VALÈNCIA. Escritora y Directora General de Cultura y Patrimonio. O al revés, qué más da. En cualquier caso, Carmen Amoraga se enfrenta al último año de legislatura defendiendo la política como un lugar de paso y no uno donde apoltronarse. Esto no quiere decir que 2019 sea su fecha de despedida, pues deja la puerta abierta a una continuación que sirva para afianzar la hoja de ruta iniciada. Pero esto es el futuro. El presente pasa por la consolidación de aquellos proyectos puestos en marcha en los últimos años y la confesión de una cierta “frustración”, tanto por parte de los ciudadanos como del propio gobierno, por no poder ejecutar sus deseos a la velocidad soñada. A corto plazo llegará la segunda edición de Cultura Resident, que ampliará con residencias artísticas fuera de la Comunitat Valenciana; o la aprobación de la nueva Ley de Patrimonio. Este es parte del resultado de un trabajo de "pico y pala", explica, un modo de operar que defiende desde su llegada al gobierno autonómico. Sobre un poco del pasado, del presente y del futuro, hablamos con Carmen Amoraga.
-¿Cuáles son los proyectos concretos de la Dirección General de Cultura y Patrimonio de aquí a un año?
-La fecha de las elecciones no marca ni el fin ni el principio de nada, no tenemos unos objetivos diferentes ahora. Seguimos con la misma hoja de ruta, que es sentar las bases para que la manera de enfrentarse y de relacionarse con la cultura sea diferente, democratizar el acceso a ella, acabar con las redes clientelares, etc. En cuanto a proyectos, no hay proyectos nuevos con respecto a hace un año. Seguimos con los mismos, con la idea de consolidar aquello que ya hemos puesto en marcha, como Cultura Resident o la encuesta de hábitos culturales, que será la base del Observatorio de la Cultura. Vamos a consolidar lo que tenemos puesto en marcha.
También era muy importante dotar económicamente a Cultura. Cuando nosotros llegamos el presupuesto de la Dirección General era de 60 millones, [mientras que] en 2008 era de 174 millones. En este momento es de 106 millones y pretendemos acabar el 2019 a en torno a 120 millones. La cultura no es un gasto, es una inversión.
-Puede sorprender que diga que no hay nuevos proyectos.
-Nosotros hacemos una política de pico y pala, lo que no hace una gran transformación de hoy para mañana. Claro que hay grandes proyectos, pero no ahora que estamos a punto de terminar. La hoja de ruta, los proyectos, estaban marcados en el primer momento.
-A unos meses de elecciones, ¿repetiría?
-Mi ambición es terminar esta legislatura y poder continuar trabajando en el proyecto que iniciamos juntos en 2015. Yo no soy política, soy escritora y periodista, lo que no quiere decir que no me haya volcado al 150%. He dado todo lo que podía dar. También pienso que a la política hay que venir con fecha de caducidad, no tienes que hacer de ella tu profesión. ¿Qué va a pasar en las elecciones? Eso no depende de mí. Estaré donde me pidan que esté. Podré dejar de estar en una lista, en un cargo, pero nunca dejaré es de ser socialista, por tanto estaré donde el partido considere que tengo que estar.
-Ha mencionado la cuestión de las redes clientelares, ¿se han finiquitado?
-Creo que sí se ha conseguido. En los primeros presupuestos ya se eliminaron todas las líneas nominativas que se consideró que se tenían que eliminar y, de manera natural, se han aumentado las ayudas genéricas que garantizan la pública concurrencia, en base a criterios objetivos valorados por técnicos y no políticos.
-¿Cuáles son las principales características de la nueva Ley de Patrimonio?
-Está casi en capilla. Esta ley supone una modernización, puesto que la actual es de 1998. Se introducen innovaciones acordes con las exigencias de la nueva política de patrimonio cultural, como son potenciar el usos sostenible y productivo del patrimonio o profundizar en la autonomía de la Comunitat Valenciana en relación con las competencias sobre patrimonio. La nueva ley facilita la concesión de licencias urbanísticas, la simplificación y coordinación entre planeamiento territorial y patrimonial o la creación de un consejo asesor en materia de patrimonio cultural. En definitiva, más que ser una ley pensada para penalizar, nace para favorecer la adaptación.
-Desde Presidencia se han impulsado algunos de los grandes proyectos en materia cultural de la legislatura, como la subsede del IVAM o el futuro Museu Sorolla, ¿qué le parece?
-Tiene mucha más facilidad administrativa para poner en marcha de forma más rápida determinadas acciones. Se trabaja de forma conjunta. Presidencia ha impulsado la subsede del IVAM, una realidad que llegará ya. El Museu Sorolla… se ha lanzado esa idea, pero que yo sepa no se está trabajando todavía. Presidencia viene a reforzar la política cultural.
