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HISTORIAS DE GERMANOR

Carla Fuentes y Santero y Los Muchachos: la ‘ilustre conexión’ gestada en un palacete valenciano del siglo XVIII

La reconocida ilustradora valenciana redescubre su vocación: crear la imagen de grupos de música. Se lo propuso a Santero y Los Muchachos, la banda que más había escuchado en el último año, y la conexión sucedió. Este mes sale a la luz el resultado de una colaboración con un escenario insólito, un palacete en ruinas valenciano que no encontraremos en el GPS, pero cuyo imaginario ha hecho volar la imaginación de los protagonistas de esta historia de germanor

9/01/2019 - 

VALÈNCIA. En la última edición del Sona Deleste en el Centre del Carme de València, el pasado noviembre, el grupo Santero y Los Muchachos jugaba en casa después de meses de gira por toda España, llevando su autoproclamado rock reposado allí donde han querido disfrutarlo. Buen momento para estrenar Volver a casa, una canción idónea tanto formal –el título lo dice todo– como figuradamente: Miguel Ángel Escrivá, Josemán, Soni Artal y Marc Guardiola tocaban mare, como se suele decir, para meterse de lleno en la creación de su segundo álbum, el que viene a suponer la consolidación de una banda que, de habérselo tomado menos en serio, sería la de un grupo de viejos colegas músicos que quedan para tocar y remover recuerdos. Pero la formación liderada por el exbajista de La Pulquería salía a la calle esa Mañana asesina (como su nuevo primer sencillo, que sale a la luz el 18 de enero) para despedir ante el gran público su anterior disco, el aclamado Ventura, y encerrarse en su nuevo hogar: un palacete valenciano del siglo XVIII en el que han dado forma a su próximo álbum, Rioflorido

A la ecuación se suma un nombre femenino: el de Carla Fuentes, la ilustradora que disfruta configurando Ilustres conexiones, como se llama su libro, publicado en 2016 por Lunwerg Editores. Ella dibuja las que conectaron en su día a David Hockney con Andy Warhol, a éste con Lou Reed, quien pasó su electricidad a David Bowie, que seguiría la cadena. Otra ilustre conexión sería la que une a Steve Jobs con Bob Dylan; o a Paco de Lucía con Keith Richards. Y, ahora, ella protagoniza la suya propia con Santero y Los Muchachos, un intercambio artístico por el que la valenciana ha desarrollado –es decir, ideado y dibujado– la identidad visual del nuevo trabajo de la formación. “Esta colaboración llega justo en un momento de mi carrera en el que tengo muy claro que me gustaría diseñar la imagen a grupos de música. Pronto saldrá otra con un grupo amigo de Barcelona que el resultado final no tiene nada que ver con este”, concede la joven, que recientemente ha visto su trabajo expuesto en la exposición Ocultes i il·lustrades en la Nau de la Universitat de València. ¿Pero cómo nacería su conexión con los Santero? “Empezó porque yo soy muy fan del grupo y les propuse hacerles la imagen. Así de sencillo. Fui a verles tocar a la Sala Jerusalem hace un tiempo y supe que me gustaría hacerlo, por tratarse de un grupo de un estilo diferente al de los otros con los que he trabajado hasta ahora, que siempre han estado relacionados con el pop rock o indie. Hacerles algo a ellos era un reto que a nivel profesional me apetecía mucho, porque era eso, un reto”.

“Era un reto, pues su estilo es muy diferente al de los otros grupos con los que he trabajado hasta ahora, que siempre han estado relacionados con el pop rock o indie” (Carla Fuentes)

La conexión no era unidireccional. Existía, y más que iba a existir. Miguel Ángel Escribá lo confirma: “Ella es muy fuerte en las redes sociales y si eres alguien que no utiliza Instagram solo para navegar entre posados bronceados y famosos de cartón piedra, no es difícil dar con alguien como ella, que ofrece arte e ingenio en estado puro. Además, sabíamos que había trabajado en algún que otro disco”. Se refiere a los tres discos de Polock en los que Carla Fuentes trabajó, una colaboración que ella misma describe así: “Evolucionamos juntos y se puede apreciar incluso en el artwork: ninguno tiene que ver con el otro, pero se ve un cambio tanto en ellos como en mi trabajo, que los acompañó mucho tiempo”. Y Carla, precisamente, utilizó las redes para ponerse en contacto con una de las bandas que más había escuchado en el último año, sus próximos colaboradores. “Para nuestra sorpresa, fue una sugerencia de ella –comparte Miguen Ángel–. Fue algo así como que aparezca alguien y te regala una caja llena de dinero y galletas de chocolate. Nos reunimos y no solo había ganas por las dos partes, sino que ella vio claro por dónde llevar el carácter, la imagen y la línea a seguir. A la altura de la grabación en la que nos encontrábamos, lo agradecimos por poder confiarle una de las cosas más importantes de un nuevo disco, pudiendo despreocuparnos por completo”.


