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DISEÑO PARA EL PENSAMIENTO

El diseño tras Rosalía: talento, trabajo, pasión y frescura visual

¿Qué hay de Rosalía desde un enfoque visual o de diseño?

26/11/2018 - 

VALÈNCIA. Rosalía es visual. La cantante, con ese estilo a medio camino entre Flamenco con pinceladas urbanas o trap con toques castizos de palmas mezcladas con efectos de audio demuestra con su segundo disco El Mal Querer (Sony Music, 2018) que el diseño gráfico sigue teniendo importancia, y mucha, en la producción discográfica y en el negocio de la música. La paulatina desaparición del formato físico en pos de las plataformas online hizo que muchos augurasen que terminaría por significarla fulminación del diseño en la industria, pero de repente estamos ante uno de esos casos que suponen un maravilloso proyecto global que enaltece el trabajo bien hecho y donde la parte gráfica acompaña a lo largo de todo el desarrollo conceptual de la obra.

Porque El Mal Querer es una trabajadísima obra no solamente musical sino audiovisual que innova y experimenta en cada una de las porciones que la componen, desde la fotografía a los estilismos de Rosalía, montaje audiovisual, animaciones, usos del color, coreografías y, por supuesto, la música. Una obra total, poderosa, como la imagen que se desprende de la artista.

Sin entrar mucho más en lo musical (aquí hemos venido a hablar de lo gráfico, si alguien quiere un análisis definitivo desde el punto de vista musical que no se pierda el vídeo de Jaime Altozano), de la breve carrera de Rosalía podemos destacar que entiende la música como un potente acto de comunicación, que tiene una visión clara de todo lo que quiere contar y que lo materializa en un disco. Esto es un proceso idéntico a proyectar en diseño, definir un relato o un mensaje y utilizar un soporte para canalizarlo en algo visual, y donde los buenos resultados no serán fruto de magia ni dones ni musas sino de trabajo y esfuerzo, lo cual en tiempos de musical.ly es más que encomiable.

Esa visión que Rosalía tenía de su disco era fundamental para poder sacarle partido a cada una de las piezas que han ayudado a definir el proyecto, y su talento y exigencia, fundamentales, se los supo contagiar a cada uno de los directores de arte, diseñadores, fotógrafos o animadores que completaron la obra como se extrae de cada entrevista o testimonio que durante el último mes han inundado todos los medios de comunicación nacionales dando pie a este fenómeno social.

La polémica de la apropiación cultural no hizo otra cosa que catapultarla más aún, y como los diseñadores usamos elementos culturales diversos a diario para confeccionar soluciones o plantear diferentes puntos de vista y proyectos, tampoco veo nada negativo para una artista que no ha hecho otra cosa que engrandecer y rendir tributo a todo un género musical, el Flamenco. Sobre opiniones, odios y discusiones estériles ya escribió recientemente el crítico musical Rafa Cervera de forma muy reflexionada y acertada.

Hay quien no ha entendido que se llama talento a eso que han intentado tildar de simple campaña de marketing o de producto con multinacional detrás. Rosalía no es un producto, sino la fantástica creadora de un producto formidable y extraordinario que trasciende de lo musical a lo visual, y donde todo pasa por ella. Todo su imaginario está perfectamente orquestado por ella misma, construido con la pasión que a ella caracteriza y los lenguajes gráficos utilizados responden a propuestas muy arriesgadas, con diseños nada ortodoxos, por no hablar de la fuerza visual de la propia Rosalía desde sus estilismos de los que se encarga su hermana La Pili (más conocida en Instagram como Daikyri), fotógrafa y directora de arte responsable de la imagen personal de la cantante.

Lo que Rosalía ha hecho con El Mal Querer ha sido derribar límites entre géneros, y no sólo en lo musical, ya que en materia de diseño ha conjugado un estilo tan moderno que se acercaba a la peligrosa frontera de lo ugly, arriesgando como decía en manos de jovencísimos profesionales (como ella, hablamos de veinteañeros sobrados de talento y de referentes) que de una u otra manera completaban el mensaje conceptual que contenía la visión personal de la artista con su disco. Y es que en todo lo que se ha creado para este trabajo, el contenido ha superado a cualquier estética con un submundo cargado de mensajes ocultos, una visión platónica de elogiarlo bello pero sin considerarlo superior al contenido.

