VALÈNCIA. El síndico de Podemos, Antonio Estañ, y su homóloga de Ciudadanos, Mari Carmen Sánchez, se estrenaron este miércoles en el Debate de Política General con una misión muy clara: endurecer su discurso contra el Consell. Los dos estaban obligados a ello tras sus promesas y sus anuncios. Estañ, que basó parte de su campaña para derrocar a su predecesor, Antonio Montiel, en acusarle de no apretar las tuercas lo suficiente al bipartito, tenía que mostrarse como un opositor más duro con el Consell. Sánchez, por su parte, debía mostrar sus galones como portavoz y transmitir la sensación del anunciado viraje de Ciudadanos hacia una posición más combativa contra el Gobierno valenciano, especialmente en el plano ideológico.
Tanto Estañ como Sánchez, lo cumplieron. Pese a que el nuevo portavoz morado repartió también numerosas críticas al PP, su tono fue muy duro. Más incluso que cuando el año pasado Montiel avisó a Puig de que el Pacto del Botánico no había sido "un cheque en blanco". Esa condición de criticar tanto al PP como al Consell, de ser a veces el yin y otras el yang, la demostró al comenzar su intervención: "Hemos escuchado dos discursos: el del señor Puig que advertía de triunfalismos para después sumergirse en él, y el de la señora Bonig, que advertía del populismo para después ser... bueno, Isabel Bonig".
La censura a la herencia de los populares le sirvió al portavoz morado para exigir más profundidad en las reformas que debe afrontar el actual Consell. O como él mismo dijo, para "acabar con el antiguo régimen" y afrontar "la construcción de un País Valenciano digno, justo y fraterno". Con la economía como eje principal de sus dardos dialécticos, el síndico de Podemos marcó distancia ideológica con el Ejecutivo valenciano en cuestiones como la tasa turística. Pidió explicaciones de por qué el Consell "no se decide" a implantar este impuesto que, a su juicio, no ahuyentaría a los turistas. Una cuestión para la que el silencio fue la única respuesta que la bancada morada obtuvo.
Con su estrategia de comparar el modelo del PP con las iniciativas realizadas por el Consell de Puig, quiso además asentarse a los ojos del electorado, pero también de su militancia, como la alternativa de izquierdas a un ejecutivo tímido en su proyecto. Con sus referencias a que se ha mantenido un modelo de residencias similar al Blasco-Cotino o a que los desahucios continúan produciéndose en una autonomía que cuenta con 500.000 viviendas vacías, buscaba este efecto. Se erigía así como la voz de los desencantados en el espacio de la izquierda con la actual gestión. Incluso en cuestiones sensibles como la infrafinanciación de la Comunitat Valenciana.
Así, para provocar un acelerón en el Consell y que éste emprenda políticas en algunas materias que todavía siguen vírgenes, Estañ recordó a Puig que el Ejecutivo de Mariano Rajoy está "a punto" de sacar "su ley" para combatir el cambio climático, mientras que el Govern del Botànic, aún no ha realizado ninguna medida en esta dirección. "Y es inaceptable que el rajoyismo vaya más rápido que el Botánic", apuntó.
Con una especie de decálogo de tareas pendientes para revertir el modelo de los populares, el portavoz de Podemos sembró sus reivindicaciones con dureza. No en vano, el recordatorio de su auditoría del Pacto del Botánico representa el nuevo discurso más firme que la renovada formación morada que él lidera plantea. Dar voz a la calle, fiscalizar con más fuerza y exigencia al Gobierno valenciano con la complicidad de la sociedad civil e "independizarse del modelo del PP", pero sin pensar en tensionar el acuerdo que garantiza la estabilidad del bipartito de izquierdas en la Comunitat.
Ciudadanos fue más duro. Y todo con el precedente del año pasado, cuando Marí le espetó a Puig: "Váyase de retiro espiritual y no vuelva". Sánchez, aunque no se atrevió a pedir una dimisión indirecta del president, sí que subió el fondo de las críticas. Si Marí en 2016 centró sus ataques en la gestión del jefe del Consell -aunque hizo referencias a que le "preocupara que pusieran a independentistas en lugares de responsabilidad"-, la síndica de los naranjas ahondó en la estrategia de censurar al Consell por "dar alas al nacionalismo más reaccionario".
