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LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR 

De cuando Julio Bustamante conquistó Madrid

16/07/2017 - 

VALÈNCIA. El próximo 21 de julio, Julio Bustamante dará una actuación dentro del Festival de la Cançó del Grau, que está teniendo lugar en Las Naves durante el presente mes. Esto, sumado a la noticia de que en septiembre Bustamante tendrá nuevo disco a la venta, hace que se una buena ocasión para recuperar, revisar y actualizar un artículo que escribí sobre el autor de “Cambrers” en 1998, cuando publicaba su quinto álbum, el primero que le editaba una multinacional.

Foto: M. Azorín.

Hace casi 20 años, Julio Bustamante vivió una de esas epifanías que los llamados artistas de culto viven si la suerte les sonríe. Después de haber pasado años siendo el tesoro mejor guardado de la música valenciana, un sello madrileño lo contrató. Fue Chewaka, la subsidiaria alternativa de Virgin, creada por Javier Liñán (quien, a través del sello El Volcán, publicará el 15 de septiembre La misión del copiloto), que también puso en circulación discos de Astrud, Titán, Estrella Morente, Chucho o  Los Enemigos. Artistas, en general, que por aquel entonces necesitaban ser presentados ante el público español con mimo y dedicación. Bustamante, que llevaba años contando con los elogios de Juan de Pablos, Diego Manrique o German Coppini, fue uno de esos nombres elegidos por el sello. El lanzamiento de Entusiastas, una de sus obras más pop, me dio a pie para poder escribir sobre él en El País de las Tentaciones.

Con Bustamante no valen los lugares comunes, comenzaba el texto, que en muchos aspectos mantiene su vigencia a pesar del tiempo transcurrido. Esto es así porque hablaba de un artista que básicamente ha seguido fiel a sí mismo. No es un artista maldito ni es un músico de culto, seguía contando el texto. Todo para explicar que Julio no es un cantautor al uso y que cuando hace pop, lo hace a su manera. En todo caso, concluía yo, Bustamante es Bustamante, algo implícito en una música de la que Entusiastas era entonces el último exponente”. "En un mundo en el que domina lo pop, hacer algo diferente se paga caro”, me dijo aquel día, afónico perdido, después de que la noche anterior presentara ante los medios madrileños las canciones de Entusiastas. “Pero a mí me merece la pena intentarlo, porque si hay que trabajar de cara a vender yo prefiero hacer otra cosa. No creo en las metas, no me preocupa vender mucho, sólo quiero que mi compañía confíe en mí y me arropen para poder trabajar de la mejor manera posible. Pero vender mucho no es la meta; para eso me dedico a enseñar. A veces lo pienso, podría estar dando clases de filosofía a las adolescentes en Valencia, viviendo como un rey".

Aquella declaración de intenciones se ha mantenido firme hasta hoy. Julio Bustamante nunca cambió las aulas por los escenarios y siguió haciendo música, por su cuenta o formando parte de proyectos como Maderita, donde se juntaba con exmiembros del grupo Ciudadano. Cuando presentó Entusiastas ya tenía publicados cuatro discos a su nombre, todos ellos loados por la crítica más atenta, pero que apenas repercutieron fuera del ámbito local. Sinfonía de las horas, un disco-libro editado por El Europeo en 1996, logró situarle en la ruta de los artistas para connoisseurs. Durante aquella entrevista que mantuvimos en las oficinas madrileñas de su discográfica, él insistía en que si eso no ocurrió antes fue porque él no puso lo necesario de su parte. "Hay un antes y un después de Sinfonía de las horas. Me puse muy enfermo después de terminarlo, creo que fue de puro romanticismo. Y cuando me recobré me di cuenta de muchas cosas. Dejé de vivir la vida pendiente de las pasiones, descubrí que todo era mucho más sencillo. Entonces todo empezó a cuadrar y, de repente, por medio de mis amigos de Madrid, conseguí que alguien se interesara en editar Sinfonía de las horas."

Contaba también Bustamante que una de las canciones de Entusiastas reflejaba aquel cambio. “Fue la primera noche que salía en cuatro meses. Iba con Salva [Oltra, manager y amigo] y habíamos quedado con dos chicas. Entonces nos subimos a su coche, que es antiguo, y parece un troncomóvil, y el coche que no arranca…" La experiencia acabó convertida en canción: "Y ojalá que este trasto arranque pero ya, ya/Y ojalá que la noche sea un éxito total. Total", dicen los últimos versos de la canción que se llamaba como el álbum. En aquel momento de optimismo, Julio confiaba en que el trasto arrancara de una vez por todas, convencido de que había un hueco para él en la música española. Y lo había, pero la música española nunca ha sido demasiado generosa a la hora de repartir sus plazas. "Creo que puedo ocupar un hueco, la vacante que hay para un tipo de canción mediterránea. La hay catalana, y muy buena. La mía sería la valenciana, en castellano y con unas características muy particulares. Muy abierta, como todo lo que implica lo mediterráneo, muy basada en el esquema del relato y la poesía".

Mediterráneo es un adjetivo que siempre ha ido unido a la música de Bustamante. Pero lo cierto es que en determinados aspectos, el adjetivo valenciano cuadra más con la personalidad de Bustamante. Su música es tranquila y luminosa, sensual, relajada, a veces libertina, como la tierra de la que procede su creador. Música playera que no tiene nada que ver con los Beach Boys ni con el surf, aunque sí con las rubias (y las morenas) que toman el sol. Su música invita a saborear lo bueno de la vida. "En Madrid la gente se toma mi música como si los llevara al aire libre. Ayuda a sacar sentimientos que normalmente no dejamos que afloren. Es curioso, en Madrid me concentro más que en Valencia, puedo leer, trabajo más. Allí me sacan de casa constantemente y me ves por la calle con un libro y un bloc de notas. En cierto modo, Madrid es como Milán o Zaragoza, que son ciudades de interior pero que son muy mediterráneas".

Julio Bustamante & Lavanda.

Julio me contó por aquel entonces que no compone de cara a un disco o un trabajo concreto. Él crea y crea, y después ya se verá si la cosa termina convertida en novela, poema o canción. "Yo vengo ante todo del pop y el rock -aclaraba-. Mi obsesión por hacer buenas canciones me llevó a la literatura, eso lo descubrí cuando grabé Cambrers [su primer disco en solitario, de 1981]. Siempre he buscado hacer las cosas a mi manera, pienso que es necesario planteárselo así, de lo contrario acabaremos todos haciendo lo mismo. Así que intento que haya variedad dentro de mi concepto musical". Sisa y Pau Riba figuran entre sus referentes cercanos. Y, a un nivel más personal, músicos valencianos como Pep Laguarda o Remigi Palmero. Con el segundo formó parte del dúo Palmero-Bustamante a finales de los setenta y ambos, junto al batería Tico Balanzá, fundaron un soberbio trío de pop rock en plena fiebre new wave llamado In Fraganti. En aquel momento escribí que no podía haber mejor nombre que Entusiastas para esta nueva conexión con el mundo de Bustamante. "Sales a flote por el entusiasmo de tus amigos, un solo suele comerse el coco mucho. El disco es un homenaje a la gente que me rodea y que me ha ayudado. El otro día reflexionaba sobre ello. El diseño, las ilustraciones, los músicos, la foto de la portada, la modelo de la foto, todo está hecho por gente amiga". Así era el mundo de Bustamante hace casi 20 años, y así lo es también ahora.

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