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el muro / OPINIÓN

Debates estériles

Continuamos con propuestas de bajo alcance y sesgada militancia. Ahora toca al Convento de Santo Domingo. A algunos les viene bien el ruido pero con razones de poco calado. Estas Corts nuestras retratan su nivel.

20/05/2018 - 

A menos que nos lo propusiéramos ligeramente tendríamos en la actualidad dos o tres debates cercanos e interesantes sobre los que opinar y extraer conclusiones racionales. Sería realmente sano para nuestro cerebelo. Ayudarían también para hacer pensar y retratar a esta clase política tan sintética frente a su desmemoria e inercia parlamentaria.

Ejemplos hay para dar y vender: desde el nuevo turismo de azotea y fiesta, hasta el futuro del Metropol o el nuevo Mestalla —casi ya una década muerto y sin destino—, la peatonalización de nuestras calles y plazas más céntricas sin organización urbanística, el caos de tráfico y/o la recuperación de edificios históricos con planes rigurosos. Son meros ejemplos de asuntos que nos afectan más de lo que creemos pero acaban diluidos en un par de titulares a los que nos tienen acostumbrados. Estamos huérfanos de debates. Todo nos conduce a lo mismo. A un día a día cada vez más anodino y pasajero con el que tapar otras vergüenzas.

Debate serio y más serio del que podemos imaginar en todos los sentidos, por ejemplo, podría producirse en torno a esa moción aprobada esta semana por Les Corts con los votos de PSPV, Compromís y Podemos, la abstención de Ciudadanos y el voto en contra del PP reclamando al Gobierno central la “desmilitarización” —palabra gruesa— del Convento de Santo Domingo de Valencia, sede de Capitanía, y su cesión al Consell. Es batalla perdida, aunque el asunto se haya animado. Pero no ha comenzado bien. La moción tiene su miga, aunque está mal enfocada por aspectos de militancia.

Afirmaba la diputada de Compromís, Mari Josep Ortega, que el objetivo sería recuperar el inmueble a fin de que los valencianos pudieran disfrutarlo a través de su tutela, protección y gestión en manos de la Generalitat y el Ayuntamiento.

Ortega lo “arreglaba” indicando que los militares que ocupan este inmueble "se cuentan con los dedos de una mano" y podrían ser reubicados en otras instalaciones cercanas del Ministerio de Defensa, como las de Bétera. Hasta ahí llegó su Ilustración.

El asunto lo “remataba” el diputado socialista Fernando Delgado animando a que el convento se convierta en museo. Ya estamos en lo mismo. Otro museo más como remedio recurrente, pero sin especificar realmente de qué, por mucho que se vincule dialécticamente al San Pío V, museo por otro lado que no avanza en ningún sentido.

Olvida el señor Delgado que frente a Santo Domingo ya existen dos espacios pseudomuseísticos como la Fundación Bancaja o el municipal Palacio de Cervelló, este último aún gran desconocido. Así que, por ahí tampoco avanzamos mucho.

De todo el debate de la Cámara autonómica, la única conclusión que saco es una nebulosa en torno al complejo iniciado por Jaume I y sede de la Orden de Predicadores. Nace sesgado en forma y fondo. “Debate” estéril e interesado con tufo militante.

Los políticos simplemente discuten ocurrencias. Pero arrancar desde esos principios “objetivos” dice mucho. Las propuestas al sol sin base racional o científica nos vuelven a situar en el escaparate de los debates interesados pero sin horizonte.

Claro que el Convento de Santo Domingo debería de ser un espacio de la ciudadanía, que lo es, como también el Convento de la Trinidad, vació de religiosas y casi silenciado, y otros muchos espacios que se salvan del fisco y los impuestos que sufragamos con los nuestros y luego acaban vendidos para reforzar las arcas en tiempos de dificultad. Y muchos otros edificios públicos que utilizan nuestras consellerias y organismos públicos y son de imposible acceso ciudadano porque están ocupados por cargos de postín. ¿Quieren una lista? Redacten una guía urbana y abran sus puertas. Eso sí lo agradeceremos todos. Pero antes, localícenlos.

Y es en ese debate cuando volvemos a lo mismo, a que en su interior ha estado la estatua ecuestre de Franco —sencillo y recurrente argumento cuando también se podría hablar de la obra en sí de Capuz—; como cuando se cuestiona la fuente de la plaza de la Virgen, obra de Silvestre de Edeta, encargo realizado a un represaliado franquista. “No las cargue mucho de pecho”, le exigieron al escultor de Llíria sobre las figuras femeninas que simbolizan las acequias de Valencia. Si nos ponemos en ese plan la gran mayoría de monumentos y estatuas de Valencia desaparecían, empezando por el dedicado al Maestro Serrano.

El diputado Mulet en nombre del PP dijo estar “triste” porque se hace un mal uso de la cultura y el convento no es sólo de los valencianos sino de los españoles y de la Humanidad. Más de lo mismo. Retórica.

Unos están con el seny de la desmilitarización y los museos; otros, con la descrisnitización como lo han bautizado. Pero bajar a ese nivel en el debate político sólo conduce a la desmoralización ciudadana a partir de una sinrazón política no siempre objetiva pero que ayuda a realizar algo de ruido y de paso asustar al personal por el nivel de las ocurrencias.

Uno es partidario de recuperar patrimonio y sobre todo de convertirlo en espacios abiertos. Pero convertir este asunto en un mero instrumento pasajero y/o político pone fin a todo debate social, cultural y patrimonial serio para dejarlo en innecesario. Así que, nace muerto.  

Generar confianza y señalar sensibilidades no es suficiente a base de ocurrencias. Se realiza con propuestas racionales y documentadas, objetivos, fines y proyectos sólidos y estructurados. Una moción parlamentaria no debería de consistir en una simple propuesta de alcance periodístico momentáneo. Eso es sencillo, lo pasajero.

Yo sí quiero el Convento de Santo Domingo, el Temple, el Convento de la Trinidad y otros muchos espacios vetados a la ciudadanía como referentes sociales, pero con ideas de calado y proyectos de rigor, no a partir de una idea sesgada. Existen muchos museos de la ciudad sin apenas vida y condenados al ostracismo. Entrar a regular su futuro o darles simplemente una gran vida es una obligación frente a fantasías de sillón parlamentario. Esa sí es labor de la denominada Comisión de Cultura. Pero así nos va. No sabemos cómo llenar el rehabilitado monasterio de Sant Vicent de la Roqueta y ya estamos en otro charco.  

Por cierto, ¿quién pagaría la ocurrencia? ¿Han hecho cálculos? ¿Alguien se ha dirigido al Gobierno central? ¿Hay algo más detrás?  ¿Existe algún proyecto en concreto o sólo forma parte de una iniciativa del duermevela? Eso es lo que nos deberían explicar. Ahora, si es por sugerir y pasar el rato, todos tenemos ideas que aportar. Por lo visto ahora toca la llamada “desmilitarización”. Qué aburridos parecen estar algunos/as. El tiempo discurre entre ocurrencias de partidos.

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