el billete / OPINIÓN

Coronavirus e información

1/03/2020 - 

Toda crisis tiene su lado positivo si se lo buscas. Uno, que es por naturaleza optimista, siempre lo encuentra. En la del coronavirus, que lleva camino de convertirse en pandemia, todo parece negativo: las muertes, la suspensión de eventos, las millonarias pérdidas económicas, los idiotas que roban mascarillas... Y, sin embargo, hay dos aspectos positivos que poner en valor.

El primero es el sistema sanitario español. Sin entrar en detalles porque acabaríamos señalando errores anecdóticos que no pueden ser elevados a categoría, el sistema público español está demostrando por qué está considerado como uno de los mejores del mundo. Quienes tenemos algunos años nos acordamos de la pésima gestión sanitaria e informativa –indisociables– de la crisis del aceite de colza desnaturalizado o a la ministra de Sanidad Celia Villalobos cuando las ‘vacas locas’ echando por tierra la credibilidad de su departamento al recomendar no hacer caldo con huesos de vaca sino de cerdo. No había Facebook ni Whatsapp pero estaba ella para desinformar.

Transmiten tranquilidad, a mí me la transmiten, la consellera Ana Barceló y la subdirectora general de Epidemiología de la Generalitat Valenciana, Herme Vanacloche, quemada en la hoguera pública por no estar al tanto de que 2.400 aficionados del Valencia CF habían viajado a Milán el 19 de febrero, señalada por aquellos que no saben que en València aterrizan tres vuelos diarios desde Milán y tiene rutas también directas con Venecia, Bolonia y Pisa, además de otras cuatro ciudades del sur de Italia. Lo que significa que cientos de personas llegan cada día a València –también a Alicante– desde Italia en avión aunque no haya fútbol, muchos miles si hablamos de toda España.

Transmite mucha tranquilidad el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, con su comparecencia diaria para explicar las veces que haga falta el exhaustivo protocolo de actuación que está permitiendo detectar la mayoría de los casos con rapidez, tratar a los afectados y prevenir a sus entornos. 

Un protocolo que ya veremos hasta cuándo se puede mantener, porque llamar por teléfono a todos y cada uno de los que han tenido contacto con cada enfermo será imposible a partir de cierto número. Los expertos reconocen que será complicado evitar que el coronavirus se convierta en una pandemia, pero al mismo tiempo destacan que no es una enfermedad grave para la gran mayoría de la población. Para el resto, cabe esperar que se encuentre pronto la vacuna y que el caloret fallero del que ya disfrutamos ayude a reducir el contagio, como ocurre con la gripe.

Todo esto entronca con el segundo aspecto positivo, y es la revalorización de los medios de comunicación como fuente de información fiable. También sin entrar en detalles. En una época en la que populistas de todo pelaje se dedican desprestigiar la labor de los medios y del periodismo para hacer creer a la población que la verdad es lo que ellos dicen y no lo que se publica, merece la pena destacar que las mentiras sobre el coronavirus van por unos canales y la verdad va por otros, que son los del periodismo y los medios de comunicación serios.

 

Los medios, faltaría más, estamos expuestos a la crítica: que si periodismo espectáculo, que si alarmismo, que si excesiva cobertura..., pero lo cierto es que si le quitamos los adornos, lo puramente informativo se basa en los datos oficiales y en los análisis y recomendaciones de los expertos mientras por las redes nos llegan audios de supuesto personal médico con datos oficiosos o bien fake news como la de la suspensión de los actos de Fallas. 

Ha ayudado mucho la transparencia de los responsables de Sanidad, al contrario que en otras emergencias sanitarias en las que la noticia acababa siendo que no habían dicho toda la verdad. En este sentido, es importante desde los medios no poner en cuestión su trabajo, al menos a priori, para evitar que pierdan credibilidad. 

Quienes roban mascarillas y hacen acopio de víveres en las tiendas son pocos y tiene una característica común: están desinformados. Es necesaria cierta alarma o alerta; que no cunda el pánico, keep calm, pero tampoco actuemos como si no pasara nada.

En resumen, las autoridades cumplen un papel, que es informar, dar recomendaciones y pedir tranquilidad; los medios cumplimos el nuestro, que es transmitir las buenas y las malas nuevas con veracidad. En ambos casos, estos mensajes coinciden en las redes sociales y Whatsapp con las fake news y los memes que tanto nos ayudan a pasar el mal trago. Uno, que es optimista, quiere creer que la gente está sabiendo diferenciar el grano de la paja.

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