-Dijo que Cultura "estaba en una macroconselleria y eso es parte del problema", ¿tiene que ver esto con que Presidencia asuma proyectos?
-Puede tener que ver con eso. No lo sé. También puede tener que ver con que [a través de Presidencia] es más sencillo. Cuando yo digo que Cultura, y lo mantengo, está en una macroconselleria, no me refiero a que no encuentre su espacio sino a que administrativamente no tenemos atajos.
-Hace un año dijo sobre el Plan de fomento del libro y la lectura: “Estos planes tardan un mínimo de un año en sentar las bases, en elaborar las líneas estratégicas”.
-El plan está hecho. Son planes vivos que afectan a todos los sectores. Para el periodo entre 2017 y 2021 tiene una dotación de 46 millones de euros. El plan se compone de acciones que tienen que ver con la escuela, las bibliotecas, la familia, los medios de comunicación... Sin caer en triunfalismos, creo que estamos en un muy buen camino. Desde la Dirección General se ha impulsado la primera encuesta de hábitos culturales, cuyos datos no sin buenos ni malos, porque es la primera. En ella, por primera vez, se hace una pregunta que nos sitúa en el siglo XXI: qué es cultura. También se incluye perspectiva de lengua, de género... Esos datos nos indican que estamos en un buen camino.
-Los datos de lectura son muy distintos a la encuesta presentada recientemente por la Fundació pel Llibre i la Lectura (FULL), que quiere impulsar la suya propia, ¿deberían aunar fuerzas?
-No pueden no ser dispares. Nosotros colaboramos con FULL de forma habitual y lo que queremos es unir, aprovechar todas las sinergias. Ellos han anunciado que quieren hacer una suya, lo lógico es que haya una única. Nos sentaremos y veremos de qué forma se puede unificar.
-¿En qué punto está el Estatuto del artista?
- A eso tendría que contestar Albert Girona o el conseller. No sé muy bien cómo está en este momento, pero entiendo que se está trabajando [en él]. Es un poco frustrante porque parece que desde que se anuncia [un proyecto] hasta que se presenta parece que no estás haciendo nada.
-¿Es quizá por eso que, tomando como punto de referencia los seminarios de gobierno, cada vez se anuncian menos proyectos o son menos ambiciosos?
-Por la parte que nos afecta a nosotros, desde luego sí. Es verdad que llegas cargado de buenas intenciones y desconociendo el funcionamiento de la administración, su lentitud. Al final eres más prudente a la hora de anunciar. Cuando llegamos había mucha expectación. [Después] hubo un poco de frustración, tanto en la sociedad como en nosotros mismos, porque las cosas no iban tan rápidas como nos gustaría. Por la parte que me toca, por no contribuir a esa frustración, al final te haces más prudente. Pero por eso no son proyectos menos ambiciosos. Por nuestra parte, el Observatorio de la Cultura lo es. Para mí ambicioso no quiere decir que en el momento de la presentación sea maravilloso, sino que tenga una continuidad, como el Plan de Lectura o Cultura Resident.
-El convenio con el Instituto Cervantes como parte del Plan de Internacionalización de las industrias culturales todavía no se ha firmado.
-Está a la espera de una firma del Ministerio de Hacienda, puede ser una cuestión de días. Es una pena porque prácticamente fue el primer logro, pero tuvimos en nuestra contra la repetición de las elecciones nacionales, el cambio de director [del Instituto]... Ha habido que empezar prácticamente de cero.
-En el contexto de este plan, ¿caben otros convenios?
-Hay una línea de ayudas de internacionalización de la cultura. Con el Instituto Cervantes estamos esperando la firma, pero con la Fundación Ramón Llull estamos funcionando en proyectos que verán la luz pronto.
-El pasado año presentó su novela ‘Basta con vivir’, ¿cómo ha compaginado su faceta de autora con la labor pública?¿le ha inspirado esta experiencia?
-La he compaginado dilatando el proceso de la escritura. Entre 2010 y 2014 escribí y publiqué tres novelas, desde 2014 a 2017 he escrito y publicado una novela. Escribir Basta con vivir ha sido mucho más fácil porque la tenía muy estructurada, hay un trabajo previo que tenía hecho. Al final, para mí escribir es como vivir. Por supuesto que [esta experiencia] me ha inspirado. No solo una novela, creo que esta etapa estará presente en toda mi producción posterior. Yo no escribo ficción, ficciono la vida, cuento cosas que he visto o me han contado y las paso por mi filtro. De todas las etapas que he vivido esta, que aún no ha terminado, ha sido una de las más apasionantes. Si yo ficcionase lo que yo he visto aquí, nadie lo creería [ríe]
-¿Qué título le pondría?
-No lo sé, pero daría para inventar un género nuevo que incluyese el terror, el amor, la intriga, el humor y la novela negra, por supuesto.