Sin embargo, y como quien pone la venda antes de tener una herida (o en este caso de tratar de provocársela al jefe del Consell), la voz del partido naranja en Les Corts comenzó su discurso reconociendo la "alegría" de su formación por "el cambio político en la Comunitat" que hace dos años sacó al PP del Palau de la Generalitat "dejando atrás una época oscura en la que la corrupción se convirtió en una de las señas de identidad principales", para más tarde no cesar en sus ataques. La intención, ante el discurso más duro que se avecinaba y con ciertas similitudes con el del Partido Popular, era alejar el fantasma de la pinza PP-Ciudadanos. Que el viraje hacia un mensaje más férreo no se identificara como un acercamiento a las tesis populares de Isabel Bonig.
Una vez mostrado ese perfil, Sánchez se puso el traje de oposición. Pidió al president de la Generalitat que cesara a Vicent Marzà por ser un "irresponsable" al haberse "negado a dar instrucciones a los directores de los centros escolares sobre la aplicación del programa lingüístico"; denunció que al Consell, y en concreto a la responsable de la cartera, Carmen Montón, la Sanidad "le viene grande"; e incluso denunció que este Ejecutivo valenciano "no cumple sus promesas y da alas al nacionalismo más reaccionario".
De hecho, insistió en numerosas ocasiones con el argumento del independentismo para atacar el ejecutivo bipartito. Con Ciudadanos buscando las cosquillas a Compromís exigiendo que den su opinión sobre si están a favor o no del referéndum catalán y con un discurso más contundente en esta cuestión que el PP durante el debate de plurilingüismo, la portavoz naranja aprovechó cada momento para sacar a relucir el catalanismo. Fue implacable: "Marzà ha desarrollado la política más sectaria y partidista, al servicio del independentismo".
Un particular balance que Puig tildó de "radical" después de escuchar algunas frases que en otras ocasiones ha pronunciado la líder del PPCV, Isabel Bonig, pero que hasta ahora no habían surgido entre las filas naranjas. De hecho, en su discurso, Sánchez incorporó algunas críticas de la síndica del Partido Popular, como que la viceprensidenta del Consell, Mónica Oltra, "está más centrada en ir de plató en plató" en lugar de resolver los problemas de su conselleria (centros de menores, dependencia), o que el Ejecutivo de Puig, en poco se diferencia del anterior. "Es el Consell de más de lo mismo; enchufismo, puertas giratorias, decretazos y chiringuitos", concretó.
"El programa Avalem debería ser Defraudem". "El tan anunciado cambio de modelo productivo ni está ni se le espera". "Seguimos a la espera de la reforma, anunciada a bombo y platillo, del Sector Público Instrumental"... Y en esta línea continuó por las distintas carteras del Ejecutivo valenciano. Pasó por Educación, Sanidad, Políticas Inclusivas, Justicia, Economía y Transparencia. En todas, según Ciudadanos, la gestión "es un caos". Era su forma de aumentar el tono, de reivindicar su lejanía ideológica del actual Consell, su carta de presentación para una oposición sin contemplaciones.
El estilo aguerrido recordó muchas veces al de su homóloga popular. Tanto, que el propio Puig ironinzó por un momento: "Pero si eso es un plagio, lo he escuchado esta mañana" -en referencia a la intervención de Bonig-, para finalmente lamentar que la "nueva política envejece rápido". "Es que somos muchos quienes pensamos así", escudó Bonig desde su escaño. La estrategia de competición con el PP por el margen derecha -y el abandono del elector más centrista- de Ciudadanos quedaba en evidencia.
Así, Sánchez cumplía con su objetivo de mostrarse inclemente con el Consell y a la vanguardia de criticar cualquier supuesta veleidad independentista del ejecutivo valenciano. Estañ, por su parte, también hacía los deberes en acotar con sus críticas: de simple comparación con el modelo del PP los proyectos actuales del bipartito, a sus socios del Botànic como había prometido.