Para completar este enfoque más visual o desde el punto de vista del diseño he necesitado apoyarme en cuatro profesionales localizados en València para que me diesen su opinión más allá de la música. La diseñadora gráfica y creativa Maddie de la Gándara pertenece a esta última talentosa generación del diseño y define así el fenómeno: “Rosalía es el hecho viviente de que en ocasiones el totum revolutum funciona, como aunar estética barroca, Flamenco, feminismo y uñas de gel en una obra que está llamando la atención a niveles internacionales”. Y es que cuesta centrarse en un análisis del diseño de un disco en el que se produce tanta permeabilidad entre disciplinas y donde todas suman creando un poliedro de suaves aristas.

Desde mayo de este año en el que el primer single asomaba con el videoclip de ‘Malamente’ definiendo ese“estilo Rosalía” hasta este mes de noviembre en el que alcanzaba récords en plataformas de música online ha colocado sus canciones entre las más escuchadas, acaba de superar el millón de seguidores en Instagram, hizo una actuación legendaria en los MTV Europe Music Awards donde además estaba nominada a Mejor Artista Española y ha ganado dos Grammy Latinos. Buenamente.

El detalle de Instagram como red social clave de su éxito no es baladí. Y es que al empezar a indagar en los créditos del disco, de cada vídeo o animación descubres una talentosa congregación de jóvenes usuarios de esta red que manejan nuevos lenguajes y formas de comunicación que, cómo no, han saltado al disco de Rosalía. Precisamente en Instagram fue donde la artista conoció a Filip Custic, veinteañero tinerfeño de orígenes croatas de esta Generación Z responsable del imaginario visual del disco y que usa sus stories para intercambiar opiniones y explicar toda la simbología que representa en sus creaciones. Rosalía encargó directamente a Custic las imágenes del disco, quien a partir de bocetos rápidos y de una intensa sesión de fotos se encerró durante meses delante de Photoshop para trasladar su visión de la cantante a través de su propio imaginario onírico y de rarezas visuales que nos recuerdan al retrato de adoración a una virgen, a un surrealista Dalí o a la complicada simplicidad de Joan Brossa.

Mi segundo comodín para este análisis es el joven fotógrafo y diseñador valenciano Enric Roig, quien además me descubrió a Rosalía y entre sus sesiones ha retratado a Filip Custic así que conoce bien su trabajo: “Para El Mal Querer muestra planos perfectamente diseñados a través de composiciones llenas de una fuerte simbología que representa a través de objetos o signos”. Por entendernos, hablamos de la representación del fluir de la vida como una corriente de agua, de la luz, la circularidad, los oros, la ciencia, referentes egipcios, la física o la química y así una serie de once imágenes recreando once climas, además de la portada, capítulos de la historia que es el disco completo casi como un Vía Crucis a través de sus visuales estaciones donde cada elemento cuenta, desde los símbolos a los estilismos. “Rosalía hace una gran apuesta por la imagen rodeándose de creadores como el diseñador de moda Palomo Spain”, continúa Enric Roig, “y esta apuesta por la imagen debería de ser lo habitual, ya que ayuda a crear un imaginario en torno a Rosalía que todavía hace más grande su figura. Cantante de Flamenco con una puesta en escena de pop star”.

Así es como a partir de fotos, esta especie de artesano digital que es Filip Custic construye sus características obras cargadas de conceptos y significados, y que junto a PZZZA Studio (slurpTV y Boldtron) animándolas se transforman en una portada y once piezas audiovisuales. No son ilustraciones, ni renders 3D, sino collages digitales tratados en esa “atmósfera Custic” de ingravidez y sueños donde absolutamente cada elemento tiene su significado y así, la obra conceptual que es El Mal Querer se convierte en una serie de obras conceptuales que, para colmo, formarán una baraja de cartas muy especial como veremos más adelante.


