VALÈNCIA. Más de 300 brotes en toda la Comunitat, 7.636 casos nuevos, 221 hospitalizados más –24 de ellos en la UCI– y 27 fallecidos. El balance de los dos meses de nueva normalidad en la Comunitat Valenciana resulta, como poco, preocupante. Ya no solo porque todos los indicadores demuestran un empeoramiento notable de la situación epidemiológica, sino sobre todo porque este deterioro se ha acelerado de manera exponencial en las últimas semanas. Tan es así que la foto es casi idéntica a la de cuando las libertades aún estaban constreñidas por el estado de alarma, con la diferencia de que ahora la curva vuelve a ser ascendente.
El restablecimiento de la movilidad y el levantamiento de la mayoría de las restricciones sociales que trajo esta nueva normalidad permitía descontar un nuevo zarpazo de la covid-19, pero no se esperaba que fuera tan temprano ni tan intenso. Tan es así que, en pleno agosto y con la temporada turística arruinada por las restricciones que muchos países europeos han impuesto para viajar a España, el Gobierno se ha visto forzado a imponer a las Comunidades Autónomas las medidas más restrictivas desde que estas recuperaron todas sus competencias.
Medidas como el uso obligatorio de la mascarilla no han sido suficientes para frenar la multiplicación de los brotes y el aumento de contagios que ya se apreciaba en el primer mes de la nueva normalidad. A ellas se han sumado última semana la prohibición de fumar en la calle sin distancia de seguridad, nuevas limitaciones de aforo y horario a los restaurantes o el cierre total del ocio nocturno en toda España y por lo complicado que resulta seguir la trazabilidad de los contagios en este ámbito, como el de las dos discotecas con 4.000 asistentes que se produjo en València.
"Que nadie se engañe, no vamos bien". La advertencia que acaba de lanzar Fernando Simón supone el aviso más serio lanzado por el principal experto del Gobierno para el control de la pandemia, que ya alerta de la urgencia de revertir la tendencia para evitar una segunda ola, la transmisión comunitaria y la saturación hospitales y las UCI. Un aviso lanzado a las puertas del que supone uno de los mayores retos a los que se enfrente el país desde que se declaró la emergencia sanitaria: la reapertura de los colegios y el regreso de los alumnos a las clases presenciales.
Aunque la situación epidemiológica de la Comunitat Valenciana es comparativamente mejor a la de regiones como Madrid, Aragón o Cataluña, hay indicadores que han disparado las alarmas. Es el caso, por ejemplo, de las unidades de cuidados intensivos, que han vuelto a niveles del pasado mes de mayo tras dispararse la ocupación en agosto.
Solamente durante el pasado fin de semana, el número de pacientes críticos se incrementó un 33%. Los 33 ingresados en estas unidades a día de hoy en los hospitales de la Comunitat más que cuadriplican los que había al final de la desescalada (8).
Lo mismo sucede con los ingresados totales. Este jueves la Comunitat rebasó el listón de los 300 hospitalizados –298 este viernes–, con lo que prácticamente también se han multiplicado por cuatro en los últimos dos meses.
Los casos confirmados por pruebas PCR en la Comunitat Valenciana han pasado de 11.486 del 21 de junio a los 19.122 notificados por la Conselleria de Sanidad este viernes. Solamente esta última semana, la peor desde la salida del estado de alarma, se han sumado 2.331 casos nuevos.
Agosto también ha sido el mes en el que el virus ha vuelto a tener una presencia preocupante en las residencias de mayores de la Comunitat, donde ya se contabilizan casos en 33 centros. Este hecho ha llevado al Ministerio de Sanidad a imponer la realización de pruebas PCR para nuevos ingresos o reingresos, una medida de control que algunas regiones como la Comunitat habían suprimido a pesar de encontrarse de nuevo en fase expansiva del virus.
La incidencia es especialmente elevada en la ciudad de València, con un ritmo de transmisión galopante en el mes de agosto, y algunos municipios de su área metropolitana. En la capital se han notificado 1.160 casos confirmados por prueba PCR en los últimos catorce días. Para demostrar hasta qué punto se han acelerado los contagios en la ciudad, basta con recordar que desde que comenzó la pandemia se han acreditado 4.361.
Dicho de otro modo, una cuarta parte de todas las infecciones se han producido en las últimas dos semanas. Por ello, la incidencia acumulada en este periodo en la ciudad de València se ha disparado por encima de los 500 casos por cada 100.000 habitantes.
En su última rueda de prensa el pasado lunes, la consellera Ana Barceló alertó de que muchos de los brotes que están surgiendo tienen su origen en el ámbito social y que casi el 46% de los nuevos casos corresponden a personas de entre 15 y 34 años debido precisamente a la movilidad y los contactos sociales. De ahí que las nuevas medidas acordadas para todas las comunidades autónomas incluyan la recomendación de reducir en lo posible el contacto con personas no convivientes y que estos sean, como máximo, de diez personas en el ámbito privado.
No obstante, expertos como el catedrático de Parasitología de la Universitat de València, Rafael Toledo, venían alertando de ese riesgo desde semanas atrás. "Desde el momento en el que la gente vuelve a interactuar, surgen los rebrotes. Conforme se vayan haciendo grandes, los brotes pueden llegar a fundirse entre ellos y generarán un problema de transmisión comunitaria", manifestó el experto a este periódico tras el primer mes de nueva normalidad.