La nave de los locos / OPINIÓN

En defensa del padre de la EGB

Los chicos de Compromís han vuelto a hacer otra de las suyas. Ahora la han tomado con el padre de la EGB, José Luis Villar Palasí. Van a retirar su nombre de seis colegios porque fue ministro franquista. Sectarios y decididamente ignorantes, pasan por alto que Villar Palasí puso en marcha un sistema educativo que fue de gran utilidad para dos generaciones de niños y adolescentes   

23/04/2018 - 

Soy una persona agradecida. Es una de mis escasas virtudes: la gratitud. En mi lista de agradecimientos figuran mis padres en primer lugar. Me proporcionaron una genética y una educación envidiables. Pero, además, debo recordar a todos los hombres y las mujeres que, por haberme ayudado en algún momento de mi vida, se hicieron merecedores de mi gratitud. Esta vez sólo citaré a uno: José Luis Villar Palasí. Hasta bien cumplidos los cuarenta no supe de él. Fue cuando leí la noticia de su muerte en un periódico local.  Había fallecido, destacaba el rotativo, el padre de la EGB.

Villar Palasí (1922-2012) es uno de los valencianos ilustres de la segunda mitad del siglo XX. Nacido en el barrio de Ruzafa, se licenció en Derecho y Filosofía y Letras por la Universidad literaria. Fue un relevante catedrático de Derecho administrativo y miembro del Consejo de Estado. Desempeñó el cargo de ministro de Educación entre 1968 y 1973. En este periodo,  y no sin la fuerte resistencia del grupo más ultra del franquismo, sacó adelante la Ley General de Educación (1970), vigente hasta la entrada en vigor de la LOGSE a principios de los años noventa.

La Ley Villar Palasí introdujo, entre otros avances, la enseñanza primaria obligatoria de los seis a los 14 años, contemplada en la EGB, y puso en marcha el BUP y la Formación Profesional. Después se creó la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Yo le estoy agradecido porque tuve la suerte de estudiar la EGB, el BUP y el COU. Los nacidos en los años sesenta y setenta accedimos a un sistema educativo que ofrecía, aun con sus limitaciones, la posibilidad de mejorar de posición social. En aquellos institutos públicos coincidimos los hijos de la clase media y trabajadora. Éramos 40 alumnos en cada aula, y a pesar de ello aprendíamos. Por aquel entonces los profesores de enseñanza secundaria gozaban de prestigio entre los alumnos y los padres. Ir a un instituto era garantía de calidad. A los colegios privados, en cambio, acudían los alumnos torpes y conflictivos.

Luego llegó la LOGSE, aquel invento trágico del PSOE de Maravall y Rubalcaba, que echó por tierra los avances de la Ley Villar Palasí. Basada en los planteamientos más disparatados de la pedagogía moderna, la LOGSE rebajó la calidad de la enseñanza pública y devaluó los títulos expedidos. Después de la LOGSE se aprobaron la LOCE, la LOE y la LOMCE. Todos estas leyes, fuesen del PP o del PSOE, apuntalaron el deterioro de la educación en España. Hecho doloroso, a mi entender, porque la enseñanza pública dejó de corregir las desigualdades entre los alumnos. Así se bloqueó el ascenso social de los estudiantes de las clases humildes, tal como había ocurrido en el tardofranquismo y los primeros quince años de la democracia gracias a la Ley Villar Palasí.

Educación se escuda en la Ley de Memoria Histórica

Ahora la Conselleria de Educación, dirigida por el joven Marzà, ha dado instrucciones a trece colegios públicos de la Comunidad Valenciana para cambiar sus nombres relacionados con el franquismo. Entre ellos hay seis con el nombre de Villar Palasí: los de València, Sagunto, Quart de Poblet, Paterna, Burjassot y Orihuela. La Conselleria justifica esta resolución para cumplir con el mandato aprobado por las Cortes Valencianas, que se dirigían a “los centros educativos públicos de la Comunidad Valenciana que todavía tienen nombre de persona, lugar o hecho que esté relacionado con el alzamiento militar de 1936, la guerra civil y/o la represión de la dictadura franquista” para que cumpliesen con la Ley de Memoria Histórica. 

Durante casi cuarenta años mucha gente como Villar Palasí trabajó al servicio del régimen de Franco, y no fueron canallas, ni asesinos ni torturadores 

Villar Palasí no se ajusta a ninguna de las condiciones enumeradas en la resolución. No participó en el golpe de Estado contra la República, ni combatió en la guerra civil ni participó en la represión franquista. Su delito fue haber colaborado con una dictadura siniestra y gris, sí, también muy cruel, sin duda, pero que contaba con el respaldo de la mitad de la población, entre partidarios e indiferentes. Eso parece olvidarse interesadamente. Durante casi cuarenta años mucha gente trabajó al servicio del régimen de Franco, y no fueron canallas, ni asesinos ni torturadores. ¿Vamos a llevarlos ante los tribunales si aún siguen vivos? ¿Vamos a negar que muchas personas como Villar Palasí hicieron cosas buenas por su país? ¿A qué viene esta política  inquisitorial de la pseudoizquierda gobernante de exigir certificados de pureza de sangre a todo el que no comulga con sus obsoletas ideas?

Me pregunto algo más: ¿existe algún ministro de Educación de la actual democracia que se pueda comparar con Villar Palasí por sus logros? ¿Alguien se acuerda, por ejemplo, de Gustavo Suárez Pertierra (PSOE) y de Pilar del Castillo (PP)? El Consell podrá quitar su nombre de los colegios y reescribir la Historia a su antojo, pero no conseguirá que nos olvidemos de aquel valenciano que hablaba doce idiomas, incluidos el chino y el japonés. A Villar Palasí cientos de miles de españoles le debemos una educación que nos fue muy útil para nuestras vidas. Mónica Oltra y Enric Morera, que son de mi quinta, deberían estarle agradecidos. Sus hijos no podrán decir lo mismo.

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