé más visibilidad a los libros premiados, ya sea a través de los medios de comunicación, en las bibliotecas…”.

Por otra parte, estos galardones apuntan hacia varios ámbitos literarios que tradicionalmente han estado a la sombra: cómic, literatura infantil, álbum ilustrado… Ya saben, títulos que quedaban en segundo plano frente a la última novela sesuda que llegara al mercado, libros a menudo considerados ‘de segunda’. Un escenario que, por suerte, se encuentra en retroceso. “Las familias empiezan a entender que, si no acostumbran a sus hijos a leer desde pequeños, luego es muy difícil que se enganchen a la lectura. De todas formas, se sigue viendo como una cuestión menor en comparación con la literatura para adultos”, apunta Antonio Gallego. Una opinión con la que también coincide Peris: “los libros dirigidos a adolescentes cuentan con poco prestigio social y mediático en España. Como editor, me preocupa mucho qué damos a leer a las nuevas generaciones. Es necesario que las escuelas y las familias tengan referencias que permitan educar en el amor por la lectura y en la belleza”. “Hasta hace poco, los libros ilustrados estaban considerados como algo infantil, pero creo que esta opinión ha ido cambiando”, indica Pérez. Y respecto al cómic, Herraz sostiene que “va ganando poco a poco la consideración que merece, aunque todavía no estamos en la situación ideal”. Lectura compulsiva, insomne, colosal.

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