ALICANTE. Si por cada mirada que se escapa de los personajes de esta exposición se trazara una línea roja, entre las paredes de la Sala Sempere del Museo de la Universidad de Alicante (MUA) se tejería una especie de trampa láser con su centro conectado en la persona espectadora. Conversaciones invisibles es la muestra comisariada por el profesor Juan A. Roche que se hospeda en este espacio cultural, cuya treintena de ilustraciones, dibujos y esculturas podrán visitarse hasta el 12 de enero. "La exposición tiene que ver con el tema de las miradas. Las personas pensamos cosas que, probablemente, no nos vamos a decir. Pero son pensamientos que existen, por lo que forman una conversación invisible", aclara el autor de las obras, Manuel Galdón. Y demuestra que esto ocurre a todas horas, "cuando vamos en el metro, cuando nos fijamos en las personas y las personas se fijan en nosotros o cuando nos cruzamos con algún vecino y lo saludamos pero estamos pensando en muchísimas más cosas sobre él". El epicentro de estas charlas inaudibles lo sitúa en Alcoy, una ciudad en la que el autor comenzó a entenderlas y a fijarse en ellas, "porque veía que las familias se asomaban a una misma ventana para ver desfilar a los integrantes de las fiestas de Moros y Cristianos", explica, "y como año tras año eran las mismas personas, imaginaba que el resto de gente o los vecinos de enfrente pensarían cosas como qué mayor está el niño, por ejemplo".
Construida desde el silencio, desde la inexistencia de la palabra, los personajes que integran las obras comparten con la Gioconda la cualidad de perseguir con su mirada inmóvil al espectador. Observan y escuchan, ¿pero juzgan?: "No, simplemente intentan ver lo que tú eres. Es como si fueran más allá, como si dijeran no me importa cómo eres externamente, sino tu interior, porque eso me hace mejor a mí", interpreta Galdón. Un ejercicio que va más allá del pensamiento, "simplemente dejándose llevar y sintiendo. Es una idea un poco meditativa, ya que consiste en dejar los pensamientos de lado y que sea la experiencia la que te acerque a los ojos. En estas imágenes intento evitar que la persona que mira juzgue o valore al observador", personifica a sus creaciones.
Con solo unas líneas, el dibujante ha conseguido dotar los rostros de sus personajes de una expresión neutra, a excepción de dos piezas, la de un chico arqueando una ceja y la de una chica sacando la lengua. Muecas esbozadas a propósito, "porque a veces nos tomamos la vida muy en serio, por lo que creo que no venía mal en la exposición poner una imagen que nos recordara que la vida es un juego; se trata de disfrutar y pasárselo bien. ¿Si no, para qué venimos aquí? Hablar de cosas dramáticas está bien, de lo que podría pasar, de la historia… Pero lo que importa es lo que estamos viviendo aquí y ahora", trata de hacer entender.
Desde el suelo y hacia el cielo, con vista de pájaro o mirando de frente, el artista coloca a sus personajes en distintas posiciones para transmitir mensajes con cada una de ellas. Menciona el Olimpo para poner de manifiesto la idea de que ha sido el ser humano quien ha creado los dioses y demonios: "Hay veces que te sientes como un dios. Eso puede suceder cuando vas con un grupo y todo el mundo te empieza a alabar, porque en ese momento tienes la sensación de que eres superior al resto; esa situación te saca de la realidad y te sube arriba. Lo malo es que mucha gente se queda ahí, forma grupos y se piensa que son dioses de verdad. Pero conforme pasa el tiempo y suceden acontecimientos se dan cuenta de que no lo son. La vida te hace entender que esa idea es una creación, que está en nuestra mente", insiste.
Sin embargo, Galdón también localiza la parte positiva de esta sensación divina, y es que "te enseña que, de vez en cuando, es bueno sentirse ahí arriba para conocer el autorrespeto, pero no quedarse. Igual que también es bueno bajar y tener la sensación de humildad y empatía para ser capaz de escuchar y sentir lo mismo que la persona a la que estás viendo", comenta las posiciones de arriba y abajo. Por su parte, aquellos personajes que miran de frente tienen que ver con el hecho de "afrontar la realidad y la vida", desvela el autor.
Y cuenta la historia que se esconde detrás de una de las ilustraciones familiares: "Esta imagen surge en la época de la crisis económica, un momento en el que todo el mundo intentaba buscar las razones por las que había sucedido y la gente que se suponía que debía estar preocupándose de que no pasara no lo estaba haciendo". Es por ello que la imagen muestra a distintos personajes mirando de frente a los ojos, como si buscaran explicaciones y recriminaran a las personas "a quienes confiaron esa tarea no haber hecho nada por evitar la situación", añade.
Pese a que algunas de sus creaciones solo incluyen un personaje, el dibujante reconoce que le gusta "poner a mucha gente mirando al espectador porque supone una manera de que el público se vea a sí mismo. A través de los ojos se genera una fuerza especial, muchísimo más poderosa que el tacto o la retórica, ya que el ojo te hacer verte a ti mismo y a los demás. Gente junta tiene muchísimo poder; creo que podrían cambiar cualquier cosa en el mundo", considera.
La exposición se encuentra dividida en dos ideas, siendo una la de la mirada y la otra, la del cambio constante de la vida. En esta segunda, Galdón cuelga en una de las paredes bocetos a lápiz en los que ha permitido que se vean los trazados a medio borrar detrás de los dibujos: "Con estas obras me he dejado llevar por el continuo que dicta la vida. Pienso que nos organizamos demasiado, queremos que todo esté en orden, pero no nos damos cuenta de que en el desorden también existe orden", expresa la idea del cambio, de fluir. Además, Galdón ha trabajado como dibujante de Disney durante dos décadas, motivo por el cual esta exposición denota ese legado. "Yo con Disney me he formado. Esta muestra lo tiene todo de esa etapa: los encuadres, las composiciones, los personajes…", enumera.