ALICANTE. Por fin algo se mueve en el Hércules para bien. Eso es innegable.
Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez han puesto fin a su táctica de amenazar con la autodestrucción y aunque siguen si resolver el embrollo mayúsculo que representa la deuda con Hacienda, al menos han dado luz verde a Javi Portillo para que empiece a construir la plantilla 2017/18 del Hércules, la que ha de sacarle del pozo de una vez.
Teniendo presente que a estas alturas, hace un año, todo estaba aún más parado a la espera de si ocurría un milagro en el partido decisivo de la eliminatoria por el ascenso ante el Cádiz, el aparente (el que escribe ha coincidido con Portillo en varios campos siguiendo a jugadores que interesan) bloqueo en la planificación deportiva que toca a su fin no habrá tenido más consecuencia que el que se hayan escapado profesionales como Paco López o Gonzalo Verdú, seguro interesantes para el Hércules..., pero no olvidemos que en la entidad de Foguerer Romeu Zarandieta no hay nadie imprescindible salvo el negro del escudo, el Negre Lloma.
Eso sí, la política de tierra quemada desplegada por Ortiz y Ramírez, de presentar ofertas inaceptables para el fisco con el objetivo de dilatarlo todo a la espera de que el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) convocase la ya dichosa subasta (y luego lograr ganarla), ha tenido un coste terrible para el club. Y no, con lo anterior no me refiero al deterioro para la imagen de la entidad derivado de aparecer sin ir más lejos este mismo viernes en la lista de grandes morosos con el fisco. A fin de cuentas, después de lo que ha llovido todos estos años, la imagen del Hércules difícilmente puede ir a peor... Me refiero a que jugar al escondite con la Agencia Tributaria ha podido costar al menos pelear por el ascenso (recuerden el pago por adelantado del salario a una plantilla que lo último que necesitaba, precisamente, eran incentivos económicos) y ha lastrado y seguirá haciéndolo el día a día: como contábamos este sábado, la mejor prueba de que Ortiz y Ramírez han decidido tirar por la calle de en medio, liberar a Portillo para que fiche, sin arreglar (pagar o avalar como se les exige desde febrero) la deuda con Hacienda (y jugársela a que el IVF convoque la subasta y esta termine como ellos desean) es que sobre los bienes y derechos del Hércules continúa vigente un embargo de 4,3 millones de euros que no se va a levantar mientras no se pague o se llegue a un acuerdo de aplazamiento (se avale la deuda), ese que no hay porque de existir el club blanquiazul tampoco habría aparecido en la lista negra de Montoro.
Que se convoque la subasta por el IVF y Ortiz y Ramírez la ganen porque solo así el Hércules resolverá su problema con la Agencia Tributaria gracias a ellos, es decir, se levantará el embargo millonario sobre el club, bien porque pagan los 4.3 millones, bien porque hay de verdad un convenio de aplazamiento de esa deuda. Ese es el único acuerdo posible.
Por cierto, no me negarán que la situación ha degenerado de manera tan soez como perversa: el responsable del agujero millonario y su socio todavía se atreven a especular más con el futuro del club.