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De concurso fortuito a culpable

Foto: EFE
4/04/2017 - 

ALICANTE. El juego a ver quién aguanta más sobre la vía mientras viene el tren puede costarle caro no solo al Hércules, también a los integrantes de su consejo de administración y a Enrique Ortiz si al juez le da por considerarlo administrador de hecho.

En febrero de 2013 el club blanquiazul parecía salir definitivamente de un concurso de acreedores al que había recurrido año y medio antes para dar solución a una deuda de 59 millones de euros. Dicho concurso fue calificado como fortuito al no apreciarse culpa o dolo en la actuación del consejo de administración con Carlos Parodi al frente, algo que no evitó que Enrique Ortiz tuviera que personarse ante el titular del Juzgado de lo Mercantil número 1 de Alicante.

Era el tercer concurso en apenas once años para el Hércules bajo el control del constructor pese a que había pasado más temporadas en Segunda División B que en Segunda A y Primera juntas, por lo que siendo los ingresos reducidos los gastos no debían ser tampoco elevados.

Reapertura del concurso

El incumplimiento con la Agencia Tributaria que derivará mañana en el embargo de los ingresos de la entidad provocará, a bote pronto, que se genere más deuda (los intereses de los 4,4 millones que reclama el fisco sin ir más lejos), nuevos impagos a proveedores y que no se pueda afrontar la obligación de abonar los 1,5 millones de euros que el convenio con los acreedores ordinarios contempla que han de percibir en junio... Así no solo Hacienda, también cualquiera de esos acreedores ordinarios y el propio consejo (contaría para hacerlo con un plazo de dos meses desde la insolvencia), podrían instar ante el juez la liquidación del Hércules. 

La reapertura del concurso está servida, también la vuelta de la figura del administrador concursal que podría mutar a liquidador y sobre la mesa la posibilidad de que ahora nos encontremos con una calificación del mismo diametralmente distinta: como concurso culpable, con condena para los administradores a pagar la deuda generada. Todo, eso sí, con el cadáver de una institución de 95 años de historia todavía caliente. Si no fuera por esto último, hasta resultaría atractivo lo que se avecina.

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