Esa grabación estaba sucediéndose en un palacete abandonado que, si bien no se alude directamente en ninguna de las canciones del nuevo álbum, es un escenario que ha servido de imaginario para que Carla Fuentes desarrolle toda la imagen. “El proceso ha estado inspirado por su entorno de trabajo. Una vieja construcción en ruinas que esconde un montón de tesoros: papeles pintados, tallas, frescos originales... Todo lo que he creado para ilustrar el disco ha salido de ahí. También de ellos y de sus caras. Quería retratarlos como si fuesen músicos de la corte. Ese tipo de retrato antiguo que llenó el Renacimiento de miles de cuadros estáticos y serios pero que son maravillosos en sus colores y formas. A través de sus caras me he inventado la figura del Marqués de Rioflorido, un ser imaginario y que da nombre al disco y que está formado por trozos de sus caras y que será la portada del álbum. Este personaje, tiene un cuervo de mascota y es la que estará presente en las portadas de los singles y de la nueva imagen del grupo”.

“Si eres alguien que no utiliza Instagram solo para navegar entre posados bronceados y famosos de cartón piedra, no es difícil dar con alguien como ella, que ofrece arte e ingenio en estado puro” (Miguel Ángel Escrivá, de Santero y Los Muchachos)

Este lugar, cuya ubicación y relación con el grupo prefieren no revelar, ha tenido otra función: crear una mística alrededor de las canciones que es como cada uno de esos ruidos que escuchaban estos músicos a mitad de la noche, está sin estar. Así lo transmite el líder de los Santero: “Personalmente, me enfrenté a cantidad de días sobrecogido ante todo el misterio que puede encerrar un lugar deshabitado y de semejante magnitud en antigüedad y tamaño. Yo ocupaba lo que sería el 5% de su espacio para perfilar melodías y letras, y para grabarlas a solas cuando el resto no estaba. En ocasiones, escuchaba ruidos que no quería asumir como algo paranormal, pero mi subconsciente me la jugaba y, después de cada jornada, de noche, al tener que recorrer varias estancias guiado con la linterna del móvil hasta abandonar la casa, salía con la nuca más tiesa que el pico de un avión a punto de estrellarse. Teníamos un código de honor: prohibido asustar. Ahora bien, si es verdad que las energías del tipo que sean no se destruyen, las que hay ahí son sensibles a lo que hemos hecho, y nos han alentado a hacerlo de manera positiva y probablemente mágica. Ese lugar será siempre algo top en nuestra memoria y, si bien ninguna canción habla de ello, todas dicen algo gracias a ello”.


Este mes se desvelará el resultado completo de esta historia de germanor valenciano, la de Carla Fuentes y Santero y Los Muchachos. Una asociación con ingredientes de viralidad, pero que reafirma la personalidad del grupo: “Seguimos teniendo claro que nunca nos convertiremos en un cantante con ese nombre y músicos contratados. En una tienda de calcetines. Quizá sí en una de dentaduras postizas. Pero no en un maldito grupo con un ingrediente de reggaeton ni nada que invite a bailarnos en chándal de colores”. Y llega en un punto ilusionante para esta banda de orgullo local. “Estamos mucho más ilusionados y con más ganas que con el disco anterior. Con Ventura (2017) nadie nos esperaba. El de ahora es un disco en demanda, puede que no sean demasiados los que esperan, o sí, no lo sabemos, pero solo por ellos tenemos ganas de ese encuentro, de saber qué opinan. Y si con este disco ganamos a una persona más sin perder lo que teníamos, algo habremos hecho bien”, reflexiona Miguel Ángel, que solicita que si hablamos de más integrantes de esta hermandad que rodea, y ha hecho posible, de alguna manera, Rioflorido, no nos olvidemos de “músicos amigos y los bares de menú de la zona”. Quién quiere vida de marqués cuando puede tener un esmorzaret.

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