Enrique Buleo y Pepe Sapena son seleccionados por El infierno y tal y Las llamas del sol en el programa Versión Española, que emitirá los cortometrajes en abierto cuando recupere su espacio habitual
VALÈNCIA. Un cortometraje debe condensar su relato en muy poco tiempo, debe dar forma a una historia en escasos minutos y debe hacerlo bien para que la idea original quede redonda. Esta escasez de tiempo dificulta que al espectador le resulte fácil encariñarse con los personajes o con la trama, y por eso, en los cortos cobra un doble sentido el fondo, la esencia de lo que se quiere contar. Enrique Buleo y Pepe Sapena cumplen con este cometido, y traen dos producciones bien cargadas de significado. De tal manera es así, que sus cortos han sido seleccionados para el concurso de Versión Española/SGAE 2020, y serán emitidos en La 2 junto con las otros doce metrajes nominados una vez el programa Versión Española recupere su programación habitual.
El infierno y tal, de Enrique Buleo, narra la historia de una joven en silla de ruedas que vive encadenada a una vida en el pueblo. Con una madre que la avergüenza y un padre que la ningunea, la joven se siente atrapada en mundo que no es para ella, lo que hace que se intente resguardar, sin fortuna, en los libros de autoayuda. Buleo mezcla la comicidad y el drama de forma casi macabra y nos presenta un universo profundamente hostil, a la par que absurdo.
Por su parte, Pepe Sapena cuenta en Las llamas del sol la historia de una pareja de dos mujeres que conciben el amor de maneras muy distintas. La trama gira entorno a la visita que hacen a un museo, donde ambas se quedan paradas ante un cuadro en el que aparece un hombre “flotando de amor” por besar a una mujer. Al verlo, empiezan a discutir sobre lo que es el amor para ambas. Una de ellas, Ana, cree en el amor absoluto; mientras que la otra, Lucía, piensa que siempre se termina y que idealizar a una persona es un error.
Con su corto El infierno y tal, Enrique Buleo ha querido narrar la realidad de una joven sin esperanzas a través del sarcasmo y el humor negro. “Me gusta moverme en un terreno entre el drama, la comedia, lo absurdo y lo hostil”, explica. Así, introduce a sus personajes en un terreno farragoso del que difícilmente podrán escapar y, por el cual, el “espectador sufre muchas emociones”.
A la hora de llevar a cabo su cortometraje, Buleo ha introducido en su personajes algunas frustraciones que reflejan las críticas que simultáneamente arroja a la sociedad. Muestra de ello son los libros de autoayuda que lee la protagonista, esa joven en silla de ruedas, y que no le sirven para huir de la prisión en que se haya. “Hay una fuerte crítica al daño que está haciendo la mala autoayuda. Ya no solo la literatura – explica el director haciendo referencia a los libros de Osho o Dyer que aparecen en el corto –, sino también la de lo que yo llamo el mundo Mr. Wonderfull. El mundo de hoy está plagado de mensajes positivos que están haciendo más daño que otra cosa. Nos han hecho creer que por mirarnos al espejo y decirnos a nosotros mismos <<eres genial, puedes con todo>>, podrás realmente con todo; y eso no es así. La autoayuda hace que la gente ni siquiera pueda permitirse sentirse mal”.
Por otro lado, El infierno y tal también hace una crítica al “uso desmedido y falto de conciencia de los mitos culturales”. En el corto, el personaje del padre de la joven se presenta como un hombre hosco y burlesco que regenta un bar plagado de calendarios de mujeres desnudas y cabezas colgadas de animales. En la trama, quiere colgar un cartel de Don Quijote como llamamiento a la clientela. “Yo soy manchego – destaca Buleo –, y aquí todo el mundo usa el Quijote para cualquier cosa, pero nadie lo lee. Se desvirtúan y prostituyen los hitos culturales”.
Por otro lado, según el director,“no hay una moraleja” en su historia. Como cuenta, le gusta mucho crear “personajes faltos de autoconciencia, que no saben si quiera cómo es la imagen que proyectan de sí mismos”. Y en esta dinámica, el cortometraje es “más una situación que una historia; carece de planteamiento, nudo y desenlace”.
Las llamas del sol, de Pepe Sapena, es una apología a la capacidad de querer y ser querido sin importar las distintas concepciones que cada uno tengo del amor, y centrándose en el momento presente. El corto cuenta la historia de dos mujeres enamoradas, pero cada una con su forma de entender el amor. “Una de ellas – cuenta Sapena –, ve el amor de forma idealizada e infantil; y la otra lo ve de manera demasiado crítica”, como algo inevitablemente finito. Así, según el director, el objetivo de su proyecto “no es tanto ridiculizar las dos posiciones, sino ridiculizar los dos extremos, el no querer entenderse”. Las protagonistas se enfrentan al desafío de ver si su amor es capaz de superar esos radicales contrastes. “He querido contraponer dos posturas para ver con cuál se identifica más el espectador”.
El corto, que está basado en la obra El cumpleaños de Chagall, recibe su nombre de la canción Baby Blue, de Bob Dylan, que en cierto momento dice “crying like a fire in thesun/llorando como una llama en el sol”. Según explica Sapena, “la historia de esas dos chicas es justo eso, una llama en el sol entre otras muchas, es decir, una historia muy pequeña que carece de epicidad y grandeza”.
Por otro lado, el director de Las llamas del sol ha querido expresar que “las personas, sin darnos cuenta, intentamos manipular a los demás para que hagan lo que nosostros queremos”. Por ello, el corto trata de enseñar que quizás, lo que deberíamos hacer es “intentar escuchar al otro de verdad, para conseguir entendernos”.
El texto del dramaturgo censurado, publicado por la SGAE y por La Uña Rota, retrata las posibles vivencias en la actualidad de una mujer que, santa o no, ha sufrido la manipulación interesada de su historia