La subtituladora valenciana disecciona paso a paso su trabajo, su contribución para creaciones como 'Breaking Bad', '300' o 'Narcos', y grandes disyuntivas cómo si subtitular o no los plabaros "gonorrea" y "culicagado"
VALÈNCIA. Trabajos nuevos, trabajos líquidos y caminos muy imprevistos que dificultan la misión de explicarles a los tuyos dónde te estás metiendo… Es el caso, un caso más. Victoria Tormo, de Catarroja, se metió la licenciatura de Traducción e Interpretación en la UJI de Castellón. Y justo al acabar, “en el pleistoceno” dice ella, en realidad en 2004, terminó volando a Los Ángeles.
“En la UJI estábamos suscritos a una lista de distribución. Llegó una oferta de allí. Y me fui, con una maleta, sin saber de dónde iba”, explica Victoria Tormo sobre un pasado que suena muy futuro. “Y acabé en una pequeña empresa traduciendo para videojuegos, vídeos corporativos… estaba de prácticas, solo me pagaban 500 dolares al mes, pero me dieron piso y coche (si no tienes coche allí…). Pero se me acabó el visado. Me busqué otro trabajo en Los Ángeles. No me costó demasiado. Me contrataron de SDI Media y empecé a dedicarme solo a subtitulado, comencé a especializarme. Después de tres años decidí volverme a España. Les pedí si podía trabajar en remoto y no me pusieron problema”.
- Explícanos, para dummies, cuál es tu trabajo
- Hacemos lo que lees en los subtítulos. Tienen un límite de dos líneas y 42 caracteres por cada subtítulo, por lo que tienes que condensar y hacer que se pierda la mínima información o la información no relevante.
Victoria Tormo -vive en Berlín por decisión personal, podría desempeñar su trabajo desde cualquier parte del mundo- se encuentra inmersa, en mitad de una transformación a gran escala de los canales de la industria audiovisual. “El mercado ha cambiado completamente. Hace poco tiempo no existían todavía plataformas bajo demanda (Netflix, HBO, Amazon Prime…). Nos dedicábamos sobre todo al cine, al Bluray y al DVD. Recuerdo que iba al cine y podía elegir muy pocas películas porque muchas ya las había subtitulado. Ahora el trabajo para Netflix y HBO copa cerca del 80%”.
Ganadora del premio ATRAE (Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España) por la mejor subtitulación de una obra estrenada en televisión por Shameless, junto a Beatriz Egocheaga, su proceso de trabajo, un día cualquiera, es tal que así:
1. “Recibimos el vídeo del cliente y el guión”.
2. “Se crea una plantilla que contiene los cortes de subtítulos en inglés y que mandan a todas las lenguas para traducir”.
3. “Con un programa para subtítulos traduzco y reviso. Se hacen las comprobaciones técnicas necesarias”.
4. “Lo mando al cliente que lo manda ya a Netflix, HBO, Amazon Prime…”:
Algunos de sus trabajos acaban directamente en la plataforma Netflix. “Ellos tienen su equipo propio de lingüistas, pero su volumen de producción es tan grande que subcontrata con otros equipos. Yo trabajo para un estudio que trabaja para Netflix”. Una de sus contribuciones más recientes fue en Narcos, donde se encargó de revisar los subtítulos. “Era un caramelo porque en esta nueva temporada hablaban mucho en español… y claro, eso no lo tenemos que traducir. Trabajé a partir de la segunda temporada y fue una maravilla, cuidaron mucho el proceso. Casi solo había que traducir a Peña, y a los personajes americanos… tenía 300 subtítulos cuando lo normal son 600. El reto mayor casi fue saber si teníamos que traducir términos como ‘culicagado’. No sabíamos si subtitularlos, pero la normal es que si está en un idioma no se traduzca, no queda coherente. No esperaba que Narcos tuviera tanto éxito en EEUU porque allí les da mucha pereza leer. Ha triunfado”.
Problemas modernos de una profesional del subtítulo…
Los tiempos: “Puedo traducir 150-200 subtítulos a la hora. Cualquier serie de 45 minutos puede tener sobre 600 subtítulos, con lo cual más o menos son cuatro horas por capítulo traduciendo a una velocidad alta. Si coges una de Woody Allen, donde hablan mucho, el trabajo aumenta. Si es una película sobre un lenguaje jurídico tambien tardaré más porque tendré que informarme más. Por eso prefiero hablar de subtítulos a la hora, aunque las tarifas son por proyectos”.
La jerga: “Al final aprendes mucho de códigos y términos policiales, jurídicos, médicos… Trabajamos con un montón de glosarios que nos vamos haciendo. Cuando hicimos Urgencias teníamos un glosario de términos médicos. Yo tengo un glosario especializado para Narcos. Cuanto más grande es un equipo más posibilidad de errores hay porque todos vamos a la vez y un mismo término se puede traducir distinto en diferentes capítulos. Hay un término, por ejemplo, muy genérico y muy complicado que es ‘it’, puede significar muchas cosas o incluso no tener que incluirlo”.
Los autospoilers: “Todo el mundo hablaba de Breaking Bad, pero yo no me había enganchado porque había subtitulados episodios sueltos. Cuando me decidí a seguirla desde el principio... me llega el encargo de subtitular el último capítulo de la última temporada, comentado por el director. Gajes del oficio. Ya sé cómo acaban muchas de las series, pero las veo y me pongo a fijarme en los defectos del subtitulado”.
La protección ante la piratería: “Con películas bombazo recibo el vídeo pero no me dicen el título de la película en la que voy a trabajar. Me dan un pseudónimo: vas a trabajar en la Casita Azul. Vas a IMDB a poner el nombre para ver si es una comedia o… y ves que no aparece. Intuyes que es un bombazo. Tienes una clave para bajarte el vídeo, la calidad de imagen es muy baja… En Los Ángeles nos llegó un correo del FBI porque se había filtrado Star Wars y estaban abriendo una investigación”.
En los últimos días anda imbuida en el subtitulado de una nueva serie para Netflix y la BBC, con varias lenguas en los capítulos: hablan en inglés, hebreo, ruso y español. “Y hay subtítulos en ruso que el cliente no se quiera que se traduzcan”. El proyecto que más ha disfrutado recientemente ha sido la película The Meyerowitz Stories, de Noah Baumbach, el director de Frances Ha. “Me ha hecho mucha ilusión, me encanta el director. He comprobado que está subida a Netflix y aparecen los créditos”.
Es la época dorada, nunca como ahora se ha visto más contenido subtitulado. “Eso hace que en ocasiones se pida mucha exigencia en los tiempos, cada vez más. Se prima la inmediatez, todos queremos el subtitulado y lo queremos ya. Cuando más rápido se lo damos más rápido nos lo piden. Mucha gente se cree que se hace de forma automática…”.
A finales de los 90, una comedia británica servía de resumen del legado que había sido esa década. Adultos "infantiliados", artistas fracasados, carreras de humanidades que valen para acabar en restaurantes y, sobre todo, un problema extremo de vivienda. Spaced trataba sobre un grupo de jóvenes que compartían habitaciones en la vivienda de una divorciada alcohólica, introducía en cada capítulo un homenaje al cine de ciencia ficción, terror, fantasía y acción, y era un verdadero desparrame