Escrito por Luis Alberto Pérez Velarde, se ha presentado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, lugar de estudio del artista de Alcoy
ALCOI. Parte de los componentes que protagonizan el retrato del lienzo catalogado hace poco por el Museo del Prado como el Guernica del siglo XIX, ‘Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga (1888)’, ha servido para ilustrar la portada de la más completa biografía que existe hasta el momento sobre su autor, el pintor alcoyano Antonio Gisbert. Basado, eso sí, en dos predecesores: el documento sobre Gisbert firmado por el profesor Ramiro Pedrós y Font, en el año 1935, así como la ‘Vida y obra’ del alcoyano recogida por su paisano, Adrián Espí Valdés, en el 71. El resultado ahora, “siguiendo la labor, ya que era necesaria una revisión”, es obra y gracia de Luis Alberto Pérez Velarde, doctor en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid y actual conservador del Museo Sorolla, y nace a partir de su propia tesis doctoral, cuando se aproxima al artista, allá por el año 2007.
“Fue a raíz de mi profesor, que estaba haciéndola sobre José Casado del Alisal, rival de Gisbert –conocido como ‘el favorito’ de los conservadores-, que decidí estudiar al pintor alcoyano”. Y ese es precisamente el objetivo de la “monografía”, como prefiere definirla su artífice, titulada ‘El pintor Antonio Gisbert (1834-1901)’: “Reivindicar la riqueza artística del siglo XIX, con un camino tan poco transitado hasta el momento, y dar visibilidad a la figura de este pintor, concretamente”. Un espejo de la etapa en la que se comenzaron a configurar nuevos modelos artísticos, donde nombres como José Aparicio, e incluso el de otro alcoyano, Emilio Sala, dieron a luz novedosas composiciones históricas gracias a “envíos de pensionado por las distintas Diputaciones”, e introdujeron el arte en los salones, más específicamente, en el de Isabel II de España, más conocida como la ‘Reina castiza’. “Cuestiones privadas” que dieron lugar a envíos directos, a modo de Amazon Prime, tal y como eran entendidos en aquella época.
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando acogía la presentación del nuevo libro sobre el pintor Antonio Gisbert, quien se formó como artista en esta prestigiosa institución del arte español. Fue el pasado miércoles, 27 de noviembre, coincidiendo con el bicentenario del Museo del Prado –que no hace mucho rescataba algunos de los bocetos más importantes del pintor con motivo de la efeméride-, la institución que llegó a ser dirigida por Antonio Gisbert. “Cogió el relevo del primer director, su mentor, Federico de Madrazo y Kuntz, en el año 1868, hasta el 73”. Ediciones Doce Calles ha sido quien se ha encargado de la publicación del libro. A partir de nuevos datos encontrados en diversas instituciones y hemerotecas, la investigación de Pérez Velarde reconstruye la biografía del pintor, desde sus inicios artísticos en Alcoy hasta su exilio voluntario en París, ciudad donde residió hasta su muerte.
“Era el mismo camino para todos los artistas, después de ganar una beca e ir a Roma, con la San Fernando: era esencial, al ser ciudades donde irrumpía la modernidad”. Retrata a detalle su aprendizaje en Madrid –donde llegó en 1860, vivió dos años, y regresaría posteriormente-, su pensionado en Roma, su paso por la Real Academia de Bellas de Artes de San Fernando, por tanto, su exitosa participación en los Salones de París –donde también se empadronó- y Exposiciones Universales, y sus relaciones con artistas españoles del siglo XIX. Otro capítulo, dedicado a su residencia en la capital francesa, describe dos importantes lienzos de historia: ‘Salida de Cristóbal Colón del Puerto de Palos’ y el mismo ‘Fusilamiento de Torrijos’, en su versión abreviada. Este último, con el que arranca este artículo, y encargado a Gisbert en 1886 por el gabinete liberal de Práxedes Mateo Sagasta. “Es excepcional por este motivo.
Además, hace cómplice al espectador del recuerdo de una tragedia, como un hecho que no ha de volver a producirse jamás”. Una cuestión indisoluble, también en este sentido, la de entender los lienzos de Gisbert junto a ese arraigo de las ideas políticas más “liberales” del momento, recuerda el escritor. “Se ve en cómo trata los temas históricos, que lo posicionan, con la Gloriosa: desde los retratos que elabora del general Prim y Serrano, hasta obras como ‘Ejecución de los comuneros de Castilla’, o ‘Desembarco de los puritanos en América’, sin olvidar su gran amistad con Amadeo de Saboya, I de España”.
El libro, por tanto, destaca la figura de Gisbert en los cargos públicos que desempeñó, además del de director del Museo Real de Pinturas y Esculturas, hoy Museo Nacional del Prado, ya ha mencionado, también el del Museo de Tapices de El Escorial. “El libro se puede considerar como el monográfico más actualizado sobre el artista originario de Alcoy, ciudad que siempre estuvo muy presente en la vida del artista y a la que volvió continuamente para ver a sus familiares”, explica Pérez Velarde. En este libro, la biografía de Gisbert se complementa con un catálogo razonado de las obras conservadas del artista, tanto en instituciones públicas como en manos privadas en el que se ha recogido buena parte de su producción: retratos, pintura de historia, pintura religiosa, pintura de género o dibujos y grabados e incluye imágenes nunca antes reproducidas.
Contiene además numerosas ilustraciones y un anexo documental que profundiza en la vida de Gisbert. Por tanto, rescata su faceta de reportero gráfico, la crónica escrita y visual con la que nutría su pintura, a la que daba vida en los famosos ‘atelieres’ de la bohemia artística parisina, por ejemplo. Es más; entre bambalinas, su autor nos explica la “intimidad” de las cartas que llegaron a sus manos. “Por ejemplo, en el momento en que mueren sus familiares, sus padres, y otorga ese poder en los testamentos a sus hermanos, ya que él residía fuera. También hay recortes de prensa que rememoran la llega ‘del señor Gisbert’ a Alcoy, Alicante, Valencia, adonde le recibían con bandas de música”. Los incipientes dibujos, las siluetas de Gisbert, también sus obras acabadas, no olvidan, exactamente, a esa incipiente burguesía alcoyana “que quiere pasar a la posteridad”. Con todas sus fuerzas.
“El leer cartas tan íntimas, como cuando Gisbert ha de regresar a Alcoy repentinamente, ya que su madre se está muriendo, para enterrarla, me ha resultado un tanto particular”. Y es que, meterse en las entrañas de los documentos más privados del artista alcoyano es, inevitablemente, revivirlo. De sus fotos, asegura, se deriva una “contemporaneidad” bastante obvia. “Siempre aparece con una actitud pulcra, elegante; con la gabardina típica del siglo XIX. Gisbert era muy moderno para su época, casi un icono de la moda. Actualmente podría pasar casi inadvertido”. Lo que se podría entender perfectamente como un ‘hipster’. De momento, la esencia de Antonio Gisbert viaja hasta el presente con el monográfico de Luis Alberto Pérez Velarde, que se presentará, por cierto, el jueves 19 de diciembre en el IVAM CADA Alcoi, a las 20 horas. Lo hará enfrascada de la mejor manera posible, con el rigor que merece la prestigiosa figura del alcoyano.