El tema de la simbología del disco, de las letras, de las imágenes, de los videoclips o de las coreografías con múltiples lecturas recuerdan a un cada vez más profundo e inacabable comentario de texto de selectividad donde todo análisis de significados se queda corto. Fabuloso. Y todo está en YouTube.

Cristina Chumillas es la directora artística de la galería Pepita Lumier de València, quien tiene también muy claro lo que opina de todas estas creaciones visuales cargadas de simbología: “Como con el Flamenco, mezcla y fusiona. Las fotografías se editan para representar imágenes que recuerdan a las pinturas renacentistas, destacando formas como el círculo, que es la forma perfecta, pero sobre todo el triángulo, regla clásica de composición que significa proporción y armonía. Se muestra desnuda como las vírgenes (es inevitable no pensar en "El nacimiento de Venus" de Botticelli) pero su actitud y seguridad es de diosa poderosa. Lo más ortodoxo del disco de  Rosalía son las ilustraciones, si lo que valoramos es su función, dar imagen a una artista y una música donde tradición y modernidad están en simbiosis. Creo que Rosalía no deja nada al azar, al igual que sus canciones están muy estudiadas y medidas, también lo están su imagen y el arte del disco. El objetivo es mostrar de una manera evidente el empoderamiento, y no sé  si tanto el de las mujeres en general o el de Rosalía en particular”.

Recogiendo una de las creaciones de Filip Custic, el creativo gallego Manuel Mourentan, que igual diseña moda wearable, un cartel o compone la portada de un disco, como es el caso, creó la cubierta para El Mal Querer y una serie de iconografías para cada capítulo con las que dio forma a una especial baraja de cartas del tarot y el diseño de la web promocional del disco, desarrollada por la agencia digital catalana LLOS&, todo ello a partir de la tipografía Ivar de la fundición sueca Letters from Sweden.

Otros profesionales del diseño como Koln Studio colaboraron con Rosalía en la parte gráfica de su anterior disco sentando ya un precedente que estalla con El Mal Querer, y el valenciano Ausias Pérez realizó recientemente para la gala de los Premios Grammy Latinos los visuales y rótulos de la actuación de la cantante, desde el campo de la tipografía que tan bien domina.

Elementos visuales de gran peso en toda la promoción y que ayudaron a viralizar este fenómeno fueron los dos primeros videoclips, ‘Malamente’ y ‘Pienso en tu mirá’ dirigidos por la productora catalana Canada que contaron con la diseñadora gráfica Judit Musachs para el diseño de los títulos de crédito. El tercer vídeo, ‘Di mi nombre’, lo produce Caviar con la dirección de Henry Schofield y los madrileños seele.studio firman en este caso los títulos de crédito.

El diseñador y propietario de la galería valenciana de arte contemporáneo Espai Tactel (que abre sede en Barcelona), Ismael Chappaz, quedó prendado de Rosalía desde su primer disco junto a Refree, y aunque prefiere los sintetizadores a las guitarras, se confiesa: “La primera vez que escuché ‘De Plata’ casi me muero. No puedo explicarlo, es una cuestión de piel. Luego está el vídeo y Canada de por medio. ¿Qué más se puede decir? ¿Sus estilismos? ¿Sus uñas? ¿Su actitud? Todo, es una puta diosa”. Contundente y siempre expresivo Chappaz, continúa: “Y claro, llegó ‘Malamente’ y ¡tra trá!: estética castiza-flamenca pasada por el tamiz del trap más vanguardista, tipografías puramente ugly y lo español como algo cool, que es meterme una buena patada en el estómago, y quien consigue eso tiene mi respeto para siempre”.

Mucho trasfondo y pasión, talento y trabajo para resultar un álbum de una frescura visual en la que es complicado aislar el diseño del concepto artístico general. Estética con concepto para redondear un trabajo creado por Rosalía y una serie de colaboradores post-millennial con un sentido muy abierto y transversal de lo que es el diseño, sin miedos, donde las redes sociales se han mezclado con la cultura digital y han surgido lenguajes fabricados por y para menores de 30 que ayudan a refrescar campos como el del diseño nacional

¡Tra trá!

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